EEUU difícilmente puede permitirse imponer gravámenes tan elevados a su principal socio comercial, y a fuerte dependencia de ciertos productos europeos hace inviable encontrar proveedores alternativos en el corto plazo.
"Generalmente lleva mucho más tiempo reducir los aranceles que implementarlos", avisa la economista de Atradius, Dana Bodnar.
Los grandes fondos optan por pausar sus operaciones, actuar con mayor prudencia, o centrarse en adquisiciones más pequeñas y menos arriesgadas, con el objetivo de reducir su exposición a los aranceles.
La venta masiva de los bonos del Tesoro estadounidense y los temores que rodean al "gran y hermoso proyecto de ley" de reforma fiscal del presidente de EEUU, mantienen el dólar a la baja.
Al menos temporalmente, el dólar parece haber perdido su rol como refugio seguro, usurpado por ahora por la segunda moneda más líquida del mundo, el euro.
Aunque no estén todos todavía plenamente vigentes, ya comienzan a notarse sus efectos. Los datos de EEUU son más débiles de lo esperado, con el desplome de la confianza del consumidor, y los de la Eurozona, tibios.
Del miércoles 19 al jueves 20 de marzo habrá decisiones sobre los tipos de interés de la Reserva Federal, el Banco de Japón, el Banco Nacional Suizo, el Riksbank y el Banco de Inglaterra.
Las actas de la Fed no ocultan la preocupación ante las políticas del nuevo presidente de EEUU y su posible efecto en los precios y, por tanto, en la inflación.
Los precios del gas natural licuado pueden bajar en caso de que se reanuden los flujos a través de Ucrania, pero el impacto en el petróleo es limitado. El posible levantamiento de las sanciones a Rusia puede reducir los costes de los insumos.
Las medidas de Trump impulsan a los metales preciosos e industriales, al petróleo, y a los criptoactivos, pero disparan la volatilidad en los mercados de divisas.
El nombramiento de Scott Bessent como secretario del Tesoro, un conocido 'halcón fiscal' al que no le gustan los déficits y que ha criticado la política de la Reserva Federal por considerarla demasiado indulgente, pone en duda hasta qué punto será inflacionista el segundo mandato de Trump.