Miguel Ángel Valero
Meta ha decidido que no va a quedarse atrás en la carrera de la inteligencia artificial (IA). Después de ver cómo OpenAI y Google se llevaban la mayor parte del protagonismo en los últimos años, Mark Zuckerberg ha activado su artillería pesada: una combinación de inversiones astronómicas en infraestructura y una agresiva política de captación de talento, digna de Silicon Valley en sus años más salvajes.
La apuesta es tan ambiciosa como descomunal. Solo este año, Meta tiene previsto invertir entre 60.000 millones y 72.000 millones$ en el desarrollo de su ecosistema de inteligencia artificial. Buena parte de este dinero irá destinado a la construcción de centros de datos gigantescos, pensados para entrenar y operar los modelos más avanzados de IA que la compañía ha diseñado hasta la fecha.
Zuckerberg lo tiene claro: no es suficiente con seguir el ritmo. Quiere marcarlo. Y para ello necesita algo más que chips y algoritmos. Necesita potencia bruta. Y por eso ha puesto en marcha el proyecto Prometheus, un centro de datos con una potencia de 1 gigavatio en Ohio que se espera entre en funcionamiento en 2026.
Pero es Hyperion, el siguiente paso, el que realmente da la medida de esta ambición: un centro de datos en Louisiana que alcanzará los 5 gigavatios de capacidad, el equivalente al consumo energético de una ciudad mediana de EEUU, y una extensión comparable a Manhattan. Esta infraestructura no es solo una declaración de intenciones técnica, sino también estratégica. Meta ha comprendido que, sin capacidad masiva de cálculo, su futuro en el mundo de la IA quedará limitado. Hyperion será el corazón de esa estrategia: un motor de 'superinteligencia' para desarrollar modelos propios capaces de competir con GPT-4 o Gemini.
El movimiento llega en un momento clave. Tras un recibimiento discreto de su modelo Llama 4, la compañía necesitaba demostrar que va en serio. Y lo está haciendo con hechos: algunos ingenieros han recibido ofertas de hasta 200 millones$ para abandonar sus empresas actuales y sumarse al proyecto de Meta. Fichajes que demuestran que el capital humano sigue siendo el activo más codiciado en esta nueva revolución. La IA no es para Meta una simple línea de negocio experimental.
Es el nuevo eje sobre el que se reconfigurará todo su ecosistema: desde la publicidad hasta las recomendaciones en Facebook, Instagram y WhatsApp. Por eso, la compañía ha creado una nueva división transversal llamada Meta Superintelligence Lab, que unificará todos los desarrollos relacionados con IA bajo un mismo paraguas.
"Meta ya no quiere ser un actor más en el tablero de la inteligencia artificial. Quiere dominarlo. Y está dispuesta a gastar cantidades sin precedentes para conseguirlo", subraya en The Trader el analista Pablo Gil.
Si la batalla por la IA se libró inicialmente en los laboratorios, ahora el ring de combate parece estar centrándose en los servidores. Y Meta está construyendo su propio Manhattan digital para asegurarse de que el futuro, esta vez, le pertenece. Aunque OpenAI anunció sus intenciones con su proyecto Stargate, también con más de 5 GW de potencia, no se conoce ningún detalle concreto. Mientras tanto, Meta va por delante, ya que tiene fecha y lugar para su despliegue. Si todo va según lo previsto, Hyperion comenzará a operar con 1,5 GW en 2027 y escalará hasta los 5 GW a comienzos de la próxima década.
AWS y Anthropic: democratización del acceso a la IA
Por su parte, Amazon Web Services (AWS) ha anunciado el lanzamiento de un Marketplace de agentes de inteligencia artificial, en colaboración con Anthropic, una de las startups más avanzadas en el desarrollo de IA segura y transparente. Este nuevo espacio funcionará como una tienda digital donde empresas de cualquier tamaño podrán acceder a agentes de IA ya entrenados para automatizar tareas específicas: desde análisis de datos hasta atención al cliente o gestión logística.
Hasta ahora, desarrollar soluciones de IA requería recursos técnicos y humanos al alcance de pocas compañías. Con este nuevo entorno, AWS y Anthropic democratizan el acceso a herramientas avanzadas de automatización, permitiendo a pequeñas y medianas empresas implementar la IA con agentes con la misma facilidad con la que se descarga una aplicación del App Store, por ejemplo.
Anthropic, respaldada por una inversión de 8.000 millones$ por parte de Amazon, pone a disposición sus modelos Claude, reconocidos por su fiabilidad y enfoque en la seguridad, lo que añade una capa de confianza en el uso corporativo de esta tecnología.
El movimiento de Amazon no es aislado. Google, Microsoft y Salesforce también han lanzado sus propios Marketplaces de IA, conscientes de que estamos entrando en una nueva etapa: la economía de los agentes de IA, donde estas herramientas actuarán como microservicios integrados en los flujos de trabajo de empresas de todos los sectores.
La ventaja competitiva de AWS radica en su infraestructura global, su base de clientes y su capacidad de integración. Las startups que desarrollen estos agentes podrán acceder directamente a millones de usuarios empresariales. Para los inversores, este nuevo mercado abre una vía de monetización escalable y eficiente, alineada con las tendencias actuales de digitalización y optimización de procesos.
La creciente automatización también plantea interrogantes importantes: ¿Cómo afectará a los modelos de negocio tradicionales basados en el tráfico web y la publicidad? ¿Cuál será el impacto en el empleo? ¿Y cómo garantizar que estas herramientas se usen con supervisión adecuada y sin perder el componente humano? Lo que es evidente es que estamos ante un avance estructural que podría redefinir la productividad, el empleo y la creación de valor en los próximos años. La IA, como la electricidad o internet en su momento, se convierte en infraestructura esencial. Y quienes entiendan pronto su lógica y su impacto, estarán mejor posicionados para adaptarse… o liderar el futuro.
China: el talento y la confianza en la IA compiten frente a EEUU
China es el tercer protagonista en esta nueva fase del desarrollo de la IA. Dina Ting, directora global de Gestión de Carteras Indexadas de Franklin Templeton, hace un original análisis sobre el gigante asiático: "En medio del repunte del sector tecnológico durante el verano, surgieron algunos comentarios sobre un nuevo apodo (a Wall Street le encantan) que puede o no consolidarse: 'los 10 Prominentes de China'. Al igual que los 'Siete Magníficos', los “Prom 10” es el nombre que los analistas de Goldman Sachs han dado al bloque de poder de empresas gigantes y de propiedad estatal de China, que parecen estar bien posicionadas para impulsar el crecimiento y la innovación. Estas corporaciones abarcan sectores e industrias como el comercio electrónico, los videojuegos, los medios de comunicación, la biotecnología, los smartphones y los vehículos eléctricos".
Lo que hace que los 10 Prominentes destaquen no es solo su tamaño o su alcance sectorial, sino su cuota de mercado relativamente modesta. En conjunto, representan solo el 17% de la capitalización bursátil total de China, frente a concentraciones mucho más altas en mercados como EEUU o Alemania. La alineación del grupo con las prioridades políticas nacionales —como la inteligencia artificial (IA), la tecnología de consumo y la competitividad global— los sitúa en primera línea de la próxima fase de modernización de China.
Tras tres años consecutivos de pérdidas (2021–2023), el índice FTSE China RIC Capped muestra signos de una frágil recuperación, con una subida superior al 18% en dólares en lo que va de año hasta el 26 de junio de 2025³. Esta recuperación está liderada por los sectores de comunicación, servicios financieros, tecnología y salud, lo que está llevando a los inversores a pasar de la cautela a la curiosidad respecto a China.
Los mercados se vieron recientemente impulsados tras la confirmación de un acuerdo marco comercial entre EEUU y China que permitirá la exportación de tierras raras desde el país asiático, así como por un alivio en las restricciones tecnológicas impuestas por Trump. Por supuesto, un entorno comercial volátil y el desacoplamiento tecnológico entre ambos países siguen siendo desafíos para Pekín. No obstante, incluso con las previsiones de crecimiento mundial del Banco Mundial situándose en un 2,3% (el nivel más bajo en 20 años fuera de crisis graves), la previsión de crecimiento de China se mantiene estable en un 4,5%.
Uno de los motores clave del progreso de China es su creciente inversión en talento y educación, en particular en IA y otros campos estratégicos. El Ministerio de Educación de China ha puesto en marcha una amplia campaña para integrar la educación en IA no solo en las universidades de élite, sino también en centros de formación profesional e institutos de secundaria, en contraste con la tensa relación que existe actualmente en EEUU entre el gobierno federal y las instituciones de educación superior. Los programas universitarios de IA en EEUU están experimentando este año unas condiciones de financiación federal más restrictivas y, en varios casos, se han congelado o cancelado abruptamente fondos de la National Science Foundation para investigadores.
Según el AI Index Report 2025 de la Universidad de Stanford, también se ha producido una reducción notable en la brecha de rendimiento entre los principales modelos de IA de EEUU y China: apenas un 0,3%. Aunque EEUU mantiene su liderazgo en cantidad, los modelos chinos han acortado rápidamente la brecha en calidad: en 2023, los mejores modelos de China iban rezagados casi 20 puntos frente a los de EEUU en varias pruebas de referencia. Un año después, esa diferencia se ha reducido sustancialmente.
Este avance se debe a una estrategia nacional coordinada, a la inversión acelerada en educación en IA, y a una profunda integración entre empresas estatales e instituciones de investigación, lo que está permitiendo una comercialización más rápida de la IA en distintos sectores. Un ejemplo curioso: una de las principales aplicaciones chinas de pagos móviles y estilo de vida ha implementado una herramienta capaz de detectar la caída del cabello.
Se estima que el gasto de capital de China en IA alcanzará este año cerca de 99.000 millones$, lo que supone un aumento del 48% respecto a 2024. Más de la mitad de esta financiación se espera que provenga de fuentes gubernamentales. Mientras tanto, la percepción pública de la IA en China es notablemente más positiva. Según el Trust Barometer 2025 de Edelman, el 72% de los chinos afirma confiar en la IA, frente a solo el 32 % en EEUU, una brecha de confianza que refleja diferencias en la regulación, la infraestructura y la adopción cultural.
Más allá del ámbito de la IA, "creemos que las valoraciones de la renta variable china siguen siendo razonables", subraya la experta de Franklin Templeton. El mercado chino (según el MSCI China Index) cotiza actualmente a 12,5 veces los beneficios estimados a futuro, por debajo de su media de los últimos 10 años (13,9 veces) y con un importante descuento: del 53% respecto a India (medido por el MSCI India Index), del 31% respecto a Taiwán (medido por el MSCI Taiwan Index) y del 18 % frente al índice de mercados emergentes en general (medido por el MSCI Emerging Markets Index).
Esta infravaloración relativa, combinada con un repunte de la actividad en salidas a Bolsa y el liderazgo tecnológico, refuerzan los argumentos a favor de volver a considerar una exposición amplia a China. Los mercados de capitales de Hong Kong, que durante mucho tiempo estuvieron aletargados por la incertidumbre regulatoria y los shocks de sentimiento, también han protagonizado una remontada. Esto indica un resurgimiento de la confianza del sector privado y un renovado interés por parte de los inversores.
"Creemos que una exposición diversificada a China —incluyendo tanto acciones A como valores cotizados en el extranjero— ofrece una oportunidad completa para participar. Dado el reciente progreso de Pekín en las negociaciones comerciales con EE.UU., el mercado bursátil chino podría estar finalmente pasando a ser una oportunidad de valor más atractiva, según nuestro análisis", insiste.
"La volatilidad sigue presente, pero para los inversores con una visión a largo plazo y tolerancia a las oscilaciones a corto plazo, creemos que los puntos de entrada actuales pueden ofrecer un potencial alcista. Tras años al margen, la diversificación a través de acciones chinas podría volver a tener un lugar en las carteras globales", concluye.
40 centros de datos en el desierto de Xinjiang
El analista Pablo Gil aporta, en The Trader, otra particular visión del desarrollo de la IA en China: "Mientras buena parte del mundo sigue midiendo el liderazgo tecnológico en términos de lanzamientos de productos o capitalización bursátil, China está construyendo su futuro en inteligencia artificial de una forma menos visible pero igual de ambiciosa: desde el desierto de Xinjiang".
En esta vasta región, donde predominan paisajes áridos y escasa densidad de población, se está gestando una de las mayores apuestas tecnológicas del país asiático. Según una investigación de Bloomberg, China está levantando en esa zona remota unos 40 centros de datos, impulsados por más de 115.000 chips de Nvidia que, en teoría, no deberían estar en sus manos debido a las restricciones impuestas por EEUU desde 2022.
El objetivo es claro: crear la infraestructura necesaria para competir cara a cara con OpenAI, Google, Meta o Amazon en el desarrollo de modelos de IA de última generación. La magnitud del proyecto indica que no se trata de simples iniciativas locales, sino de una estrategia de Estado para alcanzar la autosuficiencia en una de las tecnologías clave del siglo XXI.
China ha entendido que el 'petróleo' de la inteligencia artificial es el poder computacional. Y en ausencia de un suministro libre de chips de alto rendimiento, está apostando por construir a gran escala, integrando energía verde, centros de datos de alta densidad y una red nacional de 'corredores de computación' para llevar esa potencia a los grandes polos urbanos del este del país. Esta infraestructura permitiría a cualquier startup del ecosistema tecnológico chino acceder, desde Shanghái o Shenzhen, a la potencia de cálculo alojada en el desierto, eliminando la necesidad de construir centros propios.
Además, la elección de Xinjiang no es casual. La región ofrece suelo barato, temperaturas frías que reducen los costes de refrigeración, y una gran capacidad instalada de energía renovable, especialmente solar y eólica. Según el informe, las instalaciones están rodeadas por miles de paneles solares, molinos de viento e incluso torres solares con tecnología de concentración térmica. Todo esto encaja con el empuje de Pekín hacia un modelo de desarrollo sostenible y bajo en emisiones.
Lo más interesante es que Pekín no quiere replicar el modelo estadounidense, donde el control de la infraestructura está concentrado en unas pocas grandes tecnológicas. La visión china es tratar la computación como un bien público: cualquiera podrá conectarse y acceder a la potencia que necesite para entrenar sus modelos, como si abriera un grifo. En palabras de uno de los responsables del proyecto, el objetivo es crear una red donde “la computación sea tan accesible como el agua corriente”.
La pregunta, claro, es si lograrán completar el rompecabezas. De momento, les faltan aún piezas clave: acceso regular a chips punteros, capacidad propia de producción y modelos que estén a la altura de los mejores del mundo. La presión de las sanciones de EEUU ha complicado la importación de procesadores como los H100 de Nvidia, pero no ha impedido que empresas chinas busquen formas de sortear esas barreras, ya sea a través de terceros países o mediante desarrollos locales.
"No sabemos si el futuro de la IA será libre, centralizado o fragmentado. Pero lo que está claro es que no será exclusivamente occidental. Mientras Europa centra sus esfuerzos en regular, establecer marcos éticos y debatir los dilemas filosóficos que plantea la inteligencia artificial, EEUU opta por reducir trabas regulatorias y ofrecer incentivos fiscales para acelerar el desarrollo liderado por sus grandes tecnológicas. Y mientras tanto, China está construyendo en silencio el músculo que le permitirá ser una potencia tecnológica autónoma. Y lo está haciendo desde el polvo del desierto, con una combinación de visión estratégica, inversión masiva y una infraestructura controlada por el gobierno, pero diseñada para democratizar el acceso al poder de cálculo. Tal vez, cuando miremos atrás dentro de unos años, descubramos que el nuevo mapa de la inteligencia artificial empezó a dibujarse en una remota planicie de Xinjiang", avisa Pablo Gil.
Crédito y Caución alerta sobre la AI washing
Decía Arthur C. Clarke, científico autor de 2001: Odisea del espacio, que “la tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. La frase es aplicable al glamur mediático de la inteligencia artificial: ha irrumpido con tales habilidades que el consumidor medio tiende a interpretarla como una tecnología capaz de casi todo. Si puede generar un impecable texto complejo, o un vídeo artístico en segundos, cómo no va a volver inteligente a una lavadora. La publicidad puede convencer de que ese cepillo de dientes diseñado mediante algoritmos dejará en la prehistoria a todos los precedentes.
El marketing pretende traducir en ventas la buena imagen de una marca. Y eso es lo que está sucediendo con la IA. En los últimos cinco años, ha crecido de tal forma su prestigio que se transmite automáticamente a todo lo tocado por ella. Asociar un producto o servicio a la IA puede aumentar su percepción de valor, atraer inversores y captar la atención de los medios de comunicación sin pagar campañas. Los consumidores y empresas a menudo asumen que los productos impulsados por IA son más avanzados, eficientes y útiles.
De ahí la tentación de sobrevalorar el nivel de la IA aplicada y que a este fenómeno se le llame AI Washing por su parecido con el Greenwashing (blanqueamiento ecológico) y el Whitewashing (el compromiso ético en las prácticas de una empresa). Un estudio de MMC Ventures, de 2019, aseguraba que el 40% de las startups europeas desarrolladoras de Inteligencia Artificial exageraban sus capacidades, aunque se da por hecho que es relativamente común.
Saltan a los titulares casos como el de una conocida multinacional de distribución cuyo servicio de pago automático en tienda en realidad tenía detrás un amplio equipo humano realizando parte del proceso. O las gestoras sancionadas en Estados Unidos por anunciar un servicio de análisis de IA para estrategias de inversión sin una base tecnológica sólida. O el electrodoméstico que se autodefine como inteligente y cuenta con conexión a Internet pero ninguna capacidad autónoma para analizar datos y tomar decisiones. O el servicio de atención al cliente que en vez de un chatbot generativo usa una herramienta básica de automatización.
Por lo tanto, la estrategia consiste en dotar a un producto de una aplicación de IA pero en una capa superficial, sin una funcionalidad genuina ni la habilidad de adaptarse o aprender de su propio uso, a pesar de reclamos como 'machine learning' o 'procesamiento del lenguaje natural'.
El AI Washing sugiere varias tendencias asociadas. Por ejemplo, que muchas empresas pueden utilizarlo no tanto por mala fe, o en un grado demasiado agresivo, sino como reacción a una competencia que al practicarlo antes amenaza con sacarlas del mercado. Si medra es principalmente sobre el vacío legal, de ahí que analistas y asociaciones de consumidores reclamen una reglamentación específica como las aprobadas contra el Greenwashing. Se considera la medida clave.
Algunas empresas lo practican y otras son sus víctimas cuando compran o contratan a este tipo de proveedores. En todo caso, aunque la estrategia funcione al menos durante un tiempo, también se arriesgan a la pérdida de prestigio, demandas o acusaciones de estafa por parte de consumidores capaces de revelar el truco. El AI Washing choca directamente con la creciente expectativa de transparencia, sobre todo entre los usuarios de productos y servicios tecnológicos.
Aunque la falta de regulación actual explique la baja percepción de riesgo por parte de quien practica IA Washing, puede que más adelante se identifique la publicidad engañosa con un coste en reputación superior al de la amonestación o sanción correspondiente.
Este mismo fenómeno se refleja en la inversión cuando un proyecto exagera su dotación en IA para atraer fondos. Un estudio del fondo especializado en startups OpenOcean destaca que las empresas con productos asociados a la IA pueden atraer entre un 15% y un 50% más de inversiones que sus competidoras. Por este motivo, se suele recomendar a los inversores la asesoría en ese ámbito para diferenciar el marketing de la verdadera base tecnológica. Avisan que podría estar gestándose una burbuja en el mundo de la IA parecida a la de las puntocom a finales del siglo pasado.