Miguel Ángel Valero
La OPEP+ ha decidido incrementar su producción de petróleo en 548.000 barriles diarios a partir de agosto, una subida mayor de lo previsto que pone a la alianza en camino de deshacer los recortes de 2023 un año antes de lo planeado. Esta decisión se apoya en la solidez de la demanda global durante el verano y en unas condiciones de mercado que la organización califica como “saludables”, con inventarios bajos y refinerías operando a plena capacidad, especialmente en EEUU.
El cambio de rumbo iniciado en abril deja atrás años de contención de la oferta para enfocarse ahora en una agresiva recuperación de cuota de mercado. Arabia Saudí, principal impulsor del movimiento, busca aprovechar el tirón estacional del consumo y evitar que competidores como el fracking estadounidense o nuevos actores como Guyana le arrebaten espacio en el mercado global.
La aceleración de la oferta, sin embargo, podría generar un superávit importante hacia finales de año. La Agencia Internacional de la Energía y bancos como JPMorgan o Goldman Sachs anticipan caídas de precios hacia los 60$ por barril, dada la debilidad de la demanda en China, el aumento de producción en América y la incertidumbre económica global provocada por la guerra comercial de Trump. De hacerse realidad estos pronósticos, se volvería a los niveles a los que cotizaba el crudo antes del inicio del conflicto militar entre Israel e Irán, en el que también participó EEUU.
El dilema de Arabia Saudí es evidente: aumentar ingresos vía volumen en un entorno de precios a la baja puede ser pan para hoy y hambre para mañana. El déficit presupuestario del reino se amplía y algunos proyectos emblemáticos del príncipe heredero han sido recortados.
Rusia, por su parte, también necesita liquidez en medio de un escenario económico cada vez más complejo. La venta de petróleo se ha convertido en una fuente clave de financiación para el Kremlin en su guerra contra Ucrania. A pesar de las sanciones occidentales, Moscú sigue colocando barriles en mercados como China e India, utilizando descuentos agresivos y una red logística alternativa. Estos ingresos permiten sostener el esfuerzo bélico y mantener la estabilidad interna, al menos en el corto plazo.
"La OPEP+ ha optado por una apuesta arriesgada. A corto plazo, puede mantener los ingresos por volumen, pero si el precio del crudo sigue cayendo, la estrategia podría volverse en su contra. En un entorno geopolítico volátil y con una economía global amenazada por disputas comerciales, el margen de error es cada vez más estrecho", avisa el analista Pablo Gil en The Trader.
Aunque el reciente conflicto entre Irán e Israel no ha afectado al suministro, el mayor riesgo potencial —aunque poco probable en este momento— sería un eventual bloqueo del Estrecho de Ormuz, por donde transita una quinta parte del petróleo mundial. Cualquier alteración en ese punto crítico dispararía los precios y desestabilizaría el equilibrio actual del mercado.