Los aranceles de Trump deprimen la demanda de petróleo y su precio

Miguel Ángel Valero

El precio del petróleo continúa retrocediendo impulsado por una combinación explosiva: más oferta por parte de la OPEP+ y una menor demanda global como consecuencia del enfriamiento económico derivado de la guerra comercial provocada por Trump

Arabia Saudita y Rusia han decidido flexibilizar aún más los recortes, sumando 411.000 barriles diarios a partir de junio, tras haber triplicado el aumento previsto en mayo. Esta decisión rompe con la estrategia de sostener precios, y tiene dos objetivos: castigar a países como Kazajistán e Irak, que no respetan sus límites de oferta, y recuperar cuota de mercado en un contexto cada vez más competitivo.

Pero el momento no podía ser más delicado. La tensión comercial entre EEUU y China, dos de las mayores economías del mundo, ha paralizado en gran medida el comercio bilateral y amenaza con ralentizarla actividad global. Una desaceleración económica se traduce en menor consumo energético, lo que presiona aún más los precios a la baja. 

China,el mayor importador mundial de petróleo, ha reducido significativamente su demanda, y esto agrava aún más el desequilibrio.

El giro estratégico de Arabia Saudita no solo responde a la disciplina interna en la OPEP+, sino también a una intención clara de congraciarse con Washington. Trump lleva tiempo presionando para que bajen los precios del combustible y tiene previsto visitar Oriente Medio este mes. 

El contexto geopolítico es clave: mientras la Casa Blanca mantiene conversaciones con Irán, Riad intenta reforzar sus lazos con EEUU ofreciendo una política energética alineada con sus intereses. Esta dinámica ha puesto bajo presión a los productores de esquisto en EEUU, que difícilmente podrán mantener su actividad si el petróleo sigue por debajo de los 60$. La industria del “shale” necesita precios más altos para ser rentable, y algunos de los grandes actores del sector, como Chevron, reconocen que no están en condiciones de frenar proyectos clave en países con sobreproducción descontrolada.

Por otro lado, los países del Golfo, incluyendo Arabia Saudita, sufren también las consecuencias. Riad necesita precios cercanos a los 90$ por barril para equilibrar su presupuesto, y ya ha tenido que recortar inversiones clave como el megaproyecto NEOM. El FMI ha revisado a la baja sus previsiones para la región, advirtiendo del impacto fiscal de esta guerra de precios.

"Lo que estamos viendo no es una simple corrección técnica, sino un cambio estructural en la dinámica del mercado petrolero. La OPEP+ ha roto con su tradicional papel de estabilizador de precios para adoptar una estrategia agresiva de oferta, mientras que la guerra comercial debilita la demanda global. El resultado es un petróleo que no encuentra suelo, una industria que sufre y unas tensiones geopolíticas que siguen escalando. La volatilidad ha vuelto al mercado energético, y parece que va a quedarse. Pero no todo es negativo, porque un precio de la energía más barato ayudará a reducir las presiones inflacionistas en un momento clave, ya que se espera que la guerra arancelaria provoque un repunte de los precios de bienes y servicios", subraya el analista Pablo Gil en The Trader.