El 25% de los norteamericanos se endeuda para comprar alimentos

Miguel Ángel Valero

Comprar ahora y pagar después se ha convertido en un hábito cada vez más común entre los consumidores estadounidenses. Se estima que en 2025 el volumen de compras realizadas bajo esta modalidad (conocida como "Buy Now, Pay Later" o BNPL) alcanzará los 116.700 millones$. Eso supone el doble que en 2022 y siete veces más que en 2020. La razón principal es clara: muchas familias necesitan endeudarse para seguir consumiendo. El gráfico lo deja claro: la pendiente ascendente del consumo a crédito no parece tener freno.

Un dato preocupante es que, según una encuesta de LendingTree, uno de cada cuatro usuarios ya utiliza BNPL incluso para comprar alimentos, frente al 14 % del año pasado. 

Al mismo tiempo, los impagos crecen: en 2025, casi el 25 % de quienes usan este sistema ha incumplido al menos un pago, frente al 15 % que lo hacía en 2021. A esto se suma que, con los tipos de interés altos, financiarse ahora es mucho más caro que hace unos años. Mientras tanto, la deuda acumulada en EE UU alcanza niveles récord. 

Lombard Odier: la desregulación liberará capital para préstamos

Frente a esta situación del endeudamiento de sus ciudadanos, EEUU pone en marcha una simplificación regulatoria que beneficia a los bancos, al liberar capital que pueden destinar a incrementar los préstamos a empresas y hogares.

Claudia von Türk, Senior Equity Research Analyst, Banking sector de Lombard Odier, señala en un análisis sobre la reforma regulatoria cuatro conclusiones:

  • Los reguladores bancarios, tanto en EEUU como en Europa, están tratando de eliminar duplicaciones y contradicciones entre normas y requisitos que se establecieron de forma fragmentada tras la Crisis Financiera Global.
  • Los bancos estadounidenses podrían beneficiarse de los cambios propuestos, que podrían liberar más capital para su uso, incluyendo un aumento en los préstamos a empresas y hogares.
  • Estos cambios también podrían mejorar el funcionamiento del mercado de bonos del Tesoro de EEUU, aunque no prevemos que incrementen radicalmente la demanda de deuda pública por parte de los bancos.
  • Aunque la desregulación puede conllevar el riesgo de sembrar las semillas de la próxima crisis, en este caso observamos que el objetivo principal es la simplificación, y no reducir deliberadamente los requisitos de capital de los bancos.

Después de muchos años de endurecimiento de los requisitos de capital y de un aumento de la regulación bancaria, los reguladores en EEUU y Europa han comenzado a hacer una pausa y reflexionar. Existe un reconocimiento creciente de que el marco regulatorio actual podría haberse vuelto excesivamente complejo y oneroso, lo que potencialmente estaría dificultando la capacidad de los bancos para financiar la economía.

El presidente de EEUU, Donald Trump, fue elegido con una agenda favorable al crecimiento y a la desregulación, y el país está avanzando con decisión en la reforma regulatoria, lo que podría dar a los bancos estadounidenses una ventaja competitiva. En Europa, los responsables políticos también están explorando formas de simplificar las normas y aliviar la carga regulatoria, con el objetivo de mantener unas condiciones equitativas para sus bancos.

"Durante la administración Trump, hemos visto nuevos nombramientos en muchas de las agencias que regulan a los bancos y que a menudo desempeñan un papel importante en la elaboración de normas. Ya se han propuesto cambios regulatorios iniciales, y creemos que el objetivo más amplio es una revisión integral del marco de capital bancario", explica esta experta.

Tras la Crisis Financiera Global (CFG), provocada a partir de 2007 por el desplome del mercado de hipotecas subprime en EEUU, los requisitos de capital se endurecieron en ambos continentes y se introdujeron numerosas nuevas normas, lo que llevó a los bancos a mantener niveles de capital mucho más altos. Estas regulaciones se construyeron de manera fragmentada, lo que generó duplicaciones y contradicciones entre distintos requisitos, e incluso provocó consecuencias no deseadas.

Por ejemplo, la ratio suplementaria de apalancamiento (SLR, por sus siglas en inglés), que compara el capital bancario con los activos dentro y fuera del balance, se introdujo después de la CFG. Su propósito era servir de respaldo a la ratio CET1 (capital de máxima calidad), que es sensible al riesgo y en la que los activos de un banco se ponderan según su nivel de riesgo (cuanto más arriesgado el activo, más capital debe mantener el banco). 

Sin embargo, para algunos bancos, esta ratio se convirtió en la principal limitación de capital, lo que los llevó a reducir su participación en actividades de bajo riesgo, como la intermediación en el mercado de bonos del Tesoro. En ocasiones, esto ha provocado disfunciones en el mercado y repuntes en los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense.

La Reserva Federal ha propuesto reducir la ratio suplementaria de apalancamiento (SLR) para los Bancos de Importancia Sistémica Global (GSIB). "Si estos cambios se aplican, esperamos una mejora en la liquidez del mercado de bonos del Tesoro estadounidense", subraya la experta de Lombard Odier. 

Todos los GSIB son 'primary dealers', bancos autorizados a comprar bonos del Tesoro directamente a la Fed y a intermediar en este mercado. Aunque ésta es una actividad de bajo riesgo, afecta al balance de los bancos y, por tanto, a su ratio de apalancamiento. Al modificar la SLR, los bancos podrían mantener mayores inventarios de bonos del Tesoro, especialmente en momentos de tensión en los mercados, permitiéndoles gestionar eficazmente las compras y ventas de los inversores.

"No obstante, estimamos que estos cambios solo provocarían un aumento moderado en la demanda de bonos del Tesoro por parte de los bancos. Los bonos mantenidos en inventario no suelen ser inversiones a largo plazo y su volumen puede ser bastante volátil. Además, los bancos ya poseen un volumen considerable de bonos del Tesoro por motivos de liquidez, y estas tenencias aumentaron notablemente tras la introducción del ratio de cobertura de liquidez en 2014: de unos 0,3 billones de USD en 2013 a unos 1,7 billones en 2024. Por ello, consideramos que es poco probable que los bancos deseen aumentar sustancialmente sus tenencias de bonos del Tesoro como inversión, especialmente en el caso de los bonos a largo plazo, que conllevan un riesgo de duración que muchos bancos prefieren evitar, tanto por gestión del riesgo de tipos de interés como por implicaciones contables", matiza. 

También tendrán presente el riesgo de una excesiva vinculación entre riesgo bancario y soberano, como se vio en la crisis de deuda de la Eurozona a partir de 2009.

También se está revisando el recargo de capital adicional para los GSIB en EEUU. Este recargo tiene en cuenta criterios como el tamaño, la complejidad y el grado de interconexión. Si bien en la mayoría de los países este recargo se calcula según la metodología del Comité de Basilea, en EEUU la Fed aplica ajustes que resultan en una puntuación más alta bajo el denominado “Método 2”, utilizado para calcular el requisito de capital. Por ejemplo, según la metodología de Basilea, JP Morgan tiene actualmente un recargo GSIB del 2,5 %, que se eleva al 4,5 % bajo el Método 2. Dado que este cálculo no está calibrado en función del crecimiento económico, los buffers GSIB han ido aumentando y, en algunos casos, se han vuelto muy significativos. Ajustar este recargo podría liberar más capital para que los bancos lo utilicen.

También está en revisión la prueba de resistencia anual de la Fed. La falta de transparencia en el proceso ha provocado a veces resultados inesperados y cambios significativos en los requisitos de capital de un año a otro. Por ello, los bancos estadounidenses tienden a mantener amplios colchones de capital por encima del mínimo exigido, por si el requisito del año siguiente aumenta. 

"En este sentido, hemos observado señales positivas: la prueba de resistencia de 2025 resultó en menores requisitos de capital para los grandes bancos estadounidenses, y esperamos más cambios en el proceso, así como una mayor transparencia", apunta el análisis de Lombard Odier.

¿Cómo utilizarían los bancos el capital liberado?

Una cuestión clave para los inversores es cómo utilizarían los bancos ese capital. "Por ahora, creemos que probablemente esperarán a tener mayor claridad sobre todos los aspectos del régimen regulatorio antes de realizar cambios importantes", subraya Claudia von Türk. Si se logra esa claridad y los bancos se encuentran con capital excedente, entonces deberán decidir cómo utilizarlo: para crecimiento orgánico (por ejemplo, más préstamos a empresas y hogares), reparto de dividendos y recompras de acciones, o bien para fusiones y adquisiciones (M&A).

"Ya estamos viendo algunas señales positivas para los inversores en este sentido", recalca la experta de Lombard Odier. Tras la prueba de resistencia, muchos bancos estadounidenses anunciaron aumentos en los dividendos. 

Sin embargo, las valoraciones están por encima de los niveles históricos en algunos casos, lo que podría hacer que las recompras de acciones sean menos atractivas. 

Muchos bancos también indicaron que darían prioridad al crecimiento orgánico, señalando que existen numerosas áreas de inversión atractivas. 

Algunos, además, se mostraron más optimistas respecto a las operaciones de M&A, aunque en general parece que el listón sigue siendo muy alto para la mayoría.

La reforma regulatoria podría llevar a que los bancos se vuelvan más activos en la financiación de la economía y quizás recuperen parte de la cuota de mercado que perdieron debido al exceso de regulación. Los inversores probablemente verían con buenos ojos un mayor retorno de capital por parte de los bancos como resultado de dicha reforma, mientras que un mayor crecimiento orgánico debería traducirse en un aumento de los beneficios con el tiempo, lo que sería positivo para las cotizaciones bursátiles.

Tanto los bancos estadounidenses como los europeos han registrado fuertes subidas en bolsa en lo que va de año, y gran parte del impacto esperado de la reforma regulatoria parece estar ya descontado en los precios. Los tipos de interés están bajando, la economía estadounidense se está enfriando y Europa se enfrenta a nuevas amenazas arancelarias. 

"Aunque dentro de nuestras asignaciones de renta variable seguimos favoreciendo sectores cíclicos como el financiero, nuestro sector preferido sigue siendo el de servicios de comunicación, dado que su sólida perspectiva aún no creemos que esté completamente reflejada en los precios. Dentro del sector financiero, preferimos las empresas de procesamiento de pagos y los mercados financieros, debido a su exposición a tendencias estructurales como la digitalización"., precisa el análisis de Lombard Odier.

Por supuesto, existen preocupaciones de que un exceso de desregulación pueda sentar las bases de la próxima crisis bancaria. Es difícil anticipar si ése será el caso, pero el objetivo principal de la actual oleada de desregulación es simplificar y recalibrar unas normas que se han vuelto excesivamente exigentes, y no necesariamente reducir significativamente los niveles de capital.