El tráfico marítimo ha variado el rumbo desde el Canal de Suez hacia el Cabo de Buena Esperanza, una ruta alternativa frente a la incertidumbre actual. Sin embargo, esto solo representa una solución transitoria, dado que su mayor extensión implica un incremento en los plazos de entrega, lo que genera un mayor coste e impacto ambiental debido al aumento del consumo de combustible y las emisiones asociadas.