Miguel Ángel Valero
EEUU y la Unión Europea (UE) han desvelado, por fin, más detalles sobre el acuerdo comercial firmado hace casi un mes (el 27 de julio) por Ursula von der Leyen y Donald Trump:
La UE cree que los términos del acuerdo pueden ser mejorados en el futuro: “Esto no es el final, solo el comienzo”, insiste el comisario de Comercio. También espera cerrar en semanas una reducción del arancel a los automóviles hasta el 15%. Pero Washington condiciona la rebaja a que Europa introduzca formalmente legislación para eliminar sus gravámenes sobre todos los productos industriales —incluidos los vehículos estadounidenses— y conceda acceso preferencial a una gama de productos agrícolas, entre ellos el cerdo, el bisonte, los lácteos y tipos de marisco. Mientras tanto, se mantendrá el actual arancel del 27,5%, con el “compromiso de aplicar el 15% del tope a coches y piezas de automóviles” desde el primer día que la UE “presente formalmente el proceso legislativo necesario” para implementar el acuerdo arancelario.
La Comisión Europea también resalta la importancia de haber incluido específicamente que a sectores clave como el farmacéutico se le aplicará el 15% y nada más, ante el anuncio estadounidense de fuertes aumentos de aranceles a este sector de forma inminente.
Sobre el acero y aluminio, cuyas exportaciones siguen sometidas al gravamen del 50%, las dos partes tienen intención de “estudiar la posibilidad de cooperar para delimitar sus respectivos mercados nacionales del exceso de capacidad, garantizando al mismo tiempo unas cadenas de suministro seguras entre sí, en particular mediante soluciones de contingentes arancelarios”. En este sentido, el comisario de Comercio de la Comisión defiende el acuerdo como "el mal menor", ya que la alternativa, aranceles generalizados del 30% a las importaciones europeas e incluso superiores en ciertos sectores, habría supuesto una “guerra comercial con aranceles por las nubes y una escalada política que no ayuda a nadie”.
Sectores como el vino o los espirituosos no han logrado aranceles por debajo del 15%, como pretendían. “Por ahora”, matiza Sefcovic, que subraya que “EEUU y la UE acuerdan considerar otros sectores y productos que son importantes para sus economías y cadenas de valores para su inclusión en la lista de productos a los que solo se aplican los aranceles” del 15%.
Bruselas presume de haber logrado evitar que Washington impusiera la supresión del el reglamento de servicios digitales DSA y el de mercados digitales (DMA), que Trump ha criticado reiteradamente. “Hemos trabajado mucho para asegurarnos de que no se toca de ninguna forma nuestra legislación digital legitima, así como tampoco los impuestos a los servicios digitales de nuestros Estados miembros. Le hemos dejado muy claro a EEUU que ningún cambio en las leyes estaba sobre la mesa”, remarca la Comisión Europea.
El acuerdo “representa una demostración concreta de nuestro compromiso a un comercio e inversión justo, equilibrado y mutuamente beneficioso”, subraya la declaración conjunta de EEUU y la UE. “Previsibilidad para nuestras empresas y consumidores. Estabilidad en la mayor relación comercial del mundo y seguridad para los empleos europeos y el crecimiento económico a largo plazo”, remarca la presidenta de la Comisión Europea.
Europa evita una guerra comercial pero asume aranceles asimétricos
Gustavo Martínez, profesor de Finanzas de la Universidad Francisco Marroquín y analista de Mercados, destaca que el acuerdo comercial entre la UE y EEUU, que impone un arancel del 15% a la mayoría de las exportaciones europeas, marca un punto de inflexión en las relaciones transatlánticas, evitando una guerra comercial más severa tras las amenazas de Trump de gravámenes del 30%.
Europa pierde al aceptar aranceles asimétricos, ya que EEUU no enfrenta tarifas equivalentes, y se compromete a comprar energía (750.000 millones$) y aumentar inversiones en EEUU, lo que podría tensionar sectores como el acero (50% de aranceles) y el agroalimentario, especialmente en España (aceite y vino). Sin embargo, gana estabilidad y predictibilidad para sus empresas, con sectores como la automoción beneficiándose de la reducción de aranceles del 27,5% al 15%.
Los mercados europeos reaccionaron con caídas iniciales (Euro Stoxx 50 -3%), pero el acuerdo ha generado cierto optimismo al reducir incertidumbre, impulsando el euro (+1,1%).
A medio plazo, el impacto en el PIB europeo podría ser moderado (-0,5%), pero sectores estratégicos como semiconductores y aeronáutica quedan exentos, preservando competitividad.
"España, con solo un 5% de sus exportaciones hacia EE. UU., sale relativamente airosa, aunque el sector agroalimentario enfrentará retos", advierte este experto.
The Trader: "una ley de IA ambiciosa, pero difícil de aplicar"
Precisamente, el 2 de agosto entró en vigor la Ley Europea de Inteligencia Artificial, la gran apuesta regulatoria de Bruselas. Pero el estreno ha sido amargo: Alemania ya pide suavizarla, la mayoría de los países no han creado aún las autoridades que deben supervisar su cumplimiento, y las empresas se enfrentan a un reglamento complejo lleno de lagunas.
Bruselas logró que gigantes como OpenAI, Microsoft o Google se comprometieran a cumplir la norma antes de 2027, mientras que Meta y xAI se quedaron fuera.
"El problema es que, aunque hay compromisos sobre seguridad y transparencia, son los países quienes deben hacerla cumplir, y ahí todo está en el aire. En España, la Agencia de Protección de Datos y la futura AESIA (Agencia de Supervisión de la IA) asumirán ese rol, pero de momento no hay guías claras y ya existe la amenaza de multas por el uso indebido de sistemas prohibidos", avisa el analista Pablo Gil en The Trader.
El resultado es un escenario confuso: una ley ambiciosa, pero difícil de aterrizar. Aunque Europa tiene algunas empresas en IA como la francesa Mistral AI (valorada en unos 6.200 millones$) o la alemana Aleph Alpha (financiada con más de 500 millones$, siguen muy lejos de gigantes estadounidenses que lideran el desarrollo tecnológico en IA como OpenAI (300.000 millones$ de valoración) o tecnológicas cotizadas como Microsoft o Google, con más de 2–4 billones$ de capitalización de mercado.
"Esa distancia demuestra que, mientras Europa prioriza regular con rigor, EEUU y China 'juegan a otro deporte', y buscan operar con escala y peso global para liderar la próxima era tecnológica impulsada por la IA", concluye este experto.