Miguel Ángel Valero
Sorpresa positiva en el crecimiento económico de China. El PIB creció un 5,2% interanual en el segundo trimestre, lo que eleva el crecimiento acumulado en 2025 al 5,3%, en línea con el objetivo anual del +5% fijado por las autoridades. Los datos mensuales de actividad reflejan una economía con fortaleza en la oferta, pero con una demanda interna más débil. La producción industrial se aceleró hasta un +6,8% interanual en junio, frente al +5,8 % del mes anterior y por encima del 5,6 % esperado. Las ventas minoristas se moderaron al +4,8%, desde el +6,4% previo y por debajo del consenso del +5,3%. La inversión en activos fijos mostró una moderación en la primera mitad del año, con un crecimiento del +2,8%, frente al +3,7% acumulado hasta mayo. En el sector inmobiliario, la inversión en vivienda continuó cayendo, con un retroceso del -11,2%.
A pesar de que el acuerdo comercial alcanzado entre EEUU y China ha reducido de manera considerable la tasa arancelaria inicialmente anunciada para el país asiático, pasando del 125% al 55%, sigue siendo muy superior a la que se aplicaba anteriormente, en torno al 20%.
Por ello, China está diseñando un nuevo mapa comercial dentro de Asia para mitigar el impacto de los aranceles. Sus principales objetivos se centran en el Sudeste Asiático, en países con relaciones más amistosas con EEUU como Vietnam, Tailandia e Indonesia, que ya están dando sus frutos.
Las exportaciones chinas a EEUU se desplomaron en abril, cuando entraron en vigor los aranceles norteamericanos, con una caída de 9.300 millones$ en las exportaciones de bienes, con respecto al año anterior. Pero, al mismo tiempo, las exportaciones chinas a Asia aumentaron en 14.800 millones.
Se trata de una estrategia comercial que no sólo busca minimizar el impacto de los aranceles. Según explica Bert Burger, economista de Atradius, “los fabricantes chinos también están estableciendo instalaciones de producción en el Sudeste Asiático porque quieren aprovechar las ventajas locales". Estas ventajas están relacionadas con salarios más bajos y subvenciones fiscales.
Además, trasladar las fábricas a otros emplazamientos de Asia permite a los fabricantes estar más cerca de los mercados en crecimiento, con una demanda de productos chinos en alza en muchos países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). "El desplazamiento de la fabricación de China a otros países asiáticos se puso en marcha antes del segundo mandato de Trump", añade Burger.
A medida que los fabricantes se mueven, también lo hacen las rutas comerciales. El aumento del comercio y la inversión está impulsando el crecimiento económico en países como Vietnam, Tailandia e Indonesia.
Pero esta oportunidad también conlleva riesgos ya que las economías del sudeste asiático se enfrentan a sus propias amenazas arancelarias. Estados Unidos impuso, aunque luego pausó, aranceles recíprocos de entre el 40% y el 50% a países como Camboya, Laos, Vietnam y Sri Lanka, entre otros.
Según explica Dana Bodnar, economista de Atradius, "muchas economías del sudeste asiático están experimentando un auge de las exportaciones a EEUU y la Unión Europea, pero unos aranceles finales de entre el 37% y el 50% afectarían gravemente a los márgenes y los flujos de caja de los exportadores". Este posible escenario derivado del impacto de los aranceles “aumentaría la probabilidad de retrasos en los pagos e impagos, especialmente en el espacio B2B", avisa.
En definitiva, los países del sudeste asiático pueden verse beneficiados por las nuevas rutas comerciales, pero sólo si consiguen mantener el equilibrio entre EEUU y China.
Natixis: las empresas europeas se replantean su presencia en China
Las empresas chinas se enfrentan actualmente a retos desafiantes como el lento crecimiento de los beneficios y la deflación. A ello se une las problemáticas causadas por los aranceles de Trump. Estas circunstancias han contribuido a una caída inusitada de la inversión extranjera directa en China en los dos últimos años. Sin embargo, algunos retos son especialmente graves para las empresas extranjeras, incluidas las de la UE.
En este contexto, el equipo de análisis de Natixis CIB, dirigido por Alicia García Herrero, ha elaborado el informe ‘Empresas europeas que operan en China: de atrincherarse a replantearse su presencia’, donde, a través de los datos de casi una década de encuestas de confianza empresarial de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, analizan el deterioro de las perspectivas de las empresas de la UE en China de 2017 a 2025.
El informe explica que el clima empresarial de las empresas de la UE que operan en China “nunca ha sido tan sombrío” y que los encuestados consideran negativamente su rentabilidad, sus oportunidades de crecimiento y su competitividad, mientras que son menos que nunca los que tienen previsto ampliar sus operaciones en China.
Además, un porcentaje significativo de los encuestados señalan el reciente aumento de la presión política por parte del Estado chino y los medios de comunicación, mientras que casi un tercio afirman que están silenciando sus operaciones en China, separándolas de otras actividades globales.
Según el informe, al analizar el comportamiento de las empresas europeas que se refleja en estas encuestas de confianza, aparecen ciertos comportamientos recurrentes que pueden tipificarse como diferentes estrategias empresariales en el mercado chino. Se clasifican en 4 categorías:
"Los responsables políticos de la UE deberían considerar cómo abordar los desafíos que enfrentan las empresas europeas en China, como el estancamiento de los sectores con gran volumen de activos en China y la falta de capacidad de las empresas más pequeñas para operar con pérdidas en el mercado chino. La UE podría tener que facilitar la transición de estas empresas, ayudándolas a reducir su exposición a China y a diversificarse en otros mercados emergentes", subraya el informe.