España necesitará reformas integrales si quiere continuar la senda de crecimiento, siendo las más urgentes aquellas dirigidas a contrarrestar la deuda pública, su baja productividad, la alta tasa de desempleo juvenil, el envejecimiento de la población trabajadora o la falta de inversión en capital tecnológico e innovación. Aunque la economía seguirá este 2024 mostrando una tendencia positiva, pero algo más ralentizada, con una previsión de crecimiento de entre el 1,3%, según el Barómetro de Riesgo País de Coface, y el 1,9% (Banco de España), el mercado nacional todavía tiene que resolver algunos problemas estructurales que pueden pesar sobre su competitividad a largo plazo.
Es la advertencia lanzada en 27º edición de la Conferencia de Riesgo de País de Madrid, celebrada por Coface con la colaboración de CaixaBank ante 200 directores financieros y empresarios.
“La ecuación macroeconómica se ha convertido claramente en una derivada de los equilibrios geopolíticos. Nos encontramos ante un contexto económico marcado por la influencia de conflictos en distintas regiones, como el de Oriente Medio, la guerra de Ucrania o las huelgas del Mar Rojo, elecciones presidenciales y legislativas, cambios regulatorios, incertidumbre en la política monetaria y fiscal o una inflación persistente. En consecuencia, nuestro escenario central se asemeja más a una cresta que a un bulevar y hay muchos riesgos asociados a los que debemos hacer frente”, afirma Guillermo Rodríguez, CEO de Coface en España y Portugal. "Este entorno económico adverso hará que las empresas se enfrenten a una situación difícil, con un nuevo aumento de las insolvencias en 2024, aunque a un ritmo menor que el año pasado", advierte.
También se ha hecho alusión a las próximas elecciones europeas y a su relevancia. Seguridad, crecimiento económico, competitividad, pacto verde, inmigración, fortalecimiento de la democracia, crecimiento empresarial…, son solo algunos de los retos a los que la UE debe hacer frente. Su capacidad tras los resultados para avanzar hacia una mayor autonomía estratégica y para enfrentar estos desafíos será primordial en un escenario global tan cambiante.
El crecimiento de la economía mundial se ralentizará hasta el 2,3%
El crecimiento de la economía mundial se ralentizará hasta situarse entre el 2,3%, estimado por Coface, y el 2,7% pronosticado por el Banco Mundial. Para Bruno de Moura Fernandes, jefe de Macroeconomía de Coface, "el reto para 2024 consistirá en ver si el endurecimiento monetario en curso es suficiente para devolver la inflación al 2%. En cualquier caso, los tipos de interés permanecerán en niveles elevados a lo largo del año en todas las economías avanzadas. En el caso de Europa, en el mejor de los casos, se prevé una relajación monetaria a partir de verano”.T
ambién ha abordado la desaceleración en Estados Unidos por la disminución del gasto de los hogares, y la recuperación todavía incompleta y menor de la prevista en China.: “La inversión privada y la confianza de los consumidores en el gigante asiático se está viendo condicionada por las preocupaciones sobre la corrección del mercado inmobiliario, la resolución de la deuda gubernamental local y las presiones deflacionarias. Esto llevará a que el crecimiento en 2024 sea menor del 4,3%”.
Dadas las tímidas previsiones de Europa, Estados Unidos y China, el crecimiento mundial se verá impulsado principalmente por las economías emergentes, contribuyendo 1,7 puntos porcentuales sobre el 2,3% de crecimiento del PIB mundial. En total, más del 70% del crecimiento será generado por estas economías, según los expertos que han participado en el debate ‘Emergentes: ¿estamos ante un nuevo orden mundial?’: Mikel Aguirre, responsable de Single Risk de Coface en España y Portugal; Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, y Luis Pinheiro, economista en CaixaBank Research.
“Las economías emergentes pueden aprovechar al máximo sus oportunidades ofreciendo concesiones u oportunidades a China, Estados Unidos o cualquier otra potencia regional. No obstante, estas regiones todavía muestran una profunda heterogeneidad que no las dejan exentas de numerosos retos”, opina Mikel Aguirre. En este sentido, los participantes situaron al Sudeste Asiático como una de las zonas más dinámicas, con una previsión de crecimiento del 4,6% en 2024.
Gonzalo Delacámara, director del Center of Water & Climate Adaptation en IE University, ha abordado el impacto del cambio climático en la producción, el comercio y la inversión, recalcando que la lucha contra esta problemática va más allá de las políticas de responsabilidad social corporativa impulsadas por las empresas. “Afectan directamente a la producción, especialmente en el sector agroalimentario, a la productividad, a la demanda y a la estabilidad financiera”, advierte al tiempo que señala la creciente importancia de los criterios medioambientales en las decisiones de inversión: “El cambio climático y nuestra respuesta al mismo están afectando a las perspectivas de comercio, inversión y, en general, al desempeño macroeconómico en todo el mundo. Las condiciones climáticas extremas alteran ya de modo crítico algunas cadenas esenciales de suministro, dañan la infraestructura de transporte necesaria para el comercio de bienes, restringen la capacidad de las personas para desplazarse voluntariamente o amplifican los flujos de desplazamientos forzosos. Las condiciones climáticas cambiantes y las políticas introducidas, así como la transformación tecnológica asociada a la descarbonización, están cambiando los patrones de ventaja comparativa, creando riesgos para los países que dependen de sectores vulnerables al clima, pero también nuevas oportunidades económicas para aquellos con abundantes fuentes de energía renovables como el viento, la radiación solar y los minerales críticos. Tanto a nivel macro como de organizaciones corporativas específicas, los riesgos físicos y de transición se traducen ya hoy en riesgos materiales desde un punto de vista financiero”.
José Carlos Díez, economista, y José María Camarero, periodista económico en la agencia Colpisa, creen que es necesario apoyar a las empresas con alto potencial de crecimiento y de creación de empleo, que las compañías sean cada vez más multinacionales e incorporen innovación y tecnología para ser competitivas en el exterior. Y que hay que cambiar el modelo económico en España (altamente dependiente del turismo) y tender a dar mayor importancia a la industria en el PIB.
Solunion: Geopolítica y gobernanza, retos para las empresas en el nuevo ciclo global
Por su parte, Solunion, la compañía de seguros de Crédito, de Caución y de servicios asociados a la gestión del riesgo comercial, analiza el contexto económico internacional para entender la actualidad y las perspectivas geopolíticas y económicas de cara al segundo semestre del año. Para este análisis, contó con Ludovic Subran, Economista jefe de Allianz, y Gonzalo de Cadenas-Santiago, Subdirector General de Mapfre Economics.
Ambos economistas destacan la evolución positiva de España frente a otros países de la Unión Europea, apoyada en ciertas fortalezas temporales, como los fondos europeos Next Generation EU, la salud del sistema financiero o el mix sectorial español, especialmente ligado a una previsible revolución energética que podría estar vinculada al sector industrial. “Sectores como el de las energías renovables, el de maquinaria o el del automóvil pueden ser fundamentales para España si se implementa una política industrial adecuada”, destacó Ludovic Subran.
España parece estar sorteando la desaceleración fuerte que sí sufren otros países de su entorno, con una previsión de crecimiento al alza, cercana al 2%, y una inflación controlada en torno al 3%. Además, la posición financiera de sus empresas es en general sólida, con unos márgenes que, si bien han bajado por el aumento de los costes, se ven menos afectados que en otros países europeos. Por ahora, no se ha producido un gran aumento del riesgo de impago ni de la morosidad, aunque la refinanciación de las empresas será un aspecto clave para 2025.
En una línea igualmente positiva se encuentran los mercados emergentes, resilientes durante los últimos cuatro años. En 2020 se inyectó mucho dinero en el sistema, pero no fue el caso de estos países, lo que llevó a que surgieran dudas sobre su evolución, como fue el caso de Brasil. Sin embargo, tuvieron un buen comportamiento y manejaron muy bien la política monetaria, especialmente en comparación con lo ocurrido en otras situaciones de crisis. Su política fiscal fue más ordenada.
Mención especial merece Latinoamérica. Durante los últimos dos años, se han recibido sorpresas muy positivas desde esta región, con un crecimiento modesto, pero cíclicamente positivo. Se ha registrado muy poca volatilidad nominal y en tipos de cambio, y con unos flujos financieros considerables. El reto de la región se encuentra ahora en el aumento de la productividad y en un crecimiento sostenido en el largo plazo, especialmente para aquellos países que enfrentan problemas de deuda que deben refinanciar.
La geopolítica y la gobernanza ocupan un espacio destacado. Los conflictos abiertos, que continúan sin una aparente resolución en el corto plazo, y las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, dan magnitud a la incertidumbre sobre la evolución de la economía y traen inestabilidad al tablero geopolítico y económico global y, más concretamente, en el ámbito comercial. Los expertos también coinciden en que se debería avanzar hacia la normalización de la política monetaria. La inflación debe mantenerse a raya, por el coste que tiene para las empresas y por su efecto a nivel social, especialmente para las familias más vulnerables. Sin embargo, con la normalización que se aprecia en este indicador, las bajadas de tipos de interés se antojan inminentes, siendo el BCE el que llevará la delantera (en junio) frente a la Reserva Federal (en septiembre, apuntan los economistas). “No vamos a volver a la inflación permanente, aunque los niveles sean elevados. Pensamos que los tipos se rebajarán en junio”, comentó Gonzalo de Cadenas-Santiago.
Para Europa, los analistas han añadido el reto de la diferencia de crecimiento económico con Estados Unidos y el continente europeo, con una desventaja de un 30%. Entre los factores que explican esta distancia se encuentran una mejor política fiscal y presupuestaria en el país norteamericano, con mejor gestión de la inversión. También cierta falta de fortalecimiento del sistema financiero europeo, la carencia de un balance positivo en energía o la necesidad de abordar temas de competitividad en las industrias y empresas europeas.
La lucha contra el cambio climático es el tercero de los elementos en los que más se fijan los analistas durante el presente año. El auge de un movimiento que niega la existencia de este fenómeno está frenando el avance necesario hacia una economía más verde, proponiendo no seguir esta línea para “no entrar en las decisiones de los hogares y los individuos”.