Miguel Ángel Valero
Raramente se ha dado la coincidencia de revisiones al alza de las estimaciones sobre el crecimiento económico por parte del Banco de España, el Gobierno, y otras entidades, como EY, al mismo tiempo que firmas internacionales como Robeco presentaban sus perspectivas hasta 2030, y Pictet, hasta 2035.
Las Proyecciones macroeconómicas e informe trimestral de la economía española del Banco de España, subraya que durante los últimos meses, la guerra arancelaria y el entorno de elevada incertidumbre han mostrado signos de una gradual atenuación. Los acuerdos alcanzados por EEUU con algunos de sus principales socios comerciales y, en particular, el anunciado con la Unión Europea (UE) en julio han contribuido a disipar parte de la incertidumbre existente en torno al marco comercial futuro.
A corto plazo, se han descartado los escenarios más extremos de incremento de aranceles y represalias comerciales entre las economías implicadas. No obstante, persisten muchas dudas sobre el desarrollo de la guerra comercial y el desenlace de las diversas negociaciones en curso, así como respecto a la evolución de las tensiones geopolíticas vigentes, lo que sugiere que los niveles de incertidumbre se mantendrán elevados en los próximos meses.
Por una parte, el acuerdo entre EEUU y la Unión Europea, junto al aumento de los aranceles aplicables a algunos metales, ha derivado en un incremento de los aranceles que deben afrontar las empresas europeas en el mercado estadounidense. Se mantiene la incertidumbre sobre el régimen arancelario que se aplicará a determinados productos europeos en fase de evaluación —como los productos farmacéuticos o los semiconductores— y sobre la implementación de medidas no arancelarias u otras restricciones al comercio.
Por otra parte, está por determinar si se consolidará la desescalada arancelaria entre EEUU y China —cuyo acuerdo provisional se extiende hasta el mes de noviembre—. Además, persiste una considerable incertidumbre respecto a cómo afectará el nuevo marco de relaciones comerciales a la configuración de las cadenas globales de valor y, en consecuencia, a la actividad económica de las distintas regiones geográficas.
La economía española, por su parte, continúa mostrando una notable capacidad de resiliencia en el actual contexto internacional y registró en el segundo trimestre un comportamiento más favorable del previsto, impulsada por el buen desempeño de la demanda interna y, en particular, del consumo privado y la inversión. En el segundo trimestre de 2025, el PIB creció a una tasa intertrimestral del 0,7 %, superior tanto al ritmo observado en el trimestre precedente —0,6 %— como al contemplado en el ejercicio de proyecciones del Banco de España de junio —entre el 0,5 % y el 0,6 %—. Este dinamismo de la actividad en el segundo trimestre se habría visto respaldado, entre otros factores, por unas condiciones financieras favorables —caracterizadas por un menor coste del crédito y un aumento de los flujos de financiación a hogares y empresas—.
De cara al tercer trimestre, los indicadores coyunturales apuntan a que la economía mantendrá un ritmo de crecimiento robusto, con una tasa estimada entre el 0,6 % y el 0,7 %.
En consecuencia, el Banco de España revisa al alza —en dos décimas— la perspectiva de crecimiento de la economía española en 2025, hasta el 2,6%. Esta revisión obedece a dos factores de signo opuesto. Por un lado, el destacado comportamiento de la actividad económica en los últimos meses, junto a la fortaleza que muestran los indicadores coyunturales más recientes, implica un ajuste al alza de tres décimas en la tasa de crecimiento del PIB del conjunto del año. Por otro lado, la incorporación de los nuevos supuestos —en particular en lo referente a los precios de la energía y al tipo de cambio— dibuja un escenario ligeramente más adverso que en junio, y resta una décima a la actividad de 2025.
Por su parte, se mantienen sin cambios las tasas de crecimiento proyectadas en 2026 y 2027 —que alcanzarían el 1,8 % y el 1,7 %, respectivamente—, si bien la ausencia de cambios en la previsión de 2026 enmascara una ligera revisión al alza por el efecto arrastre del mayor crecimiento proyectado para 2025, que se compensa con una revisión a la baja por el efecto de un empeoramiento en el entorno exterior de acuerdo con los supuestos técnicos —sobre los precios de la energía, el tipo de cambio y los mercados mundiales—.
En el ámbito de los precios, se prevé una tasa de inflación promedio en 2025 del 2,5 %, una décima superior a la prevista en junio. Esta ligera revisión responde al encarecimiento de los precios de la energía y, en menor medida, de los alimentos, que se ha visto compensado parcialmente por un crecimiento de los precios de los servicios algo inferior al previsto (explicado en parte por la introducción en julio del nuevo sistema tarifario del transporte público). De cara al resto del horizonte de proyección, y en línea con lo previsto en junio, se anticipa una desaceleración de la tasa de inflación, hasta el 1,7 %, en 2026 y un repunte, hasta el 2,4 %, en 2027, resultado principalmente de la introducción de un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión de la UE.
Valoraciones elevadas de los activos, sobre todo las tecnológicas
Pero el Banco de España no maquilla los riesgos sobre el escenario central de estas proyecciones. Si bien la economía española ha logrado sortear hasta el momento el complejo entorno internacional y el elevado grado de incertidumbre que rodea a las políticas económicas, no puede descartarse un eventual deterioro del contexto externo o que esa incertidumbre tenga un impacto más adverso que el observado hasta ahora.
En este entorno internacional complejo, se siguen advirtiendo valoraciones elevadas de los activos financieros con riesgo en los mercados internacionales —en particular en la renta variable de Estados Unidos y, especialmente, en el sector tecnológico—, de modo que una corrección abrupta de estas valoraciones podría endurecer las condiciones financieras y lastrar la actividad a escala global y, por ende, reducir el crecimiento de la economía española.
Por otra parte, en el ámbito interno, el Banco de España alerta del repunte reciente de los costes laborales unitarios, incremento que podría dificultar la continuación del proceso de desinflación y afectar a la competitividad de nuestra economía. En este sentido, es preciso monitorizar la evolución de la productividad —que muestra signos de debilitamiento en 2025— y la remuneración por asalariado —en un contexto en el que los salarios negociados han experimentado un repunte y la incertidumbre sobre su evolución futura es más elevada, al no existir aún un acuerdo entre los agentes sociales de cara a los próximos años—.
Gobierno: recuperación del covid
En esa aparente carrera por ver quién es el más optimista, el Gobierno eleva nuevamente su previsión de crecimiento económico para el año, del 2,6% al 2,7%. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, explica en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que "pese al complejo contexto internacional en el cual nos estamos moviendo, la economía española sigue presentando signos claros de fortaleza tanto en el corto como en el medio plazo y seguimos acumulando día tras día buenas noticias económicas”.
La actualización de las proyecciones económicas del Gobierno se suma a la revisión al alza del Banco de España, la Comisión Europea, y el FMI, entre otros, y es más optimista que éstos. Se apoya en que, en el segundo trimestre del año, el PIB avanzó un 0,7%, una décima más con respecto al arranque del ejercicio y por encima de lo esperado. En el tercer trimestre se espera otro 0,7%, situando la evolución interanual en el 2,8%. Por tanto, España acabará el año con un crecimiento del 2,7%, "siendo incluso, a estas alturas del año, una previsión prudente con respecto a lo que podemos esperar en este cierre de 2025″.
Los augurios de Economía se mantiene en el 2,2% para el próximo ejercicio, y en el 2,1% para los dos siguientes, lo que lleva a Carlos Cuerpo a asegurar que "la economía española se ha recuperado del covid sin cicatrices, la evolución del PIB ya ha recuperado lo que hubiera sido la tendencia precovid”.
“También es una buena tendencia hacia adelante cuando observamos la composición de nuestro crecimiento”, basado en la inversión y el consumo privado, frente a las exportaciones y el consumo público, motores de la postpandemia.
Cuerpo presume especialmente del empleo, con la ocupación en máximos y la reducción de la temporalidad tras la reforma laboral. El empleo seguirá creciendo al mismo ritmo de unos 480.000 trabajos al año este año y el próximo, hasta rozar los 23 millones de ocupados. Y espera que la tasa se mantenga en los ejercicios sucesivos. Sobre todo, que vaya acompañada por una mejora de la productividad por hora trabajada. La tasa de paro bajaría al 10,3% este año para situarse en el 8,7% en 2028, en niveles previos a la explosión de la burbuja inmobiliaria en 2007.
El crecimiento de los próximos años seguirá anclado en el consumo privado, impulsado por la buena marcha del empleo y las subidas salariales, y en la inversión privada, animada por los fondos europeos y por las sucesivas rebajas de los tipos de interés.
"El principal riesgo que tiene nuestra economía es efectivamente la evolución del sector exterior, del contexto internacional”, admite el ministro de Economía, que confía en que una mejora del entorno exterior pueda traducirse en una nuev revisión al alza del crecimiento. España será en 2025, como en 2024, la economía desarrollada que más crezca.
EY: 2,7% en 2025 con desaceleración en el tramo final
Por su parte, el RealTimeTracker, que elaboran EY y Esade EcPol, estima un crecimiento trimestral del PIB del 0,7% en el tercer trimestre de 2025, en línea con los registros de los últimos trimestres. También anticipa, "con información aún muy incompleta", un avance del +0,5% en el cuarto trimestre, "que sugeriría una desaceleración moderada del crecimiento".
En el avance del 0,7% ha tenido una aportación positiva la práctica totalidad de los indicadores, tanto de oferta como de demanda, reflejando una composición equilibrada del crecimiento. El efecto arrastre por el crecimiento económico en 2024 y el perfil trimestral del PIB en el año en curso permiten pronosticar un avance del 2,7% en 2025, cuatro décimas más que en primavera. Esta cifra sigue superando a la proyectada para la Eurozona y refleja "la resistencia que España está exhibiendo en un contexto dominado por riesgos externos elevados de distinta índole".