Miguel Ángel Valero
"Como inversor, debes asegurarte de estar en un barco que no vaya a hundirse cuando la marea se retire", aconseja el analista Pablo Gil en The Trader.
Porque cada vez más gente se pregunta cómo es posible que, en un entorno de tanta incertidumbre geopolítica, las primas de riesgo estén en mínimos y activos tan distintos como la Bolsa, las criptomonedas o el oro marquen máximos históricos. La explicación no está solo en la confianza o la psicología de los mercados, sino en dos variables clave: la cantidad de dinero en circulación (M2) y la velocidad con la que ese dinero se mueve en la economía real.
La M2 ha crecido de manera constante en las últimas décadas, con un salto sin precedentes en 2020, cuando la Reserva Federal y otros bancos centrales inundaron el sistema para contener los efectos de la pandemia. Sin embargo, la inflación no explotó de inmediato porque la otra variable —la velocidad del dinero— se desplomó. Había mucho más dinero en circulación, pero apenas se utilizaba: el ahorro forzoso, la incertidumbre y las restricciones paralizaron su efecto inflacionario.
La interacción entre ambas magnitudes es determinante. Una expansión de M2 acompañada de una alta velocidad multiplica el impacto sobre los precios de bienes, servicios y activos financieros. Pero si la velocidad cae, el exceso de liquidez se canaliza hacia los mercados, alimentando subidas generalizadas en acciones, inmuebles o criptomonedas sin trasladarse con igual fuerza a la economía real.
En cualquier caso, el exceso de M2 siempre erosiona la capacidad adquisitiva del dinero. Al fin y al cabo, si la oferta de un bien crece más rápido que su demanda, su valor tiende a caer. Eso es, en esencia, la inflación: la pérdida progresiva del poder de compra.
Ahora bien, la economía es más compleja que una ecuación con dos variables. Durante décadas, la globalización y el desarrollo tecnológico contuvieron las presiones inflacionistas incluso en momentos de fuerte expansión monetaria. Hoy, sin embargo, al menos una de esas fuerzas ya no juega a favor. El retroceso de la globalización y las tensiones en las cadenas de suministro han reducido ese colchón.
"Lo que vemos en los mercados es, en buena medida, el reflejo de esta marea de liquidez. Una marea que eleva a la vez activos de riesgo y refugios, porque cuando sobra dinero, todo encuentra comprador.", concluye este experto.