El necio del precio

Miguel Ángel Valero

Los 25 kilómetros diarios que se hacen en el Camino Cojebro Solidario dan para mucho. Incluso para el debate más peregrino. Llevamos tres jornadas dándole vueltas a lo que debe hacerse a partir del Camino de 2027 (el de 2026 ya está  claro, del 19 al 25 de septiembre), a lo que va a decidir la institución organizadora, y a la cuestión de ampliar opciones fuera de las rutas compostelanas.

Ahora la cuestión que se plantea mientras los peregrinos sufren y disfrutan de pasear por esos andurriales es verdaderamente transcendental. Independientemente de quien lo pague finalmente, ¿es el Camino de Santiago Cojebro Solidario caro o barato?

Como ven, una cuestión casi de vida o muerte. Pese a que tiene una fácil respuesta. Comparando prestaciones más o menos similares, el Camino Cojebro Solidario está en la banda media-alta de precios. Hay opciones VIP o Premium mucho más caras, pero en algunos casos con menos servicios al peregrino de los que presta Cojebro. Obviamente, también hay soluciones más baratas, pero que no llegan ni de lejos a lo que ofrece esta organización empresarial de corredores de seguros.

Las comparaciones son siempre odiosas, pero para poder responder con veracidad y con fundamento a esa pregunta sobre el precio del  Camino Cojebro Solidario (obviando que, en  muchos casos, no es el peregrino quien abona la factura) hay que recurrir a ellas.

De todas las propuestas que he visto en internet no he encontrado ninguna en la que se dé acceso al peregrino a morcillas de Burgos, aportadas por Diego Bacigalupe, (este año se ha notado la falta de su mano experta y de su magia de vuelta y vuelta en la sartén, sin despreciar el trabajo del actual equipo de cocina). O a las anchoas del Cantábrico que trae Ana Ceballos; las gildas de Alkora, que compite en embutidos con Sánchez Castañón; las chistorras de Alme (Pamplona). O el fuet de Ferrer Ojeda. Sin olvidar la maravillosa sobrasada mallorquina, de Llull. El chorizo de Zamora, de López Asegurado. Los dulces de El Portillo, tentadora cortesía de Ágora, pese a estar enfrascada en los actos de su décimo aniversario. O el pacharán, elaborado en casa con todo el cariño de Marcos Barón.

Son todos los que están, pero es muy probable que no estén todos los que son, y se haya quedado alguno en el tintero. Así que me pongo la venda antes de la herida y pido perdón por si hay algún olvido o error.

Pero tampoco creo que otras propuestas de Camino, cuesten lo que cuesten, incorporen la eficiente sonrisa de Vanessa San Bruno, por personificar a una de las integrantes de un maravilloso equipo que, muchas veces sin que se note, hacen la vida más agradable a los peregrinos Los guías, los conductores, el personal de apoyo, todos suman en esa tarea.

La verdadera cuestión transcendental no es si el Camino Cojebro Solidario es caro o barato, sino si se puede plantear exclusivamente en esos términos de coste una experiencia que te cambia la vida. Si no lo hace, es que el peregrino tiene un problema muchísimo más importante que pensar en el precio del Camino.

Porque, como escribía Antonio Machado en Proverbios y Cantares, "todo necio confunde valor y precio".

Y así nos va.

Buen Camino.

PD: El cuadro que ilustra esta crónica es obra de Gonzalo Iturmendi, un maestro jurista, un buen poeta, y un magnífico artista.