Las impagables lecciones de Warren Buffett

Miguel Ángel Valero

Pocas figuras en el mundo de las inversores han dejado una marca tan profunda como Warren Buffett. Considerado el inversor más exitoso del siglo XX, y también de lo que va de siglo XXI, Buffett ha construido una fortuna colosal siguiendo principios sencillos pero poderosos: comprar negocios sólidos, con ventajas competitivas duraderas, a precios razonables, y mantenerlos durante mucho tiempo. Su estilo, paciente y racional, contrasta con la ansiedad que suele dominar los mercados y con la especulación que tanto daño ha causado a los inversores mal informados.

En 1965 (desde tres años antes llevaba comprando acciones) adquirió una empresa textil en declive, Berkshire Hathaway, y la transformó en un conglomerado empresarial con participaciones en más de 70 empresas de todo tipo: 10% de Coca-Cola, 22% de Apple, 15% de American Express, el 10% 10% de Bank of America, 6% de Chevron, 4% de Moodys, entre ellas.

Pero no se trata solo de las empresas en las que invirtió, sino del criterio con el que lo hizo: buscaba negocios con modelos claros, márgenes consistentes y equipos directivos excepcionales. Su capacidad para identificar valor antes que el resto del mercado y su aversión al endeudamiento excesivo lo convirtieron en un referente para generaciones de inversores. Sus cartas anuales a los accionistas de Berkshire Hathaway se convirtieron en una guía de sabiduría financiera para millones de personas en todo el mundo, ganándose el título de 'oráculo de Omaha', la pequeña localidad de Nebraska en la que nació hace 95 años.

El analista Pablo Gil subraya en The Trader que, a lo largo de su carrera, Buffett ha ofrecido "lecciones impagables":

  • La importancia de la disciplina emocional en la inversión.
  • El poder del interés compuesto a largo plazo.
  • La necesidad de entender el negocio antes de invertir.
  • La relevancia de rodearse de socios inteligentes y confiables.
  • La humildad para reconocer errores y la capacidad de aprender de ellos.

Una de las grandes fortalezas de Buffett ha sido su coherencia. Mientras el mercado cambiaba de moda cada pocos años —desde las puntocom hasta los criptoactivos—, él se mantuvo fiel a su enfoque de inversión en valor ('value investing'), aunque su concepto de 'value' era muy distinto de lo que la industria de la gestión de inversiones predica. Nunca buscó complicarse con productos financieros sofisticados ni con estrategias opacas. Prefería negocios fáciles de entender, equipos directivos fiables, y decisiones que pudiera defender sin complicaciones. Su enfoque simple, pero no simplista, es una de las claves de su éxito duradero.

De la misma forma que la mayoría de la industria financiera le elogia sin tapujos, pocos se hacen eco de que, en los últimos trimestres, Buffett ha ido vendiendo activos y aumentando el nivel de liquidez. Hoy ,Berkshire Hathaway tiene en caja una cifra récord de más de 347.000 millones$, lo que representa en torno a un 30% de los activos sin invertir, la cota más alta jamás registrada.

"Una señal que no debe ignorarse, especialmente viniendo de alguien que históricamente ha sabido aprovechar las grandes oportunidades en momentos de incertidumbre. Este comportamiento sugiere cautela. Porque o bien no encuentra valor en los precios actuales, o bien se está preparando para actuar cuando llegue una corrección importante. Cuando el mayor inversor de todos los tiempos reduce su exposición al mercado, conviene preguntarse qué está viendo. Buffett no da puntada sin hilo. Tal vez, el mejor homenaje que podemos rendirle es prestar atención a sus actos, tanto como a sus palabras. Sus decisiones, más allá de las frases célebres, siguen siendo una brújula para aquellos que quieren invertir con sensatez, prudencia y visión de largo plazo", subraya Pablo Gil.

Un inversor inteligente

Hace una semana Warren Buffett, la sexta persona más rica del mundo según Forbes, anunciaba que se retiraba dejando la dirección de Berkshire Hathaway a Greg Abel, que hasta ahora llevaba todas las operaciones no relacionadas con los seguros (de los 62 años que tiene, lleva 25 años trabajando con él), en un traspaso progresivo que concluirá a finales de año.

Aseguran que a los siete años leyó el libro "Mil Maneras de ganar mil dólares", que tomó prestado de la biblioteca pública de Omaha. Hijo de un corredor de Bolsa, a los 11 años realizó su primera inversión en acciones: 38$ en la compra de 6 títulos (tres para su hermana, y otros tantos para él). Cayeron a 27$, esperó, y las vendió a 40 para recuperar lo invertido. Luego vio que la acción se iba a 200$.

Pero la obra clave en su trayectoria fue El inversor inteligente, de Benjamin Graham, cuya primera edición leyó a los 19 años. Hizo un master con el inventor de la inversión en valor en la Columbia Business School. 

La inversión en valor se basa en que cada empresa tiene una valoración basada en sus datos fundamentales que no tiene por qué coincidir con su precio de mercado. La tarea del inversor es averiguar ese valor y comprar el activo sólo cuando su precio está sensiblemente por debajo de éste. Básicamente, se trata de identificar empresas claramente infravaloradas por los mercados. Es lo que el propio Buffett describe como 'cigar butt investing', inversión basada en las colillas, cigarrillos a los que les quedaban una o dos caladas. 

Pero el oráculo de Omaha añade al concepto de inversión en valor un enfoque de preservación del capital inicial (su regla número uno es "nunca pierdas dinero", y la dos, "nunca olvides la regla número 1"), y que una acción supone una participación en un negocio real, lo que exige que el inversor tiene que pensar como un empresario analizando la empresa y sus perspectivas de futuro. Una de sus frases más célebres es: "invierte en un negocio que hasta un tonto pueda dirigir, porque algún día lo hará".

Estos planteamientos los llevó a cabo primero en Bufffett Partnership (fundada en Omaha en 1956) y luego en Berkshire Hathaway, donde en esos 60 años ha logrado una rentabilidad media anual del 20%, ha transformado 1.000$ en 54 millones.

Y eso que, como él mismo reconoce,  tomó una decisión "monumentalmente estúpida” al hacerse con el control de la empresa tras discutir con su presidente. En 1985 se desprendió de las operaciones textiles.

Una de esas impagables lecciones de Warren Buffett es fijarse en el negocio de los seguros. Nadie ajeno al sector asegurador fue tan clarividente como él al percibir la importancia de la liquidez que aportan las primas de las pólizas, y que pueden ser invertidas hasta que se las necesita para pagar las indemnizaciones por los siniestros cubiertos por éstas.

En 1967, adquirió National Indemnity Company, aseguradora con sede en Omaha, pero desde los años 50 invirtió en acciones de Geico (hasta que la adquirió por completo en 1996) y General Reinsurance (Gen Re) en 1998. En la actualidad, el 'float' o flotante procedente de los seguros en manos de Berkshire Hathaway se estima que es superior a los 170.000 millones$, prácticamente la mitad de la inmensa liquidez que atesora el conglomerado. s (componentes aeroespaciales) por 37.000 millones. 

Las primas de seguros son una financiación a muy bajo coste y a largo plazo, que destinó a comprar empresas y a realizar otras inversiones. Entre ellas, See’s Candies (dulces), Scott Fetzer Company (productos para el hogar), Fechheimer Brothers (uniformes), Brown Shoe Group (zapatos), Benjamin Moore (pintura), Fruit of the Loom (ropa), Lubrizol (productos químicos), Duracell (baterías), MidAmerican Energy (actual Berkshire Hathaway Energy), American Express, Wells Fargo, Bank of America (sector financiero), Coca-Cola (en la actualidad tiene el 10%) Burlington Northern Santa Fe Railway, la compañía de carga en ferrocarriles más grande de EEUU y que fue su mayor inversión (34.000 millones$ en 2010) hasta que fue desbancada en 2016 por Precision Castparts (componentes aeroespaciales), que supuso 37.000 millones. Ese mismo año entró en Apple, que no ve como una empresa tecnológica sino como una compañía de productos de consumo con unos clientes muy fidelizados, y que es la mayor participación por valor de mercado. En 2008 entró en una desconocida empresa china que fabricaba vehículos eléctricos, y que ha sido una de las inversiones más rentables.

No siempre ha acertado. En 1993 pagó 400 millones por entrar en Dexter Shoe, un negocio que finalmente se demostró que no tenía valor alguno. Warren Buffett admite públicamente que ha dejado pasar oportunidades como Google, Amazon, o Microsoft. Pero ese reconocimiento de errores, y la humildad que hay detrás de esa transparencia, junto a un estilo de vida austero (sigue viviendo en la misma casa en Omaha que compró en 1958), y sus iniciativas filantrópicas y solidarias (en 2010 creó The Giving People con Bill y Melinda Gates, con quienes colabora asiduamente en su Fundación, también apoya las fundaciones de sus tres hijos y el programa de financiación de becas universitarias de su primera esposa, y se ha comprometido a donar el 99% de su fortuna) hacen que sea una persona muy querida y admirada. Otra de sus impagables lecciones.