Trump transforma el dólar en un dolor

Miguel Ángel Valero

La narrativa de la desglobalización ha ganado fuerza en los últimos años, pero se ha acelerado de forma notable con el impulso de la administración Trump por rediseñar el sistema comercial global. En este contexto, los mercados están tratando de anticipar cuál de los dos grandes escenarios posibles se impondrá.

El primero es lo que algunos analistas han bautizado como el Mar-a-Lago Accord. Este planteamiento sugiere que EEUU puede liderar un acuerdo multilateral en el que se comprometería a debilitar el dólar a cambio de que otros países acepten concesiones comerciales y de seguridad. Sin embargo, la desconfianza generada por la política exterior estadounidense y su giro proteccionista hace que esta opción, aunque teóricamente atractiva, sea hoy poco creíble. La cohesión global necesaria para un pacto de esta magnitud parece fuera de alcance de Trump.

El segundo escenario, cada vez más debatido, es el llamado “Exodus from the Dollar”. En este caso, el resto del mundo deja de confiar en EEUU como garante del orden internacional, tanto desde el punto de vista económico como geopolítico. Si los inversores internacionales empiezan a retirar masivamente su capital de EEUU, se desencadenaría un círculo vicioso: caída de los mercados, subida de los rendimientos del Tesoro y presión adicional sobre el dólar.

Históricamente, el índice del dólar se ha movido en paralelo con los rendimientos del bono a 10 años en EE. UU. Sin embargo, esa relación se ha roto con Trump y su proclamación del Día de la Liberación Nacional Arancelaria. Mientras la rentabilidad de los bonos o “yields” han repuntado con fuerza, el dólar ha comenzado a debilitarse, marcando lo que algunos ya denominan el “Día de la Liberación” del dólar respecto a su tradicional anclaje con la renta fija. Esta descorrelación es una señal que los inversores no deberían ignorar.

"Ambos caminos apuntan a una divisa estadounidense más débil, pero sus implicaciones para la estabilidad financiera y el liderazgo global de EEUU son diametralmente opuestas. El primer escenario implica una devaluación del dólar pactada y controlada, orientada a mejorar la competitividad externa sin generar un colapso de confianza. Sería una estrategia similar a la de los años 80, en la que Washington aún podía construir alianzas sólidas y coordinar políticas monetarias con otras potencias. El segundo, en cambio, es una salida desordenada, forzada por la pérdida de credibilidad internacional y el agotamiento del privilegio exorbitante que ha sostenido al dólar como moneda de reserva. Mientras uno busca gestionar el ajuste con diplomacia y previsibilidad, el otro podría desembocar en una crisis de confianza abrupta, con consecuencias imprevisibles para los mercados globales. Elegir entre ambas vías no depende solo de la Casa Blanca, sino también del grado de paciencia que le quede al resto del mundo", subraya el analista independiente Pablo Gil en The Trader.