13 Sep
13Sep

Miguel Ángel Valero

La OPEP+ (en 2016 los 13 países de la OPEP lograron una nueva alianza en la que incluyeron diez países: Rusia, México, Kazajistán, Azerbaiyán, Baréin, Brunéi, Malasia, Omán, Sudán y Sudán del Sur) sigue adelante con su giro estratégico. Tras meses aumentando la producción, ahora ha decidido añadir en octubre otros 137.000 barriles diarios, avanzando en el desmantelamiento de los recortes que sumaban 1,66 millones de barriles y que en principio debían mantenerse hasta 2026. 

La cifra es más moderada que en meses anteriores y probablemente inferior en la práctica, ya que varios países carecen de capacidad real o deben compensar excesos previos. Lo relevante no es solo el volumen, sino la dirección: el grupo liderado por Arabia Saudí y Rusia ha dejado atrás la vieja fórmula de defender precios altos y apuesta claramente por recuperar cuota de mercado.

La razón es evidente. Mientras la OPEP+ recortaba producción, otros aprovecharon el hueco. EEUU sigue al frente del suministro mundial. Guyana, con el desarrollo de su yacimiento offshore, está ya cerca de producir un millón de barriles al día. Y países como Brasil o Canadá han consolidado su presencia con incrementos constantes de producción. 

En este escenario, Arabia Saudí juega un papel decisivo: es de los pocos países con capacidad inmediata para poner más barriles en el mercado, como muestra la Agencia Internacional de la Energía. Casi todo el margen adicional recae sobre Riad y, en menor medida, sobre Emiratos Árabes Unidos. Esa ventaja convierte a Arabia Saudí en el auténtico árbitro del mercado y explica su pragmatismo: mantener precios elevados solo servía para que otros ganaran terreno.

Los precios han reaccionado con cierta estabilidad. Tras conocerse la medida, el Brent recuperó parte de lo perdido en semanas anteriores y volvió a superar los 66$ Sin embargo, persisten dudas sobre la sostenibilidad: la Agencia Internacional de la Energía estima que el superávit de crudo alcanzará un récord en 2026, y Goldman Sachs prevé que el Brent pueda caer hasta la zona de los 50$.

Tampoco faltan factores externos que añaden presión. EEUU ha intensificado sus demandas de precios más bajos para contener la inflación, y la visita de Mohammed bin Salman a Washington en noviembre podría estar vinculada a esa presión. Por otro lado, China ha ayudado a sostener la demanda con un fuerte ritmo de almacenamiento de crudo (unos 200.000 barriles diarios), aunque difícilmente podrá absorber todo el exceso que se avecina.

Detrás de este giro hay muchos factores en juego. Una eventual sobreoferta el próximo año podría hundir aún más los precios. El petróleo sigue siendo decisivo en la evolución de la inflación global y, por tanto, en las decisiones de los bancos centrales. Para Rusia, es la fuente esencial de financiación de la guerra en Ucrania, lo que añade un componente geopolítico inevitable.

"Y la gran incógnita: ¿qué ocurriría si la economía mundial se desacelera mientras la producción sigue aumentando? La abundancia de crudo podría entonces convertirse en el catalizador que acelerara la caída de precios de la energía, desestabilizando la economía de los países productores, pero, por otro lado, ayudando a contener las presiones inflacionistas a nivel global", subraya el analista Pablo Gil en The Trader.

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