Miguel Ángel Valero
De vez en cuando, uno se da cuenta de noticias que no tienen tanto impacto en el mercado como cabría esperar. Por ejemplo, las amenazas del presidente Trump de imponer aranceles secundarios a las exportaciones rusas de petróleo y gas en 50 días, a menos que Rusia ponga fin a la guerra provocada por la invasión de Ucrania. Los mercados del petróleo apenas se encogieron de hombros. Incluso, las hostilidades del mes pasado entre Israel e Irán tuvieron efectos poco duraderos en el petróleo, por no hablar de otros activos financieros.
Un gráfico elaborado por DWS ayuda a explicar por qué. Muestra cómo el auge del petróleo de esquisto impulsado por EEUU ha transformado el panorama energético mundial en los últimos 15 años. Según las métricas más comunes, la producción de petróleo de EEUU superó la combinada de Arabia Saudí y Rusia en 2024. La cuota del país en la producción mundial de petróleo se duplicó, pasando del 11% en 2011 al 22%. Alrededor de dos tercios proceden de formaciones de esquisto y compactas, principalmente en regiones como la cuenca del Pérmico, yacimiento situado en el oeste de Texas.
Esto se vio impulsado por los avances en la tecnología de extracción y las inversiones estratégicas, que hicieron que la producción de petróleo estadounidense pasara de 8,5 millones de barriles diarios en 2007 a más de 22,7 millones en 2024. Durante el mismo periodo, la producción de gas natural se triplicó, impulsada por la abundancia de reservas y la creciente preferencia por el gas natural frente al carbón como fuente de combustible. Estos cambios tienen importantes implicaciones, no sólo para las políticas energéticas estadounidenses, sino también para la dinámica del mercado internacional.
“Muchas de las viejas preocupaciones son menos relevantes de lo que solían ser, mientras que están surgiendo nuevas fuentes de peligro”, explica Johannes Müller, jefe de investigación de DWS.
Durante gran parte de ese periodo, el espectacular aumento de la producción de petróleo coincidió con un estancamiento del crecimiento de la carga eléctrica, reflejo de las mejoras de la eficiencia energética, los cambios económicos estructurales hacia industrias menos intensivas en energía y la adopción generalizada de tecnologías como la iluminación LED y las redes inteligentes.
Sin embargo, los centros de datos han empezado últimamente a impulsar al alza la demanda de electricidad en EEUU, como publicó Dinero Seguro el 13 de julio: Los centros de datos impulsan la demanda de electricidad.
Esto también podría dar lugar a nuevas áreas de vulnerabilidad. Por ejemplo, EEUU está muy rezagado en tecnología de baterías, y el paquete fiscal recientemente aprobado no hará nada para solucionar estas debilidades.
"Sin embargo, la lección más importante es que, de vez en cuando, merece la pena que los inversores veteranos miren el mundo con otros ojos, sobre todo para saber de qué hay que preocuparse hoy en día", subraya el análisis de DWS.