Miguel Ángel Valero
Desde que estalló la primera guerra comercial en 2018, el panorama exportador de China ha experimentado una profunda transformación. EEUU, que antes era el mayor socio comercial de China, ha visto cómo su participación en las exportaciones chinas caía drásticamente: del 20% en 2018 a apenas el 10% en el segundo trimestre de 2025.
Sin embargo, a pesar de este fuerte descenso, el total de exportaciones chinas no solo se ha mantenido estable, sino que ha aumentado. En el segundo trimestre de 2025, las exportaciones de China al resto del mundo crecieron un 11% interanual, alcanzando la cifra récord de 856.000 millones$.
En marcado contraste, las exportaciones a EEUU cayeron un 24%, hasta los 100.000 millones. Esta divergencia pone de relieve un cambio drástico en la orientación comercial de China, que ha dejado de depender de EEUU para avanzar hacia una huella global más amplia y diversificada. Mientras que la cuota exportadora hacia los países vecinos de China, los miembros de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, por sus siglas en inglés), creció rápidamente, el aumento del comercio con África y Oriente Medio ha sido más lento, aunque igualmente notable.
Incluso frente a aranceles elevados, los productos chinos—en especial semiconductores, barcos y automóviles—siguen encontrando compradores interesados en todo el mundo. Gran parte de esta resiliencia se debe a una sorprendente fortaleza de la demanda externa. Los mercados emergentes se han convertido en destinos cada vez más relevantes para los bienes chinos. Vietnam y Tailandia, en particular, han destacado, con exportaciones que crecieron más de un 20% interanual, reflejando en parte estrategias de las empresas chinas para sortear obstáculos—terminando allí productos destinados finalmente a mercados occidentales.
Las cadenas de suministro de China también se han adaptado. Muchas compañías han redirigido mercancías a través de terceros países o han trasladado bases de producción para mitigar la exposición a aranceles, especialmente hacia EEUU, desde el primer mandato de Donald Trump. Esta flexibilidad ha contribuido a mantener la competitividad y a sostener el impulso exportador. Como resultado, el superávit comercial de China se disparó hasta 586.000 millones$ en el primer semestre de 2025, lo que aportó 1,7 al alxa del Producto Interior Bruto (PIB) y ayudó al país a mantenerse en el camino para alcanzar su objetivo de crecimiento “en torno al 5%”.
No obstante, es probable que se avecinen riesgos. “Si bien las exportaciones chinas han demostrado una notable resiliencia, parte de su éxito dependerá de la mayor inclusión de cláusulas de transbordo en los acuerdos comerciales”, afirma Elke Speidel-Weiz, economista jefe de mercados emergentes de DWS. Las cláusulas de transbordo son disposiciones en los acuerdos comerciales que imponen aranceles más altos o reglas más estrictas a los bienes que se sospecha han sido redirigidos a través de terceros países para evitar aranceles directos, especialmente cuando los componentes o la producción originales provienen de un país objetivo como China. Vietnam, un importante centro de reexportación, ya ha sido objeto de escrutinio, con nuevas disposiciones dirigidas a componentes de origen chino. Si más países o bloques comerciales adoptan medidas similares, las estrategias de China para sortear obstáculos podrían enfrentar vientos en contra.
"Aun así, la competitividad de las exportaciones chinas, así como la intensificación de los vínculos económicos con regiones como Oriente Medio y África, constituyen una tendencia estructural que probablemente prevalezca", concluye el análisis de DWS.