28 Jul
28Jul

Miguel Ángel Valero

Después de más de tres meses de negociaciones, Bruselas ha logrado evitar una guerra comercial y alcanza un acuerdo con EEUU, a priori a un coste muy elevado. A partir del 1 de agosto, el bloque comunitario acatará un arancel del 15% sobre la mayoría de sus exportaciones dirigidas al país norteamericano y se compromete a adquirir 750.000 millones$ en energía estadounidense y 600.000 millones en equipamiento militar. Todos los Estados miembros eliminarán completamente sus trabas a la llegada de productos estadounidenses. "Consideramos que se trata más bien de un 'techo' y que aún existe cierto margen para seguir negociando en sectores claves para los Veintisiete como el farmacéutico y el de semiconductores", matizan los analistas de Banca March.

De esta manera, Trump se anota siete acuerdos comerciales –UE, China (parcialmente), Japón, Reino Unido, Filipinas, Indonesia y Vietnam– que en conjunto aglutinan el 44% de las importaciones estadounidenses totales. Con todo esto, los peores escenarios observados en el Liberation Day comienzan a quedar atrás a medida que la incertidumbre sigue disipándose. En cualquier caso, queda ya muy lejos la promesa de "90 acuerdos en 90 días" formulada por el presidente de EEUU en uno de sus excesos demagógicos.

A falta del documento oficial, lo más destacado es la reducción de los aranceles sobre los automóviles y sus partes –10% de las importaciones de EEU. provenientes de la UE– hasta el 15% desde el 25% actual, lo que supone un soplo de aire fresco para la economía alemana. 

En cuanto a los fármacos, –21% de las compras totales a Europa–, también quedarán gravados al 15%, mientras que el acero y el aluminio –apenas representan un 1,3% de las importaciones–, no corren con la misma suerte y sufrirán una tarifa del 50%, aunque susceptibles de ser renegociados en un momento posterior.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, admite que el texto final del acuerdo incluye la fijación de aranceles cero sobre ciertos productos estratégicos como los aviones y sus componentes, determinados productos químicos y medicamentos genéricos, entre otros, aunque se desconocen los detalles finales.

Banco de España: impacto más reducido que la Eurozona

EEUU "es el sexto país de destino de nuestras exportaciones de bienes. Los aranceles tendrán un cierto impacto negativo sobre la economía española, aunque más reducido que en la Eurozona, pues tenemos menos exposición comercial directa con EEUU y nuestro comercio bilateral está más orientado a los servicios que el de la Eurozona", señala un análisis elaborado por Francisco Javier Álvarez de Pedro (Estadística) y Coral García Esteban (Análisis de la Economía Española), publicado en el Blog del Banco de España.

Por componentes, destaca el creciente superávit en el comercio de servicios. Este superó el 0,7% del PIB en 2024, en contraste con el deterioro del comercio de bienes, que desde 2020 mantiene un déficit, más abultado en los últimos tres años.

En 2024, el comercio total de bienes y servicios de España con EE.UU. representó el 4,4% del PIB (2,2%, tanto en exportaciones como en importaciones). Entre 2016 y 2019, España mantuvo un superávit comercial con Estados Unidos del 0,2% del PIB anual y pasó a un déficit, que llegó al 0,6% del PIB en 2022, y que en 2024 fue insignificante (0,003% del PIB).

Nuestras exportaciones de bienes supusieron un 1% del PIB,16.168 millones€), mientras que nuestras importaciones de bienes estadounidenses ascendieron al 1,7% del PIB español (26.779 millones€). EEUU es el sexto país de destino de nuestras exportaciones de bienes (4% del total) y el quinto en términos de nuestras importaciones (6% del total).Las exportaciones de servicios de España a EEUU representaron el 1,2% del PIB (19.042 m €), frente al 0,5% en importaciones (8.472 m €), lo que supone un superávit comercial. EEUU es el cuarto destino de nuestras exportaciones de servicios y es el tercero en términos de importaciones. Predominan los servicios no turísticos, que supusieron el 68% de las exportaciones de servicios y el 80% de las importaciones de servicios en 2024.

Las exportaciones de turismo a EEUU (ingresos por los viajes a España de residentes estadounidenses), supusieron el 0,4% del PIB (6.148 millones€) en 2024, una notable diferencia con las importaciones (viajes a EEUU de residentes en España), que supusieron un 0,1% del PIB (1.709 millones€). EEUU es el cuarto país en ingresos por turismo y el sexto en llegadas de turistas a España. Más de 4 millones de estadounidenses visitaron España en 2024, y ya suponen un 5% del total de llegadas. Estos turistas tienen un gasto medio mayor por viaje (2.113€ en comparación con 1.345 del resto de turistas) y se quedan más días en nuestro país (8 frente a 7 días). Prefieren destinos como Cataluña, Madrid y Andalucía, en lugar de las islas. También viajan en diferentes épocas del año, no solo en verano.

Si comparamos España con el resto de la Eurozona, su exposición comercial directa frente a EEUUJ es más reducida:

  • Menor intensidad comercial: El comercio total del resto de la eurozona con EEUU fue del 10,1% del PIB, más del doble que el de España (4,4%).
  • Menor peso relativo en el comercio exterior: EE.UU. representa el 6% de las exportaciones y el 7% de las importaciones españolas; en el resto de la eurozona alcanzan el 10% del total en ambos casos.
  • Diferencias en la composición: En España, las exportaciones a EE.UU. están más orientadas a servicios, mientras que las importaciones se concentran en bienes. En la eurozona predominan los bienes en exportaciones y los servicios en importaciones.
  • Saldos similares, distinta composición: Aunque el saldo de la balanza comercial es casi equilibrado en ambos casos (prácticamente nulo en España; +0,2% del PIB en el resto de la eurozona), la composición es la inversa: en España hay superávit en servicios y déficit en bienes, mientras que en la eurozona hay superávit en bienes y déficit en servicios.

Mediolanum: un alivio que evita una escalada

Niall Scanlon, Gestor de Carteras de Renta Fija en MIFL (Mediolanum International Funds), destaca que el acuerdo supone un alivio para los mercados y los exportadores, ya que aporta claridad sobre los aranceles y evita el peor de los escenarios: una guerra comercial en escalada. Un punto clave es que los aranceles aplicados a la UE se alinean con los que enfrentan otros socios comerciales, lo que ayuda a evitar una desventaja competitiva para los países europeos y la percepción de que la UE está siendo injustamente atacada—algo especialmente relevante dado el tono hostil que ha adoptado recientemente el presidente Trump.

No obstante, desde la perspectiva europea, el acuerdo dista mucho de ser el ideal, y no hay duda de que representa una ‘victoria’ para EE. UU. Los niveles arancelarios que enfrentan ahora los exportadores europeos son significativamente más altos que los existentes antes del acuerdo. Aunque en el corto plazo puedan ser manejables, suponen un desafío considerable para economías muy dependientes de las exportaciones, como Alemania e Irlanda. A pesar de que el resultado es mejor de lo que se temía, los nuevos aranceles suponen un claro obstáculo para la economía europea y probablemente lastrarán el crecimiento en los próximos trimestres.

En cuanto a la política del BCE, no esperamos que este acuerdo provoque por sí solo un cambio inmediato en el tono del Consejo de Gobierno. La postura actual parece inclinarse por mantener los tipos sin cambios, salvo que se produzca un deterioro notable en los datos económicos o un choque comercial más severo. Dicho esto, el impacto negativo de los aranceles puede llevar al BCE a mantener los tipos bajos por más tiempo o incluso a considerar nuevos recortes a medio plazo, especialmente si este efecto compensa el estímulo derivado de la expansión fiscal alemana.

En un plano más amplio, el acuerdo envía una señal de optimismo cauteloso sobre la relación entre la UE y EEUU. Los líderes europeos han mostrado disposición a responder a las exigencias de EEUU —como se vio en el reciente compromiso con la OTAN de aumentar el gasto en defensa hasta el 5 % del PIB para 2035—, y ahora al aceptar unos niveles arancelarios que antes se consideraban inaceptables. Este acuerdo permite a Trump anotarse una victoria política, al tiempo que reduce el riesgo de un conflicto comercial disruptivo. Sin embargo, dada la escasa información disponible y los primeros signos de descontento entre algunos Estados miembros de la UE, no debe considerarse un punto de inflexión. Dada la imprevisibilidad de Trump, se trata más bien de un paso frágil hacia adelante que de una renovación profunda de las relaciones transatlánticas.

Ebury: Un acuerdo especialmente bien recibido por los mercados

El dólar cotizó a la baja frente a la mayoría de las divisas la semana pasada debido al creciente nerviosismo entre los inversores ante el inminente vencimiento de la suspensión arancelaria. Las negociaciones comerciales han sido penosamente lentas desde que comenzaron poco después del Día de la Liberación. Sin embargo, por fin estamos viendo algunos avances tangibles, sobre todo tras la firma del acuerdo entre Japón y EEUU. A éste se suma un acuerdo aún más importante firmado este fin de semana con la Unión Europea, en el que se establecen unos aranceles del 15 % a la mayoría de los productos europeos, poniendo fin a meses de especulación e incertidumbre. 

"Esta noticia está siendo especialmente bien recibida por los mercados, que se habían preparado para la posibilidad de un aumento significativo de los aranceles por ambas partes, lo que probablemente habría tenido un impacto muy profundo en la economía mundial", señala el Análisis semanal del mercado de divisas que elabora Ebury.

Aunque aún quedan por ultimar muchos detalles del acuerdo y es probable que los aranceles sigan teniendo un impacto negativo no desdeñable sobre el crecimiento, los inversores se estarán alegrando de que se haya evitado el peor de los escenarios. 

El mercado de divisas esta semana estará indudablemente marcado por el impacto de los acuerdos comerciales firmados y cualquier noticia sobre avances en las negociaciones con otros países. Los mercados también tendrán que asimilar el resultado de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) del miércoles. 

  • EUR: Los rumores de que la UE estaba a punto de alcanzar un acuerdo marco con EEUU respaldaron a la moneda única la semana pasada. Los mercados bursátiles han reaccionado positivamente a la noticia del acuerdo en lo que va de día, aunque los movimientos del euro han sido moderados dado que el acuerdo ya estaba ampliamente descontado. El Banco Central Europeo no dio ninguna sorpresa la semana pasada, ya que mantuvo los tipos de interés inalterados y reiteró que la política monetaria se encontraba en una «buena posición». Sin embargo, el tono de Lagarde fue ligeramente más hawkish de lo que esperábamos, ya que expresó su confianza en la evolución de la inflación y no hizo ningún intento por restarle valor al euro. Ahora que EEUU y la UE han alcanzado un acuerdo comercial, tenemos bastante claro que el BCE mantendrá los tipos de interés al menos durante las próximas dos reuniones, y no es descartable que el consejo ya haya efectuado su último recorte del ciclo actual. Las cifras preliminares del PIB del segundo trimestre y los datos de inflación de julio se publicarán el miércoles y el viernes, respectivamente, pero es probable que el euro se vea más influido por las repercusiones del acuerdo comercial en los mercados que por cualquier otro factor. 
  • USD: La economía estadounidense sigue sin dar señales de ralentización. Las empresas parecen resistir a la incertidumbre generada por los aranceles de Trump, al menos según el PMI compuesto de S&P de este mes, que ha subido hasta su nivel más alto desde diciembre. Tampoco vemos indicios de despidos masivos en el mercado laboral, ya que las cifras de solicitudes de subsidio por desempleo de la semana pasada cayeron a los niveles más bajos desde abril. Es algo sorprendente que la reciente fortaleza de la economía estadounidense aún no se haya reflejado en un dólar más fuerte, pero esto se puede atribuir simplemente a la inquietud que persiste ante la inminente llegada del 1 de agosto (el vencimiento de la suspensión arancelaria). Dejando a un lado el asunto arancelario, los mercados estarán pendientes de la decisión del FOMC de este miércoles. Aunque no esperamos cambios en los tipos, podríamos ver un par de votos discrepantes a favor de una bajada inmediata. Sin embargo, es probable que el presidente Powell posponga el recorte a otra reunión posterior, subrayando que se necesitan más datos sobre el impacto económico de los aranceles y que la Fed obtendrá más claridad sobre el asunto después del verano. 
  • GBP: La libra esterlina continuó a la zaga de la mayoría de sus homólogas del G10 la semana pasada, ya que otro conjunto de datos económicos decepcionantes avivó los temores sobre la salud de la economía británica. Las cifras de ventas minoristas de junio y el PMI compuesto de julio sorprendieron a la baja y reflejaron una economía claramente estancada. La noticia de que el Gobierno británico pidió prestado más de lo previsto en junio tampoco ayudará a aliviar la presión sobre la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, que casi con toda seguridad tendrá que volver a subir los impuestos en otoño para evitar una catástrofe fiscal. El rápido deterioro de la economía pone al Banco de Inglaterra en un dilema y nos lleva a preguntarnos si el Comité de Política Monetaria (MPC) priorizará el crecimiento y la salud del mercado laboral o el mantenimiento de la estabilidad de los precios. Aunque creemos que es muy probable que en agosto se produzca una bajada de tipos de 25 puntos básicos, los temores inflacionarios podrían limitar la relajación monetaria a un ritmo más gradual a partir de entonces.
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