15 Jun
15Jun

Miguel Ángel Valero

Un director (el propio Ferzán Özpetek, que hace de sí mismo por vez primera en sus películas) convoca a sus actrices favoritas, con las que ha trabajado y a las que ha amado. Quiere hacer una película sobre mujeres, pero no revela gran cosa: las observa, toma ejemplo, se inspira, hasta que su imaginación las catapulta a otra época, a un pasado donde el ruido de las máquinas de coser llena un lugar de trabajo dirigido y poblado por mujeres, donde los hombres tienen pequeños papeles marginales y el cine puede contarse desde otro punto de vista: el del vestuario.

La comedia ambientada en los años 70 introduce al espectador en una prestigiosa sastrería en Roma. La película narra la frenética carrera que tiene que emprender el taller para vestir a todo el reparto de una película ambientada en el siglo XVIII. El vestuario de la producción está a cargo de Bianca Vega (Vanessa Scalera), un premio Oscar a mejor vestuario y una eminencia en el mundo de la moda, quien confía en el taller fundado y dirigido por las hermanas Alberta (Luisa Raniere), que esconde tras sus aparentes dureza y despotismo un gran corazón y una antigua pena de amor, y Gabriella Canova (Jasmine Trinca), vulnerable porque sufre el peso del dolor más grande que puede sentir una mujer. 

Pero Diamanti, que llegó a las salas españolas de la mano de A Contracorriente Films, no es solo una película sobre la trastienda del mundo del cine, el taller que viste a éste. Es sobre todo un homenaje a las mujeres, concretamente a las que se convirtieron en las musas de su director.

Ferzan Özpetek explica que 'Diamanti' nace de su propia experiencia como ayudante de director, cuando visitaba grandes casas de costura para acompañar a actrices a pruebas de vestuario. Allí, tuvo la oportunidad de observar el cuidado por cada mínimo detalle en el vestuario que imperaba en esos talleres.

Hay quien 'lee' esta película como una secuela de Nuovo Olimpo (2023), aunque lo que tienen en común es que se basan en recuerdos de su director y en que son homenajes al cine. En 'Nuovo Olimpo', Özpetek muestra un  cine como lugar clandestino de encuentro gay y en una historia de amor frustrada entre dos jóvenes, en 'Diamanti' reúne a todas las actrices que formaron parte de su trayectoria cinematográfica -Luisa Ranieri, Jasmine Trinca, Sara Bosi, Loredana Cannata, Anna Ferzetti, Aurora Giovinazzo, entre otras- para un almuerzo y para la lectura de un guion que es el proyecto de su próxima película.

En ese cine dentro del cine, una de las actrices se atreve a desvelar una de las claves  de las películas del director: triángulos amorosos entre dos amantes varones y una esposa mujer que termina enredada afectivamente con al amante de su marido (Hamam, el baño turco, 1997, El hada ignorante, 2001). Özpetek reconoce que se trata de una película de mujeres, nada menos que un “vaginódromo” de 18 actrices.

Una comedia coral  entre costureras que trabajan incansablemente, modelos que presumen de ser mujeres empoderadas, hombres degradados a meros objetos sexuales. Entre trapos, strass, sedas, brocados, diamantes, volados, escotes, colas, corsets, alfileres y todo tipo de accesorios, se muestran los dramas de las mujeres del taller, alguna sufre la violencia machista, que pese a todo lograr generar en torno a ellas mundos de ilusión y de fantasía, y una vida más luminosa que la realidad.

El gran acierto de 'Diamanti' es cómo logra conmover en cada uno de esos intensos dramas, apenas vislumbrados. Y cómo insiste en un mensaje de fortaleza y de solidaridad reiterado por las mujeres del taller: “Somos como las hormigas. Parece que no valemos nada, pero todas juntas, todas juntas…”. 

Es una película sobre un taller de moda, sobre el cine, visto desde diferentes perspectivas, pero también sobre la maternidad, la sexualidad, la familia, las pasiones, la resiliencia. Y el único protagonista es la mujer. Los jóvenes  que llegan al taller a tomarse las medidas son objeto de todo tipo de comentarios e insinuaciones, solo sirven de entretenimiento a las costureras, son los únicos que muestran sus cuerpos frente a la cámara. Sus escenas son cortas, y los diálogos escasos y banales, como su presencia en la película. Los hombres tienen que asumir papeles secundarios de servicio y asistencia, ornamentales. 

Otro protagonista de 'Diamanti' es el taller, el principal pero no único escenario de las complejas vidas de las modistas. Más allá de las exigencias laborales, están el maltrato, presentado como una realidad que puede ser común a cualquier mujer; la lucha de una madre por entender y ayudar a un hijo con depresión; el drama de una perfeccionista, solitaria y hermética que no se permite error ni debilidad alguna en un mundo intransigente con el éxito femenino; la  madre soltera que debe ser cuidadora y proveedora al mismo tiempo; la que debe afrontar el duelo de haber perdido a una hija.

Cada mujer encarna una historia singular, pero al mismo tiempo colectiva. Y todas saben perfectamente que aquello que no se nombra tampoco se transforma. En 'Diamaniti', la palabra adquiere un rol protagonista. La voz que comparte el dolor es también la que acoge y cuida en un acto de resistencia frente al abandono y la indiferencia. Los diálogos sobre aquello que ocurre fuera del taller son en muchas ocasiones descarnados y severos, pero también un llamamiento a la resistencia colectiva, de nuevo el mensaje sobre las hormigas.

Finalmente, otro protagonista es el taller, un espacio que acoge a múltiples personajes al tiempo en una misma escena sin sacrificar nada. El caserón que acoge a la sastrería va adquiriendo una  personalidad propia a medida que se va llenando de maniquíes y trajes de época.

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