Diurno monta el taco con la oreja

Miguel Ángel Valero / Fotografías de Lucía Valero Merchante

Con el argumento de probar la 'penultima' propuesta gastronómica de Diurno (calle San Marcos, 37, Madrid, +34 915 220 009 y reservas@grupomercadodelareina.com), nueva visita al restaurante que ha revolucionado el barrio de Chueca.

Manteniendo los videos y DVD que recuerdan que allí estuvo uno de los mayores videoclub de Madrid, ha cambiado la ubicación de las mesas, provocando una mayor sensación de amplitud.

Nada más sentarnos, nos recibe un soberbio humus de aperitivo, para abrir el apetito. De beber, una cerveza muy bien tirada (algo cada vez más complicado de encontrar en Madrid); una soberbia sangría, cargadita y sabrosona.

Para compartir, los tacos de oreja. Desde el prejuicio, porque no hay nada más atrevido que la ignorancia, uno puede pensar que es una extravagancia gastronómica de Luis Miguel Moreno y su equipo. Porque se junta algo tan típico de Madrid como la oreja, un manjar por mucho que algunos lo sitúen entre la casquería, con algo tan mexicano como el taco.

Pero la verdad es que el chef de Diurno ha montado el taco con la oreja. Es de matrícula de honor. Porque, además, es un plato que puede servir para compartir o para un principal. En cualquier caso, hay que probarlo, degustarlo, saborearlo, porque es una auténtica maravilla. Y la presentación, impecable, marca Diurno.

Tras los tacos de oreja, es complicado mejorar la comida. Pero Diurno lo consigue. La lasaña se come con los ojos, de lo bien presentada que está. El pulpo braseado, una de las especialidades del restaurante, no desmerece. Y el lomo está espectacular, tanto en calidad (no es sencillo cogerle el punto, o está crudo o parece quemado, pero aquí lo logran) como en cantidad (hay algunos restaurantes en los que da grima ver el plato).

Para endulzar la suculenta comida, Diurno ofrece una carta de postres tan atractivos que se hace complicado elegir. Porque uno pediría todos. Tras mucho debate, el Flan de la abuela, crujiente de almendra y coulis de chocolate; el Milhojas crujientes con mousse de yogur griego con salsa de frutas del bosque; y la Tarta de queso al horno cremosa.

El servicio, como siempre, impecable, atento, amable. Se agotan los adjetivos.

Ahora, a esperar a que el chef de Diurno y su equipo saquen otro conejo de la chistera, para tener una excusa para volver a disfrutar del restaurante más innovador de la zona de Chueca.