El informe El sector primario y su evolución, dirigido por Javier San Martín, profesor de OBS (Planeta Formación y Universidades), resalta que la importancia estratégica del sector primario continúa vigente a pesar de que, conforme las sociedades se desarrollan, su contribución al PIB tiende a disminuir en favor de los sectores secundario y terciario. Así, en EEUU supone el 0,9% del PIB, y en el otro extremo está Somalia, donde supone un 55%.
La población mundial sigue aumentando mientras las tierras cultivables disminuyen como consecuencia de la degradación del suelo, el cambio climático y la cada vez menor disponibilidad de agua. A pesar de ello, la renta de sus trabajadores del sector primario tiende a mejorar más que la de los demás sectores. El motivo es que la digitalización está generando mayor eficiencia en el uso de los recursos naturales y otros insumos en las explotaciones agrarias, que a su vez permiten disminuir los impactos negativos sobre el ecosistema y aumentar los impactos positivos.
Por otro lado, la creciente liberalización del comercio mundial ha facilitado el acceso a mercados internacionales, lo que ha impulsado una mayor diversificación de productos y una especialización orientada a mejorar la adaptación a las demandas.
El sector primario supone el 2,3% del PIB español y genera 675.300 empleos, lo que representa el 3,4% del total de ocupados a tiempo completo. La producción y la renta agrarias presentan una tendencia creciente en los últimos 34 años y ello a pesar del descenso del número de explotaciones, lo que indica que se ha ganado en productividad y en competitividad. La producción agrícola y ganadera de 2024 registró un valor récord de 68.430 millones€: 38.830 millones (57%) provenientes de la agricultura, sobre todo de hortalizas(19%) y frutas (18%); y 28.077 M (41%) de la ganadería, principalmente porcino.
Estas cifras consolidan a España como uno de los principales productores europeos junto a Francia, Alemania e Italia. En cuanto a la renta agraria se sitúa en la primera posición de Europa con el 18% del valor de la UE, que alcanzó los 211.817 millones€ en 2024. Las Comunidades Autónomas que más contribuyen a ello son Andalucía, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Por su parte, Canarias, la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana son las regiones que poseen las tierras más productivas.
En los próximos años, la producción de olivar en seto será clave en Andalucía y Castilla-La Mancha. La apuesta andaluza por cultivos muy rentables como el mango, el aguacate o los arándanos supondrán una evolución muy positiva. Y algo similar ocurrirá en la región de Murcia. Por su lado, Cataluña y Valencia liderarán la producción de frutas y hortalizas, y verán una creciente demanda nacional e internacional.
La diversificación y especialización serán cruciales. Galicia, con un fuerte sector pesquero y de acuicultura, mantendrá su liderazgo en la producción de productos del mar, siempre con un enfoque en la sostenibilidad. Y Extremadura tiene un potencial significativo en la producción del cerdo ibérico y en cultivos como el tomate y el olivar.
En el ámbito de la pesca, España lidera la capacidad de la flota pesquera de la UE con 307.000 toneladas brutas, lo que representa el 24% del total comunitario. Se han contabilizado 8.432 embarcaciones a 31 de diciembre de 2024, concentradas principalmente en Galicia. El volumen de capturas es de aproximadamente 807.000 toneladas por año, con unos ingresos de 2.100 millones€. Por su parte, la producción de acuicultura es de en torno a las 273.000 toneladas con un valor de producción de aproximadamente 809 millones. En cuanto a la superficie forestal, ocupa el 55% de la total de España, y la producción de madera se mantiene en cifras cercanas a los 14 Mm3, con un valor comercial en torno a los 800 millones.
Desarrollo de la agricultura de precisión
En los seis próximos años la agricultura en España se verá impulsada por la innovación tecnológica y la sostenibilidad. Se espera un aumento en la adopción de técnicas de agricultura de precisión, que optimizan el uso del agua y los nutrientes, y cultivos más resistentes a los cambios del clima. El tamaño medio de las explotaciones continuará creciendo, los profesionales poco a poco irán rejuveneciendo, estarán cada vez mejor preparados y las nuevas tecnologías permitirán detectar con más acierto las necesidades del mercado. En la velocidad de estas transformaciones jugará un papel destacado el apoyo en formación y asistencia técnica tanto de las administraciones públicas como de las Cooperativas Agroalimentarias, que deberían seguir concentrándose y especializándose para poder proveer de servicios. Tendrán que fomentar las cooperativas de segundo grado especializadas en la comercialización. Deberán jugar un papel más activo en la compra y uso compartido de maquinaria y otros suministros, así como en el aprovechamiento y la valorización de residuos agrarios como fuentes de alimentación del ganado, fertilizantes o recursos energéticos. Tendrán que fomentar las prácticas agrícolas sostenibles y agroecológicas, así como la capacitación y educación de los agricultores sobre cómo incrementar sus producciones con las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas de cultivo.
En la ganadería, uno de los retos será reducir la huella ambiental, por eso el desarrollo de alimentos que limiten la generación de gases de efecto invernadero, en especial de metano, es la línea más prometedora en los animales de explotaciones extensivas. En las intensivas, la recuperación de estos gases para su valorización energética. Otras medidas necesarias para los próximos años, explica el informe de OBS, serán la implementación de programas de mejoramiento genético, la promoción del bienestar animal y las prácticas de ganadería extensiva, así como favorecer la diversificación de productos, incluida la producción de proteínas alternativas. Seguramente la producción de insectos para alimentación humana y animal ganará protagonismo también.
La pesca, por su lado, se verá forzada a adaptarse a regulaciones más estrictas y condiciones de pesca sostenibles. Se espera que la industria se enfoque en la conservación de especies y el uso de prácticas pesqueras responsables y sostenibles que minimicen la sobreexplotación de recursos. Para garantizarlo se espera la implementación de sistemas de trazabilidad en la cadena de suministro. El uso de nuevas tecnologías, en especial la inteligencia artificial, servirá para detectar los mejores caladeros y la clasificar las especies presentes en ellos. Por otro lado, para paliar la falta de relevo generacional en el ámbito pesquero será necesario desarrollar políticas específicas que animen a los jóvenes.
Pero como compensación de esa previsible mala evolución de la pesca se espera un fuerte desarrollo de la acuicultura. Este subsector se proyecta como uno de los más dinámicos, con un crecimiento sostenido en la producción que permitirá compensar la reducción de capturas en la pesca tradicional. Una línea de trabajo prometedora es el desarrollo de la acuaponía, un sistema de producción alimentaria que combina la acuicultura y la hidroponía (cultivo de plantas sin suelo). Este sistema se puede considerar como un círculo virtuoso pues los desechos de los peces se convierten en el fertilizante de las plantas y, a su vez, estas ayudan a limpiar el agua.
También se avanzará en la certificación de acuicultura sostenible para aumentar la confianza del consumidor. Y se seguirá trabajando en la introducción de nuevas especies de mayor valor comercial como el atún rojo, el lenguado, el rodaballo o el pulpo, que permitan el crecimiento sostenido del sector.
El subsector forestal se centrará en la gestión sostenible de sus recursos, pues la reforestación y la biomasa se consideran vitales para combatir el cambio climático. Entre las acciones principales está la promoción de la madera como material de construcción y materia prima de otros sectores industriales. Ello puede suponer una fuente de nuevos empleos para proveer no sólo de madera, sino también de biomasa a partir de los residuos de la poda para su aprovechamiento energético o como fertilizante. Además, una orientación de los planes de reforestación hacía especies con mayor capacidad de absorción de gases de efecto invernadero podría suponer un empuje importante a la descarbonización de la economía en general y del sector primario en particular. Es importante impulsar proyectos que permitan incrementar la rentabilidad de los bosques fomentando en ellos actividades complementarias como la producción de setas, el pastoreo, las hierbas medicinales, la apicultura, etc.
La transformación del sector primario en España ha sido enorme y en su recorrido hacia 2030 presenta oportunidades excepcionales, pero también grandes desafíos marcados por la falta de agua y de trabajadores. Quizá el creciente número de emigrantes que están llegando a España podría servir de refuerzo, apunta el informe de OBS.