27 Jul
27Jul

Miguel Ángel Valero

El segundo semestre de 2025 plantea un panorama complejo, pero moderadamente optimista para los inversores en infraestructuras. Aunque las tensiones comerciales globales y la incertidumbre política han reducido las expectativas de crecimiento económico, el sector de infraestructuras sigue mostrando una notable resiliencia. Europa destaca como una región de relativa estabilidad y oportunidades, respaldada por una política monetaria acomodada, un sólido impulso político y un elevado interés por parte de los inversores.

Richard Marshall, Head of Infrastructure Research de DWS, cree que la capacidad del sector de las infraestructuras de ofrecer protección frente a la ralentización del crecimiento económico será clave durante el resto de 2025 y hasta 2026. Aunque el impacto directo de los aranceles en Europa ha sido relativamente limitado, la incertidumbre ha deteriorado la confianza inversora, lo que previsiblemente cargará el crecimiento económico.

La moderación en los niveles de inversión, como consecuencia de la incertidumbre en el mercado global, ya se han incorporado en la revisión a la baja de los escenarios de crecimiento económico para 2025 y 2026. El escenario macroeconómico previsto a comienzos de año contemplaba unas condiciones relativamente favorables para el mercado europeo de infraestructuras, aceleración del crecimiento, tipos de interés en trayectoria descendente hacia niveles más expansivos y un entorno inflacionario más benigno. Sin embargo, los riesgos para estas previsiones estaban sesgados a la baja, principalmente por las promesas electorales de la administración de Trump de imponer nuevos aranceles comerciales. Este riesgo se materializó con rapidez, con medidas adoptadas por EEUU que fueron más allá de dirigirse a socios comerciales clave, también se aplicaron a nivel mundial, así como aranceles recíprocos aplicados contra EEUU, por parte de múltiples socios comerciales importantes.

Desde entonces, las negociaciones en curso entre EEUU. y otros mercados – así como la aplicación intermitente de aranceles durante dichas conversaciones – han dejado a la economía global en un estado de incertidumbre e inquietud. Dada la amplitud de posibles resultados de desenlaces comerciales en curso, en DWS vaticinan "una nueva reducción de la inversión empresarial que seguirá lastrando el crecimiento, hasta el punto de que probablemente seguirá siendo el principal motor de la desaceleración económica, por encima incluso de los propios bienes arancelarios".

La perspectiva de crecimiento económico a medio plazo presenta menos claridad. En el escenario base actual, la guerra comercial ha generado un doble impacto sobre Europa: un aumento de los aranceles y un elevado nivel de incertidumbre comercial. Esta incertidumbre ha limitado las perspectivas de crecimiento de Europa para 2025 y 2026.

Desde un punto de vista más positivo, la relajación de la política fiscal en Alemania y otros Estados miembros debería respaldar el crecimiento en la zona euro. Estas noticias más positivas para el crecimiento, reflejo de un cambio relevante en la actitud hacia la inversión en Europa, pueden dar lugar a un escenario de crecimiento más alcista. En éste, las políticas de Trump actuarían como catalizador para que Europa refuerce sus economías mediante programas de renovación impulsados desde el Estado, lo que previsiblemente implicaría un mayor gasto en infraestructuras.

No obstante, este escenario alcista se ve contrarrestado por un escenario bajista que, dadas las negociaciones comerciales erráticas de los últimos meses, resulta igualmente probable. Si las negociaciones comerciales fracasan y se restablece el régimen arancelario del “Día de la Liberación” contra los principales socios comerciales, las perspectivas de crecimiento, tanto a nivel global como europeo, se verían gravemente perjudicadas. Aunque la economía europea presenta una menor proporción del PIB vinculada directamente a las exportaciones hacia EEUU, una desaceleración generalizada de la economía global también afectaría negativamente las perspectivas de crecimiento en Europa.

Oriente Medio, factor de incertidumbre

Además, los acontecimientos en Oriente Medio constituyen un factor de incertidumbre relevante para las perspectivas de inflación. Los precios de la energía fueron el principal motor del repunte inflacionario de 2022, y el riesgo de que se interrumpa el suministro energético desde el Golfo Pérsico hacia Europa podría volver a ejercer presión alcista sobre los precios.

Antes de la escalada geopolítica en la región, el escenario previsto para la inflación y los tipos de interés en 2025 presentaba un panorama mixto, aunque moderadamente optimista, especialmente en el contexto europeo. Tras un periodo en el que la elevada inflación y el endurecimiento de los tipos jugaron un papel determinante en el comportamiento del sector de infraestructuras durante 2023 y 2024, en 2025 la inflación en Europa ha ido alineándose de forma progresiva con el objetivo del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE), con una persistencia inflacionaria limitada principalmente a los sectores de servicios. Esta evolución ha permitido al BCE adoptar una postura monetaria más flexible.

"Nuestras previsiones contemplan un último recorte de tipos en 2025, hasta el 1,75%, nivel en el que se mantendrían estables, dando por finalizado el ciclo de recortes en la Eurozona", apunta el experto de DWS.

En contraste, la Reserva Federal continúa condicionada por la fortaleza de su economía, lo que previsiblemente restringirá su margen a un único recorte de tipos en 2025 y desplazará el inicio de un ciclo más amplio de bajadas hacia 2026.

Aunque el impacto inflacionario derivado de una eventual escalada arancelaria continúa siendo incierto, se espera que las presiones resultantes afecten con mayor intensidad a los consumidores estadounidenses que a los europeos, dada la menor exposición de Europa al comercio internacional de bienes.

En términos generales, las condiciones macroeconómicas actuales – crecimiento moderado, descenso de los tipos e interés e inflación estable – deben considerarse favorables para la inversión en infraestructuras, en la medida en que se reducen las presiones de costes para las empresas. No obstante, la variedad de posibles escenarios macroeconómicos derivados de las negociaciones arancelarias y de los conflictos en Oriente Medio podría dar lugar a una nueva oleada de incertidumbre en los mercados de infraestructuras.

Captación de fondos con solidez

"Nuestras perspectivas para 2025 siguen siendo positivas en términos de impulso de mercado, si bien es probable que el rendimiento se vea limitado por un crecimiento económico inferior al previsto", insiste Richard Marshall. La captación de fondos del segmento de infraestructuras ha arrancado con solidez, especialmente en Europa.

Con los datos anuales de 2024 ya publicados por los principales índices de referencia de renta variable privada en infraestructuras, se han cumplido las expectativas recogidas en el 2025 Strategic Outlook publicada a comienzos de año, el comportamiento de la clase de activo fue más heterogéneo que en ejercicios anteriores. Los retornos totales correspondientes a 2024 muestran una notable dispersión, con algunos índices situándose en línea con las medias históricas del sector, y otros reflejando un ejercicio considerablemente más débil. El índice SIPA (Scientific Infrastructure & Private Assets) Infra300 cerró el año con una rentabilidad ligeramente superior al 1%, a pesar de haber mantenido una trayectoria alcista durante los tres primeros trimestres, lo que pone de manifiesto las diferencias metodológicas que inciden con su comportamiento frente a otros índices comparables. El aumento de los tipos de interés en la primera mitad de año, combinado con una inflación moderada, incrementó las presiones sobre los costes operativos de determinados activos, afectando negativamente a su rentabilidad.

Al observar el análisis y rentabilidad a largo plazo, la clase de activos e infraestructuras ha continuado mostrando un rendimiento sólido a lo largo de múltiples periodos económicos adversos. Todos los índices de referencia registran retornos totales positivos en los horizontes de corto, medio y largo plazo, incluso en contextos tan exigentes como la pandemia y la recesión asociada, la crisis energética de 2022 y el periodo inflacionario posterior, así como el entorno de tipos de interés más elevados que se produjo a continuación.

La descorrelación respecto a los mercados financieros internacionales, impulsada por la naturaleza específica de estos activos, sus sólidas posiciones competitivas y la capacidad de generación de caja de las infraestructuras operativas, ha permitido mantener una rentabilidad total constante, situada en una horquilla de dígitos altos de un solo dígito a bajos de doble dígito, para una exposición amplia y diversificada a esta clase de activo.

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