09 Sep
09Sep

Miguel Ángel Valero

El primer ministro de Francia, François Bayrou, presenta su dimisión tras perder abrumadoramente (364 No frente a 194 Sí) el voto de confianza convocado por él mismo en agosto para medir el respaldo parlamentario a su plan de consolidación fiscal de 44.000 millones€ y reducir el déficit del 5,4% previsto para este año a 4,6% en 2026. 

En 2024, Francia registró el tercer mayor déficit y la tercera deuda más abultada de los 27 países comunitarios 

Antes de la votación, Bayrou advirtió a los legisladores: “Tenéis el poder de derrocar al gobierno, pero no el poder de borrar la realidad”. Mientras partidos como los socialistas y la extrema derecha de Marine Le Pen presionan por elecciones anticipadas, Macron ha descartado esa posibilidad y ha confirmado su intención de permanecer en el cargo hasta 2027. 

Para ello, deberá nombrar a un nuevo primer ministro capaz de aprobar los Presupuestos de 2026 en una Asamblea Nacional profundamente fragmentada. No existe un plazo constitucional para nombrar al nuevo primer ministro: Macron tardó dos meses en designar a Michel Barnier, antecesor de Bayrou, y una semana en nombrar al propio Bayrou. Las entrevistas con representantes de los distintos partidos reflejan la falta de consenso sobre el rumbo del próximo gobierno: el líder socialista se propone como próximo primer ministro, aunque tanto los republicanos de centroderecha (Los Republicanos) como la extrema izquierda (Francia Insumisa) han rechazado apoyar un gobierno liderado por él.

Mientras, Macron se compromete a presentar un nuevo nombre como primer ministro "en los próximos días".

Lombard Odier

Samy Chaar, economista jefe y CIO de Suiza de Lombard Odier, lo tiene claro: "Un nuevo gobierno no cambia la historia fundamental de Francia". Los problemas políticos y fiscales de Francia no desaparecerán con un cambio de primer ministro. Sin embargo, pese a la escasa perspectiva de reducir un elevado déficit presupuestario, "vemos factores que atenúan las preocupaciones del mercado":

  • Esperamos que el presidente Macron nombre a un nuevo primer ministro y a una nueva administración tras la pérdida de una moción de confianza por parte del primer ministro François Bayrou. Consideramos menos probable la convocatoria de nuevas elecciones.
  • Creemos que el coste de la deuda francesa seguirá siendo elevado en cualquier caso, debido a un parlamento fragmentado y a las continuas dificultades en la toma de decisiones políticas.
  • No prevemos que una crisis política se convierta en una crisis financiera: la balanza por cuenta corriente de Francia está en gran medida equilibrada, el presidente Macron garantiza un cierto grado de continuidad política y el Banco Central Europeo (BCE) actúa como un sólido respaldo financiero.
  • En agosto redujimos la exposición a bonos gubernamentales a infra ponderar, prefiriendo bonos corporativos con grado de inversión y bonos de mercados emergentes en divisa fuerte.

El riesgo radica en la posibilidad de otro Gobierno de corta duración y las dificultades para aprobar el presupuesto antes de fin de año. La alternativa, menos probable, sería que Macron convoque elecciones anticipadas, lo que probablemente daría como resultado un gobierno fragmentado y un mayor apoyo a la extrema derecha (Rassemblement National). 

En cualquier caso, la situación fundamental de Francia no cambiará. El nivel de deuda pública francesa sigue siendo uno de los más altos entre las economías occidentales. En las últimas semanas, los mercados han tenido en cuenta las preocupaciones políticas y fiscales, lo que ha contribuido a que el rendimiento de los bonos del Tesoro francés a 10 años (OAT) alcanzara su nivel más alto desde la crisis de la deuda soberana de la Eurozona, y el aumento de la brecha entre la deuda pública francesa y alemana. 

"Prevemos que la brecha entre los bonos franceses (OAT) y alemanes (Bund) se mantendrá amplia y volátil; podría alcanzar los 100 puntos básicos si persiste la incertidumbre. La revisión de la perspectiva de la deuda soberana de Fitch el 12 de septiembre podría conllevar otra rebaja de la calificación de Francia", avisa. 

Por supuesto, las preocupaciones sobre la situación fiscal y las políticas económicas no son exclusivas de Francia. Recientemente, han elevado el coste del capital en otros mercados, como EEUU, Japón y el Reino Unido. El déficit presupuestario francés es elevado, y las posibilidades de subir impuestos o recortar el gasto son escasas. El gasto público francés podría gestionarse de forma mucho más eficiente. El sistema fiscal francés es ineficiente, y el gasto social, a pesar de los altos impuestos y tasas, genera pocos beneficios económicos. "Preferiríamos que Francia implementara planes de inversión como Alemania, pero la voluntad política para cambiar el statu quo es mínima. La parálisis política significa que el déficit francés probablemente seguirá siendo elevado, y cuando los costes de financiación superan el potencial de crecimiento de un país, como ocurre en Francia, aumentan los riesgos económicos", comenta. 

"Sin embargo, creemos que es poco probable que la crisis política y las preocupaciones fiscales de Francia se conviertan en una crisis financiera. En nuestra opinión, el debate sobre la sostenibilidad de la deuda está algo exagerado. El sector privado, con balances empresariales sólidos y un alto nivel de ahorro de los hogares, se omite inexplicablemente en el análisis. Un equilibrio en la balanza de pagos significa que Francia no necesita financiación externa para su deuda", explica. 

El BCE también actúa como un eficaz respaldo financiero, con el Instrumento de Protección de la Transmisión, diseñado para protegerse de las «dificultades en la transmisión de la política monetaria», incluyendo el aumento excesivo de la brecha de rendimiento.

 El presidente Macron, cuyo mandato está asegurado hasta 2027, también aporta un importante elemento de continuidad y estabilidad política. Mientras tanto, la autonomía energética, militar y alimentaria de Francia se mantiene sólida en un nuevo orden mundial. 

"Hasta ahora, los problemas políticos franceses no han motivado ningún cambio en nuestra estrategia de inversión. Ya habíamos reducido nuestra exposición a bonos soberanos globales a principios de agosto ante el creciente interés del mercado por las cuestiones fiscales y la caída de los bonos a largo plazo en muchas economías desarrolladas. Actualmente, preferimos la deuda corporativa de grado de inversión y los bonos en divisas fuertes de mercados emergentes dentro de las carteras de renta fija, ya que ofrecen un perfil de riesgo/rentabilidad superior al de los bonos soberanos en este momento, con rendimientos totales aún atractivos. Si bien la volatilidad del euro podría aumentar ante la prolongada incertidumbre política en Francia, creemos que la moneda única se beneficiará de la debilidad general del dólar estadounidense, y prevemos que el tipo de cambio EUR/USD se sitúe en 1,22 en los próximos 12 meses. Nuestra perspectiva sobre el CAC 40 es neutral, aunque podría experimentar cierta volatilidad en el mercado de acciones. Mantendremos una perspectiva neutral general para las acciones de los mercados desarrollados. En general, preferimos las acciones de los mercados emergentes, donde mantenemos una ligera sobre ponderación", concluye.

Franklin Templeton

Por su parte, Michael Browne, Global Investment Strategist del Franklin Templeton Institute, señala que no sorprende que el primer ministro Bayrou haya perdido la moción de confianza y que el presidente Macron busque ya a su quinto primer ministro desde comienzos de 2024. Las elecciones mal planteadas que se celebraron hace justo un año agravaron la inestabilidad política de un país con un déficit fiscal superior al 5% y una deuda sobre PIB del 116% en aumento. Pero sin una base política en la Asamblea (Parlamento) que respalde recortes de gasto o subidas de impuestos, no hay esperanza de resolución. El único objetivo político de Macron parece ser impedir que el partido de Le Pen, la RN, forme gobierno o proporcione al próximo presidente y, por tanto, el déficit puede esperar. Septiembre traerá una oleada de huelgas convocadas tanto por la izquierda como por la derecha, que de nuevo serán ignoradas y se dejarán pasar.

"Ese juicio probablemente sea correcto: Francia cuenta con el respaldo de la UE, del BCE y del euro, y no va a ninguna parte. Su sistema financiero es sólido. Cierto es que es el único país de Europa donde los diferenciales se han ampliado frente a Alemania, pero solo en 80 puntos básicos (pb). No habrá crisis de divisa ni de financiación", subraya.

Así que, quienquiera que asuma el cargo —ya sea un veterano, un tecnócrata, un centrista o un perfil de centroizquierda (no será, cabe subrayar, de la extrema izquierda ni de la extrema derecha)—, no importará. No se espera de él que logre nada. Simplemente, capear la situación hasta 2027 y confiar en que la mejora económica en Europa, impulsada por el canciller alemán Mertz, genere suficiente crecimiento para compensar el riesgo de llevar dos años sin Presupuestos nuevos. El mercado de bonos se muestra tranquilo, mientras que la renta variable ha sufrido, no tanto por las dificultades políticas como por la debilidad en las ventas de bienes de lujo. Un gobierno operativo es, claramente, un lujo que a Francia no se le permitirá; y cuando lo tenga, en 2027, los mercados estarán preparados con su veredicto.
  

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