Miguel Ángel Valero
La inversión en infraestructuras privadas, que cubren servicios esenciales para la sociedad y para la actividad económica, ofrece preservación del capital y crecimiento a largo plazo, apoyado en una demanda estable, ingresos regulados o garantizados por contratos de larga duración, resiliencia frente a los ciclos gracias a unos flujos de caja predecibles, protección frente a la inflación, baja volatilidad, diversificación de la cartera, y descorrelación de los mercados. Factores que explican que, en los últimos diez años, haya sido la segunda más rentable (10%), solo superada por el 'private equity' (14%).
Al mismo tiempo, en un entorno de creciente incertidumbre como el actual, es una clase de activo muy valorado por los inversores, especialmente los institucionales. Pierre Sáenz Lafourcade, socio responsable de Infraestructuras en Arcano, resalta que es una inversión que, vía fondos, está al alcance de un particular.
La inversión en infraestructuras ofrece al menos retornos comparables a la renta fija, pero con la posibilidad de apreciación del capital y, por tanto, mayor rentabilidad. "Es un activo necesario en carteras robustas", subraya Sonia Pérez Castro, directora de Comunicación y Marketing de la gestora de activos alternativos.
Las infraestructuras ya suponen el 8% de la captación de fondos alternativos en 2024. unos 100.000 millones$, gracias a su carácter defensivo y a su capacidad de ofrecer rentabilidad en cualquier escenario de tipos bajos y refugio cuando está altos.
Al mismo tiempo, Carlos Ruiz de Gauna, managing director en la gestora, resalta que permiten al inversor acceder a las megatendencias: digitalización, descarbonización, desglobalización. La transición energética es un componente fundamental de la cartera de un inversor en infraestructuras: generación, almacenamiento, transmisión, tecnologías para mejorar la red. La creciente necesidad de seguridad y de independencia energética está transformando el sector, que ha experimentado un ajuste en sus valoraciones que hace que sea una interesante oportunidad de entrada. Los inversores exigen más rentabilidad y una mayor selectividad en exposición geográfica y tecnológica.
En infraestructuras digitales están la computación, el almacenamiento en la 'nube', el comercio electrónico, los centro de datos, las torres de telecomunicaciones, las redes de fibra óptica, la tecnología 5G y 6G. Como las tradicionales, cuentan con contratos a largo plazo indexados a la inflación y una demanda estable, que garantizan flujos de caja recurrentes.
En transporte y logística, el tráfico ha recuperado los niveles prepandemia. La tendencia al acercamiento de las fábricas para garantizar las cadenas de suministro genera atractivas oportunidades de inversión en redes logísticas regionales e infraestructuras transfronterizas. La exigencia de sostenibilidad obliga a inversiones en electrificación del transporte público, la modernización de infraestructuras (en EEUU la antigüedad media es de 50 años) mediante esquemas de colaboración público-privada.
"Los europeos comprarán coches eléctricos chinos que han sido ensamblados en fábricas situadas en Europa", insiste el socio responsable de Infraestructuras de Arcano. Cree que el giro proteccionista de EEUU con los aranceles de Trump, o la incertidumbre política en países clave de Europa como Francia o Alemania, no alteran la hoja de ruta a largo plazo en descarbonización, digitalización, y autosuficiencia energética.
"La incertidumbre a corto plazo no debe interpretarse como un obstáculo, sino como un componente natural del ciclo inversor. Estos períodos, de hecho, pueden representar momentos atractivos para invertir en activos reales que ofrezcan estabilidad, cobertura frente a la inflación, y exposición directa a megatendencias", recalca el informe de Arcano.
Buen momento
Los expertos de Arcano insisten en que la confluencia de factores macroeconómicos, estructurales y políticos, el ajuste en las valoraciones, la reducción de los tipos de interés (que abarata los costes de financiación de los activos de infraestructuras), la elevada liquidez existente en le mercado, incrementan el apetito inversor, favorecen tanto el desarrollo de nuevos proyectos como la revalorización de los activos existentes, y también las oportunidades rentables de desinversión.
A esto se suma que los Gobiernos, tanto en EEUU como en Europa, respaldan el desarrollo de infraestructuras mediante subvenciones, incentivos fiscales y garantías públicas. Y que se incrementa la relevancia estratégica de las infraestructuras.
Por ello, creen que "nos encontramos en un momento especialmente oportuno para ampliar la exposición a infraestructuras" y para que el inversor pueda "capturar valor antes de que aumente la competencia".