Miguel Ángel Valero
El Primer Estudio Nacional sobre la Vivienda a partir de los 55 años, impulsado por Leroy Merlin en colaboración con el Colegio de Arquitectos de Madrid, y realizado por Sigma Dos, muestra que el 70% de los mayores de 55 años (el colectivo sénior) retrasa la adaptación de su hogar hasta bien entrada la jubilación. Algo que los expertos en gerontología, interiorismo y arquitectura adaptada consideran un error, porque más allá de eliminar las barreras arquitectónicas que pueden limitar la movilidad como cambiar la bañera por la ducha, también debe darse respuesta a otros aspectos esenciales como el arraigo, la autonomía y el bienestar.
“Con nuestra experiencia de atención al cliente hemos detectado que hay bastante desconocimiento sobre las adaptaciones que pueden hacerse para prolongar la vida en el hogar. Así que, con el informe queremos invitar a la reflexión, pero sobre todo abrir la conversación en relación a si nuestras viviendas están adaptadas para esa fase de la vida”, destaca Sergio Vicente, director de Marca y Comunicación de Leroy Merlin, durante la presentación del estudio en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Y eso que a los sénior les quita el sueño no poder seguir viviendo en su propio hogar. Aunque el 83% les preocupa tener dificultades para seguir valiéndose por sí mismos en su propia casa cuando tengan más edad, solo el 42% ha realizado ya cambios en su vivienda para adaptarla en previsión de las necesidades futuras. El 68% no considera necesario hacer adaptaciones en el hogar derivadas de la edad antes de los 71 años.
Frente a esta postura, los expertos en gerontología enfatizan la importancia de alargar el máximo posible el tiempo de vida en el hogar, como fundamento de su bienestar, y que abandonarlo para ir a una residencia debería ser siempre el último recurso. Para ello, es clave mejorar las condiciones de movilidad y seguridad de las viviendas.
Para el 63,6% de los mayores de 55 años, la razón con más peso a la hora de hacer reformas en la vivienda es la adaptación a sus nuevas condiciones físicas para poder moverse con libertad y evitar ayuda externa. El 53% coincide poner el foco en la prevención de problemas de dependencia, y el 52,5%, en la mejora de la seguridad ante posibles caídas y accidentes domésticos. El 52% de quienes tienen más de 55 años estaría dispuesto a realizar las adaptaciones fundamentales y la reforma preventiva más frecuente tiene que ver con la adaptación del baño.
Arquitectos e interioristas consideran que hay reformas clave para asegurar la independencia y autonomía. El temor a dejar de ser autónomos afecta a la autoestima e inseguridad de estas personas podría mitigarse con ciertos cambios como retirar alfombras o mejorar la iluminación
Rechazo a la pérdida de intimidad
El 45,4% de los mayores de 55 años está dispuesto a perder algo de espacio para reformar su vivienda y adaptarla a las necesidades derivadas de la edad. Le siguen estar dispuestos a renunciar a cierta identidad (18,8%), los recuerdos (15,7%) y la comodidad (15,2%). Tan solo el 4,9% aceptaría perder intimidad para adaptar su hogar.
Para Juan Juárez, arquitecto y socio del estudio de arquitectura Aruid, “esa defensa a ultranza de la intimidad en la vejez nos lleva a veces a rechazar atractivas oportunidades de viviendas adaptadas en régimen de cohousing o coliving, un tipo de hogar compartido muy interesante para afrontar los retos de la edad. Pero se trata de un prejuicio sin fundamento. La vivienda colaborativa tiene muy en cuenta la privacidad”.
Como disparadores positivos del cambio y las reformas, aparece el deseo de recuperar como propios y reconvertir espacios de la casa con la marcha de los hijos o con la jubilación. Tras esta actitud, se esconde una motivación de disfrute y reencuentro con uno mismo: el recuperar un hobby o hacer espacios más amplios y luminosos, tirando tabiques y suprimiendo habitaciones. “Es una oportunidad para una vivienda más flexible con sistemas de compartimentación cambiantes, módulos de almacenamiento o camas abatibles integradas que darán lugar a estancias más amplias y luminosas que se pueden reorganizar a conveniencia”, comenta José Ignacio Braquehais Conesa, arquitecto y socio del estudio de arquitectura tresunouno.
Dificultades económicas
En general, los problemas económicos son la principal barrera para realizar los cambios que necesitan las viviendas. Esta circunstancia se acentúa en los hogares con menor nivel de ingresos (53,2%). De hecho, el 44% de la población de 55 y más años de edad invertiría más de 5.000€ en adaptar su vivienda a sus necesidades derivadas de la edad.
Otra de las trabas que suelen encontrarse los mayores son los propios hijos, que pueden suponer una barrera y un freno en las decisiones de compra de los padres ya mayores, y no autorizar o validar la reforma propuesta.
Proteger al máximo la movilidad y la seguridad de las personas mayores, suele hacer que las reformas tiendan a crear espacios más funcionales, más minimalistas y con menos decoración superflua. El exceso de muebles, enseres, alfombras y otros elementos puede suponer un peligro para los mayores y es bueno contar con los menos posibles. No obstante, los objetos juegan un papel estabilizador de la identidad y de la memoria de las personas mayores. Son su “arraigo” y, por tanto, no es conveniente despojarles de ellos. Se trataría ante todo de llegar a un término medio entre la movilidad segura y el apego de la persona al hogar y sus objetos
Los mayores de 55 años destacan la adaptación del baño (41,3%) como la necesidad que se cubre más frecuentemente. A pesar del deterioro generalizado de la visión en este colectivo, solo un 8,6% hacen adaptaciones para mejorar la iluminación en el hogar. El 90% de los seniors que ya han realizado una reforma la han hecho en el baño, seguido de lejos por la cocina (35,5%). En último lugar sitúan el ensanchamiento de pasillos y puertas, con un 10,2%.
“Cambiar los sistemas de almacenaje de la cocina, que nos eviten agacharnos o coger cosas de armarios demasiado altos, es ya motivo para acometer una reforma”, sugiere Sara Solé Wert, arquitecta y socia fundadora de tresunouno.
Si hay algo en lo que coinciden las personas mayores de 55 años en lo referente a reformas y adaptaciones de sus hogares es que quieren evitar tomar decisiones. Si se animan a realizar una reforma, prefieren que alguien se encargue de todo de principio a fin (36,1%). "Estamos notando un aumento en la demanda de proyectos llave en mano. Los clientes quieren que les asesoremos y ayudemos a seleccionar los productos, pero también que se los instalemos sin que ellos tengan que participar en este último proceso", añade Sergio Vicente, de Leroy Merlin.