Miguel Ángel Valero
Fotografías de Lucía Valero Merchante
Regreso a El Ancla del Lago (Paseo María Teresa, 2, Casa de Campo, Madrid; reservas: 91.354.36.07, info@restauranteelancladellago.com) con la excusa de probar la ensalada de pimientos, uno de sus platos estrella. Porque todos los sábados de septiembre, el restaurante que ha revolucionado la oferta gastronómica en la Casa Campo ofrece una degustación gratuita de su famosa ensalada de pimientos de 11:00 a 12:00 horas.
Como siempre, una acogida inmejorable, pese a estar el restaurante prácticamente lleno en su amplia terraza, uno de los mejores sitios para disfrutar del Lago y de las vistas: el edificio de Telefónica, la Torre de Madrid, el Edificio España, el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Galería de las Colecciones Reales (un gran edificio, pero que no 'pega' ni con el Palacio Real ni con la Catedral), entre otros.
Además de las espectaculares panorámicas, es una terraza que garantiza frescor y sombra, lo que siempre se agradece. Lo mismo que un servicio atento, proactivo, pese a que se le multiplica el trabajo.
Una cerveza fresquita, bien tirada (algo cada vez más difícil de encontrar en el Madrid turístico, no en los bares de barrio, donde todavía se mantiene la tradición), y el siempre refrescante tinto de verano, las bebidas elegidas.
Luego, sin necesidad de pedir, llega la ensalada de pimientos asados con ventresca y cebolla morada. Una propuesta marca de la casa que gobiernan Luis y Adelino: platos tradicionales donde se da la máxima prioridad a la calidad del producto.
"Elaboramos una comida de marcado acento tradicional donde predominan el producto de alta calidad. Traemos nuestra carne y pescado de los mejores proveedores de nuestra comunidad, para poder llevar a su mesa unos platos de gran sabor y de los cuales nos sentimos orgullosos", cuentan los chefs de El Ancla del Lago.
El restaurante presume, y con razón, de su comida típicamente mediterránea, donde predomina el marisco, los pescados y "las mejores carnes de la zona".
Tras la ensalada de pimientos, sus no menos famosas croquetas de jamón. Espectaculares, y no solo por su tamaño XXL. Se derriten en la boca haciendo de su ingesta una auténtica experiencia de placer, reforzada por sus patatas paja, el mejor acompañamiento posible de este plato. Toda una irresistible tentación.
Y, sin previo aviso, un entrecot con patatas, también gigantesco, pero sin que la cantidad vaya en perjuicio de la calidad. Todo lo contrario. Obviamente, para gustos, los colores. A unos les parecerá poco hecho. A otros, casi crudo. A los más, en su punto. Pero la verdad es que, pese a su tamaño, se come bien, sin prisa pero sin pausa, saboreando una carne madurada y sobresaliente.
En su lugar, un té negro pakistaní, que siempre suena exótico, pero que es ideal para la sobremesa y para facilitar la digestión de tan suculentos manjares.
Ante tan pantagruélico banquete, unanimidad en renunciar al postre, pese a la tentadora carta: tarta de queso (otra de las especialidades de El Ancla del Lago), de chocolate, al whisky; flan, pudin, arroz con leche, helados, filloas rellenas de crema; por supuesto, fruta del tiempo; y los misteriosos especiales de la casa, para dos personas o para cuatro, que deben de ser una orgía de sabores (también de olores y de colores) pero también de calorías.
Ahora, a esperar la oportunidad para volver a la Casa de Campo, al pulmón de la capital de España, para poder saborear las rompedoras propuestas de El Ancla del Lago.