25 Nov
25Nov

Miguel Ángel Valero

En el año 2023 se registraron en España 249 fallecidos por incendio y explosión, la cifra más alta desde 2010, fecha de la primera edición del Estudio de Víctimas de Incendios y Explosiones en España, elaborado por Fundación Mapfre y la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos (APTB). De esos 249 fallecidos, 173 se registraron en vivienda, lo que sitúa el ejercicio como la segunda cifra más alta desde que se elabora este estudio.

Tras el “paréntesis” de 2020, por la pandemia, 2023 ratifica todas las pautas de comportamiento estadístico desde el año 2010, agravadas por el récord de muertes, que supone el tercer año consecutivo de incremento sobre las cifras totales: 

  • 1.- El grupo más vulnerable frente a un incendio, tanto en vivienda como a nivel general, vuelve a ser el de las personas mayores de 64 años.
  •  2.- La causa principal de fallecimiento, confirmada en 2 de cada 3 muertos, es la intoxicación por humo y/o gases tóxicos derivados del fuego. 
  • 3.- El riesgo de morir de las personas que viven solas frente a las que lo hacen acompañadas se multiplicó por 3 en 2023. 
  • 4.- En los meses más fríos vuelven a concentrarse la mayoría de las muertes, tanto en vivienda como en general, con porcentajes en torno al 60% de las víctimas registradas en ese periodo. 
  • 5.- El 59% de las muertes en vivienda se produjeron durante las horas de la noche; respecto a las totales, el porcentaje se sitúa en un 54% 
  • 6.- La causa probable de muerte más importante conocida fue a consecuencia de incendios originados por aparatos o equipamientos eléctricos: y, un año más, el mayor número de siniestros con fallecidos se inició en el salón. • 

Tanto Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación Mapfre, como Carlos García Touriñán, presidente de APTB y director de Seguridad de A Coruña, destacan en la presentación del estudio que vuelve a ponerse de manifiesto que se considera imprescindible una política que, sin descartar la obligatoriedad al menos para viviendas de nueva construcción, fomente la colocación de sistemas de detección de humo en casas particulares, apoyando cualquier iniciativa legislativa que nos equipare en cuanto a la instalación de detectores y/o rociadores a los países de nuestro entorno como Francia o Gran Bretaña, donde esos aparatos son obligatorios. 

El estudio estima que se produjeron más de 131.500 fuegos o explosiones, 28.312 en edificaciones, de los que 18.512 tuvieron lugar en viviendas. El 49,1% de las víctimas mortales de incendios en viviendas son mayores de 64 años. Los hombres suponen el 59% del total. El 48,8% de los incendios comienzan mayoritariamente en el salón. El segundo espacio más ‘peligroso’ de la casa es el dormitorio, con el 27,6%, y, en tercer lugar, la cocina, con el 10,6% de los fallecidos.

La franja horaria con más incendios mortales fue la nocturna, con más de 102 muertes certificadas (58,9%) entre las 20:00 y las 8:00 horas; frente a las 65 (37,6%) ocurridas entre las 08:00 y las 20:00 horas. Un año más, las viviendas que se encuentran en un bloque de edificios fueron las que más víctimas mortales sufrieron (61,8%), frente a las unifamiliares (38,2%).Esta situación se ha repetido en los últimos años, lo que evidencia la tendencia a un mayor número de víctimas mortales en edificios de viviendas, en donde también vive un mayor número total de personas.

En 2023, el 76,9% de las muertes se registró entre semana (44, en miércoles y 26, en lunes); y el 23,1% en fin de semana. Además, el riesgo de morir en un incendio se multiplica por 3 en personas que viven solas.

Entre las causas de fallecimiento por incendio en la vivienda, destaca la inhalación de humo y gases tóxicos, que produjo la muerte a 135 personas (78%). Esto implica que 3 de cada 4 fallecieron por un motivo evitable en caso de haber tenido instalado un detector de humos. La segunda causa de fallecimiento son las quemaduras, con un19,1%. Le siguen os traumatismos (1,2%) y otras lesiones (0,5%).

Los incendios y explosiones en viviendas se originaron principalmente por fallos en aparatos eléctricos, que provocaron 36 víctimas mortales, seguido de chimeneas, estufas, braseros y otros productores de calor, que causaron 27 víctimas.

Durante el año 2023, un total de 150 personas (el 60%), perdieron la vida entre enero y marzo y entre octubre y diciembre, lo que deja claro que la mortalidad por incendio está directamente relacionada con las bajas temperaturas y el uso de sistemas de calefacción. Respecto a los datos de fallecidos en viviendas, durante los meses fríos se produjeron 99 víctimas mortales (57%). Los peores meses fueron enero, febrero y marzo, con un total de 56 fallecidos.

Cataluña fue la Comunidad Autónoma con mayor número de víctimas mortales por fuego, con 46; seguida de Andalucía, con 42; y la Comunidad Valenciana, con 37 fallecidos .En relación a los fallecidos por incendios en vivienda, la comunidad autónoma con mayor número de víctimas en 2023 fue Andalucía, con 32 fallecidos. La segunda fue Cataluña, con 31, seguida de la Comunidad Valenciana, con 27.48.

Las residencias de mayores son centros especialmente vulnerables a las víctimas mortales de incendios por la dificultad de evacuación rápida de sus ocupantes. En los últimos 10 años (hasta 2023), las residencias han registrado 48 fallecidos por incendio. Como medidas de prevención, los expertos de Fundación Mapfre y de la APTB destacan la importancia de que estos centros asistenciales dispongan de sistemas de alerta temprana y extinción automática; fomenten la formación continua de los trabajadores y refuercen las inspecciones por parte de los servicios de prevención.

El incremento de fallecidos por incendio en 2023 hizo que España perdiera algunos puestos a nivel mundial, aunque sigue manteniéndose entre los países de Europa con menores tasas poblacionales, con 4 muertes por millón de habitantes.

Recomendaciones

Para prevenir un incendio, Fundación Mapfre y la APTB proponen pautas sencillas como:

  • no sobrecargar las instalaciones eléctricas, especialmente los enchufes
  • no desatender velas, sartenes o planchas;
  • nunca dejar la chimenea ni estufas de combustión encendidas por la noche o sin apagarlas completamente, incluidas las brasas
  • evitar el uso de braseros y aparatos similares que sean antiguos o que no estén homologado
  • no utilizar combustibles o acelerantes para encender o avivar el fuego en chimeneas, estufas.
  • tener cuidado con el uso de ciertos aparatos eléctricos, como un radiador o un calefactor, que nunca deben cubrirse o acercarse a ropa o cortin
  • que un electricista autorizado compruebe que las instalaciones de electricidad no estén obsoletas para la carga eléctrica que actualmente exigen ciertos electrodomésticos, como las placas vitrocerámicas o de inducción, las secadoras de ropa o los sistemas de aire acondicionado
  • Además, todas las instalaciones eléctricas deben contar con elementos de protección, tanto para las personas (interruptor diferencial) como para los circuitos (pequeños interruptores automáticos), y siempre sin olvidar la necesaria toma de tierra
  • es recomendable que las instalaciones de las viviendas demás de 30 años sean revisadas por profesionales autorizados, especialmente en cuanto a la posible existencia de elementos como el empalme de los cables y los enchufes en mal esta
  • aprender a identificar fugas de gas internas, que, aunque son poco habituales, pueden generar una explosión. En caso de que se produzca una fuga, es fácil reconocerlo por su olor (similar a huevo podrido). En esta situación no se debe tocar ningún interruptor (para evitar generar una chispa) y es muy importante abrir la ventana para que se ventile el espacio y llamar a los bomberos desde otra estancia
  • importancia de aprender a utilizar un extintor
  • instalar un detector de humos, cuyo precio es de unos 20€ y puede salvar la vida de los moradores, sobre todo en incendios nocturno
  • enseñar a los escolares dónde están las salidas de emergencia de su edificio y que no deben esconderse debajo de camas o dentro de armarios si se produce un fuego, ya que ello dificultaría su rescate por parte de los bomberos
  • Además, si no hay peligro, se debe intentar apagar el fuego y, si no se puede, alertar a todos los ocupantes de la vivienda para realizar la evacuación de manera ágil y ordenada, y cerrando la puerta al fuego (para que no se extienda). Se debe salir en el menor tiempo posible, sin recoger nada excepto las llaves de la vivienda para entregárselas a los bomberos a su llegada. Sin usar el ascensor, y ya en la calle, se aconseja llamar al 112. Si no se puede salir porque hay fuego o humo en la escalera, se debe llamar al 112, cerrar todas las puertas a nuestro paso, tapar con paños húmedos las rendijas, refugiarse en la estancia más alejada del fuego y, a ser posible, que disponga de ventana para dejarse ver desde ella y, sin perder la calma, esperar la llegada de los bomberos.

Observatorio Nuevos Riesgos de Incendio exige más control de las fachadas

Por su parte, el Observatorio Nuevos Riesgos de Incendio (OBS) ha demandado al Gobierno que garantice una mayor protección contra incendio en los edificios. El Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana ha iniciado los trámites administrativos para revisar el Código Técnico de la Edificación (CTE), en la que se plantea la revisión de las exigencias relacionadas con la propagación del fuego por el exterior. En línea con el manifiesto lanzado por el OBS y respaldado por 16 entidades de los sectores de ingeniería, bomberos, seguros, edificación y seguridad pasiva y activa, el Observatorio ha planteado un endurecimiento de los sistemas utilizados en las fachadas de los edificios, al ser ésta una de las vías más rápidas de propagación del fuego.

La plataforma considera que la actualización del Documento Básico de Seguridad en caso de Incendio (DBSI), incluido en el CTE, representa una oportunidad clave para reforzar la seguridad contra incendios en los edificios, abordando especialmente edificaciones existentes y de mayor riesgo (edificios de gran altura, alta ocupación o difícil evacuación).

De acuerdo con Andrés Pedreira, director del Observatorio: "El DBSI aún permite materiales combustibles en fachadas o cámaras ventiladas por encima de los 18 metros de altura. Además, el CTE no refiere condiciones especiales para edificios de alto riesgo (con alta ocupación, con residentes de necesidades especiales o de difícil intervención), cuando se entiende que no pueden ser abordados desde un punto de vista genérico".

En el marco de la consulta pública previa, el Observatorio ha presentado una serie de medidas que promueven una mayor seguridad en las fachadas y garantizan una protección más efectiva contra a la propagación del fuego en España:

  • Exigir la no combustibilidad de los componentes y sistemas completos en fachadas de edificios de gran altura, alta ocupación o difícil evacuación. 
  • Establecer barreras cortafuegos horizontales y verticales en fachadas ventiladas y en sistemas de aislamiento térmico por el exterior (SATE). 
  • Clasificar los edificios de alto riesgo e incluir medidas adicionales para limitar la propagación vertical y horizontal del fuego. 

En los últimos 30 años, los incendios en fachadas de grandes edificios se han multiplicado por siete, y el número de intervenciones de los bomberos por incendios en edificios, incluido el uso residencial, ha experimentado una tendencia ascendente. A su vez, la media de antigüedad del parque inmobiliario en España es de 45 años, y la necesidad de rehabilitación energética aumenta la demanda de materiales de aislamiento, lo que en ocasiones provoca un efecto colateral al recurrir a materiales combustibles, empeorando así la seguridad de los inquilinos.

Además, España sigue rezagada frente a Europa en la regulación de la propagación de incendios en fachadas, ya que aún permite el uso de materiales combustibles en sistemas de fachada ventilada o tipo SATE en edificios que superan los 18 metros de altura, en edificios de lenta o difícil evacuación, en los de alta ocupación o con fachadas de difícil acceso para los equipos de intervención. En contraste, países como Alemania, Francia, Reino Unido y algunos países nórdicos exigen materiales no combustibles y barreras cortafuegos, garantizando un mayor nivel de protección para los habitantes y equipos de intervención.

Con todo ello, el Observatorio Nuevos Riesgos de Incendio hace un llamamiento a través de la propuesta presentada para que España se alinee con las normativas europeas y priorice la seguridad de la población ante incendios. “Resulta imprescindible que sostenibilidad y seguridad avancen de la mano a la hora de legislar. Con una normativa actualizada y adecuada, se podrá garantizar una protección robusta y efectiva, protegiendo a la ciudadanía y reduciendo la vulnerabilidad en caso de incendio”, señala Andrés Pedreira.

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