06 May
06May

Miguel Ángel Valero

"Cada persona debe preparar su propia senectud”, subraya el filósofo José Antonio Marina en el V Seminario Académico ‘Bienestar emocional y calidad de vida en la nueva longevidad’, organizado por el Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre y la Universidad Carlos III de Madrid. “Hay un envejecimiento orgánico y otro cultural. Cada sociedad en cada  momento inventa un 'modelo de vejez' al que se supone que deberá amoldarse todo el mundo, y eso es falso", insiste. De hecho, desvela que su trabajo está enfocado en desarrollar “una pedagogía de la senectud, que ayude a todas las personas a reconocer cuáles son sus posibilidades reales, y cómo pueden aumentar sus recursos físicos, sociales y mentales e invertirlos en un futuro mejor”.

Al mismo tiempo, subraya “la necesidad de mantener abiertos todos los canales de comunicación posibles, ya que es una gran herramienta para combatir la soledad que puede surgir en esta etapa de la vida”.

Para Marina, la felicidad, en todas las etapas de la vida, radica en armonizar tres grandes necesidades: vivir confortablemente, mantener relaciones afectivas satisfactorias y ampliar al máximo las posibilidades de acción. “Esas tres necesidades se mantienen a lo largo de los años, y el talento en cada edad consiste en satisfacerlas de la mejor manera posible, con los recursos que cada una de ellas tiene”, resalta.

En el Seminario Académico han participado también Rosa Martínez Rodríguez, secretaria de Estado de Derechos Sociales, y Ximo Puig, expresidente de la Comunidad Valenciana y actual embajador de España en la OCDE, Juan Fernández Palacios, director del Centro de Investigación Ageingnomics, investigadores y profesores universitarios, entre otros expertos.

El asunto central es la situación de la longevidad en la era tecnológica y cómo estos avances, como la inteligencia artificial (IA) o Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) pueden ayudar a mejorar el bienestar de los sénior.

“La inteligencia artificial y el Internet de las Cosas son útiles para mejorar sustancialmente el cuidado y acompañamiento de personas mayores que viven solas en zonas rurales”, destaca Marian García-Prieto, CEO y fundadora de ia4life i+d, empresa de ingeniería dedicada a mejorar la calidad de vida de las personas. "El uso de la tecnología proporciona acompañamiento, seguridad e independencia y a la vez tranquilidad, facilitando la conciliación con las familias”, destaca.

Para Sara Doménech Pou, investigadora en la Fundació Salut de l’Envelliment de la Universidad Autónoma de Barcelona, “los robots sociales representan una tecnología innovadora en las residencias de personas mayores”. Una investigación llevada acabo por la Fundació en residencias de mayores ha revelado que la interacción de éstos con los robots fomenta la comunicación y la participación en actividades con otras personas, siendo una herramienta efectiva para abordar la soledad no deseada.

Juan Colado, de la Universidad de Valencia, destaca el ejercicio físico para mejorar el bienestar emocional, y ofrece  protocolos de ejercicio físico y nutrición funcional para transformar el bienestar integral en la nueva longevidad, Ha presentado las evidencias científicas del macroproyecto ‘NeuroAge’, en el que se demuestra cómo el entrenamiento de la fuerza con altas resistencias -especialmente bandas elásticas-, combinado con suplementos funcionales, “mejora de forma sinérgica el bienestar integral de las personas mayores”.

“Entrenar la fuerza en la madurez no solo es posible, sino también, transformador. Hemos comprobado que combinar actividad física intensa y accesible con suplementación nutricional puede mejorar el estado de ánimo, la cognición y la funcionalidad en personas mayores, ayudándolas a vivir más y mejor”, subraya.

Por su parte, Ana María Fernández Araque, profesora de la Universidad de Valladolid, se centra en el impacto de la genética en el envejecimiento. El poliformismo genético tiene un papel relevante en la fuerza muscular y en la calidad de vida de los mayores. “Este hallazgo no solo destaca la importancia de la genética en el envejecimiento saludable, sino que también pone en valor el papel de la multidisciplinariedad en la investigación traslacional. En un contexto de aumento de la longevidad, integrar la genética en los cuidados y políticas de salud pública podría marcar la diferencia entre envejecer simplemente o envejecer con calidad”, destaca.

Eduard Minobes, de la Universitat de Vic y Universitat Central de Catalunya, presenta el proyecto ‘Vivir Mejor en Casa’, una iniciativa orientada a mejorar la calidad de vida de las personas mayores en situación de dependencia, promoviendo su permanencia en el hogar y en su comunidad. “Los resultados sugieren que la intervención mejoró la calidad de vida de los participantes, a pesar del deterioro de su salud y bienestar psicosocial. Los hallazgos destacan la importancia de personalizar las intervenciones en los hogares y proporcionar formación a los cuidadores”, recalca.

VML The Cocktail: El 38% de los españoles cuida a mayores, enfermo y/o dependientes

Por otra parte, un 73% de la población española proporciona o ha proporcionado cuidados a personas mayores, enfermas y/o dependientes, excluyendo el cuidado de menores, y el 38% lo sigue haciendo, según el informe El Futuro de los Cuidados, elaborado por la compañía de transformación creativa VML The Cocktail.

Además, estos cuidados los suelen llevar a cabo mujeres, de mediana edad, con hijos menores a su cargo, que trabajan fuera de casa, pero que compaginan su desarrollo laboral con el cuidado a familiares directos como sus progenitores y abuelos.

La labor del cuidado recae con frecuencia en personas de edad elevada: 1 de cada 3 cuidadores (34%) tiene más de 60 años. También casi 2 de cada 4 (38%) responden al perfil de cuidador/a generación sándwich o con doble responsabilidad, cuida a personas enfermas o dependientes y a hijos de menores a la vez.

El cuidado demanda una elevada dedicación diaria: una gran parte de personas cuidadoras dedican más de 1 hora al día: 42% entre cuidadores de mayores y 51% en el caso de cuidadores de enfermedades permanente, dedican al menos 1 hora.

Más de la mitad afirma sentir agotamiento físico (51%) y mental (58%) bastantes veces o siempre. Estrés, impacto emocional, cambios en la rutina diaria y en disponibilidad de tiempo para uno mismo son alguno de los aspectos más afectados por la realidad del cuidado.

Pero cuidar es también recompensa emocional, suponiendo el factor más gratificante para el 65%. La mayoría de las personas que dan cuidado se sienten acompañados por su entorno (73%) y una gran parte siente más cercanía con el resto de familiares (57%).

Las mayores necesidades de los cuidadores pasan por disponer de recursos financieros para los costos asociados, disponer de apoyo emocional, y alivio/soporte para contar con mayor tiempo propio. Un porcentaje mayor de mujeres (27%, cuatro puntos más)  manifiesta no tener ningún tipo de ayuda (ni por parte de familiares, ni ayuda externa). Consecuentemente, se sienten significativamente menos acompañadas por su entorno que los cuidadores hombres. 

Las personas cuidadoras con menos recursos tienen menos soporte en el cuidado, reciben menor ayuda por parte de familiares y externa. Sólo un 17% de clase baja  tiene trabajadores externos contratados. Los cuidadores en entornos urbanos solicitan más ayudas, las perciben más adaptadas y se sienten más acompañados por las instituciones. Aquellos que residen en entornos urbanos se sienten más acompañados por las instituciones públicas. Es mayor el porcentaje de los que han solicitado ayudas y consideran en mayor medida que las ayudas se adaptan a la situación.

La adaptación del hogar por dentro y la mejora de la accesibilidad son las soluciones más valoradas en el total de la población. Entre aquellos que cuidan o han cuidado hay mayor interés hacia todas las soluciones presentadas. En relación a diferentes usos de la tecnología en el ámbito del cuidado: la teleasistencia 24 h, la aplicación a las tareas diarias y la tecnología para conectar y combatir la soledad de las personas dependientes son las soluciones de mayor interés.

  • Los cuidadores de personas con afecciones mentales y cognitivas enfrentan un alto nivel de cansancio mental. Los conflictos con otros familiares sobre cómo brindar el cuidado adecuado es superior al de enfermos de otras patologías. Además, no se genera de tanto acercamiento con sus familiares a raíz de la enfermedad como en el cuidado de personas mayores u otras patologías. Demandan recursos financieros, apoyo emocional, ayuda profesional y servicios de respiro para aliviar su carga. 
  • En Enfermedades Crónicas, hay sensación de desigualdad en el reparto de tareas y necesidad de respiro. El cuidado de enfermos crónicos se caracteriza por un mayor cansancio físico, una percepción de reparto desigual de las tareas y es también fuente de conflictos económicos. Estos cuidadores necesitan tiempo para sí mismos y apoyo en las tareas del hogar para evitar el agotamiento. 
  • Enfermos Terminales: necesidad de apoyo Integral en un proceso altamente complejo Si bien el cuidado de enfermos terminales fortalece los lazos familiares, también genera un alto nivel de cansancio mental. Los cuidadores de estos pacientes necesitan un soporte integral que incluya información y asesoramiento sobre como dar cuidados, así como atención a su propia salud física, para afrontar lo complejo del proceso.

Si bien los cuidadores con menores ingresos experimentan menos conflictos familiares y económicos, sufren un mayor impacto físico y psicológico. En contraste, los cuidadores de clase alta se enfrentan a más disputas sobre cómo brindar el cuidado (44% vs. 33% en clase baja) y a problemas económicos (30% vs. 19% en clase media). Además, el acceso a ayuda externa es significativamente menor entre los cuidadores de clase baja, con solo un 17% que contrata trabajadores externos. A la población de clase social más baja le preocupa en mayor medida su vejez. Este mismo segmento poblacional muestra mayor preferencia a ser cuidados por sus hijos en casa.  La contratación de soluciones  es menos frecuente en las clases más bajas. Por ejemplo, el seguro privado de Salud es menos común, al igual que el hogar inteligente. 

El cuidado en el entorno rural resulta más absorbente: más cansancio físico y necesidad más explícita de tiempo para sí mismos entre los cuidadores/as. Por el contrario, los conflictos económicos con la familia son menos comunes en el ámbito rural (16% vs 25% en el ámbito urbano), así como  la idea de que cuidar interfiere de forma negativa en lo laboral (19% vs 12% en el ámbito urbano). Los cuidadores en entornos rurales solicitan menos ayudas (32% vs 41 urbano) las perciben menos adaptadas (20% vs 30%)y se sienten menos acompañados por las instituciones (21% vs 27% urbano). En los entornos rurales existe menos preferencia hacia ser cuidado por  cuidadores profesionales.

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