Vivimos en una era de controversias, marcada por la expansión digital, el creciente escrutinio social y debates legislativos en curso en toda Europa. En este contexto, el sistema financiero tampoco queda al margen de la mirada crítica de la ciudadanía. Más del 70 % de la sociedad española afirma que cambiaría de banco si supiera que el suyo invierte en sectores éticamente cuestionables.
Entre los sectores que generan mayor rechazo destacan el juego y las apuestas (72 %), cuya expansión digital alimenta la preocupación social por su impacto en la juventud, y la industria sexual (64 %), actualmente en el centro del debate normativo en varios países europeos. También la industria armamentística provoca rechazo: más de la mitad de la población española (55 %) se muestra en contra de su financiación por parte de la banca, un dato que cobra especial relevancia en el actual contexto internacional, marcado por el aumento de los conflictos armados en Europa y Oriente Medio, el rearme en el continente europeo y las recientes tensiones políticas entre Estados Unidos y otros países de la OTAN en torno al compromiso de inversión del PIB en defensa.
La segunda edición del estudio realizado por la entidad de banca ética Triodos Bank sobre Conductas sostenibles de la población española, que incorpora en esta ocasión el análisis del comportamiento sostenible de la ciudadanía en materia financiera (conocimiento sobre inversiones, interés por la transparencia y la percepción ética del sistema bancario). También recoge información sobre su preferencias en movilidad, consumo, ahorro energético o bienestar personal, entre otros.
En España, aunque la inclusión financiera ha alcanzado niveles muy altos, persiste una brecha notable en lo referente al conocimiento del funcionamiento de las entidades. Aunque el 77,5% de la población afirma conocer cómo funciona un banco, el 55,9% solo transmite una idea general. Los datos reflejan un mayor conocimiento entre los hombres, las personas mayores de 55 años, las que tienen estudios superiores y quienes trabajan.
Por su parte, el 64,1% de quienes respondieron cree que su dinero se utiliza para conceder préstamos o financiar proyectos, y casi un 36 % no sabe lo que hacen las entidades con el dinero (de éstos, el 64,1% piensa que invierte en proyectos y/o lo presta a otras personas, un 4,8 % cree que las entidades lo guardan hasta que lo necesitan, un 3,7% opina que solo lo usa para pagar sus propios gastos y un 27,4% declara no saberlo) o tiene una suposición errónea.
En el contexto político y económico actual se abre un debate necesario sobre el papel de las entidades financieras en el mantenimiento de un modelo económico y social vinculado a actividades éticamente cuestionables. En este sentido, el aumento de la conciencia social y ambiental ha puesto atención pública en cómo gestionan los bancos el dinero de su clientela.
Pero el conocimiento específico del ciudadano sobre la finalidad y el tipo de proyectos, empresas u organizaciones en los que invierte su banco es muy limitado. Solo el 23,2% de la ciudadanía sabe realmente en qué invierte su banco. El 55,2% de los que no lo saben quieren conocerlo, aunque el 47,6% reconoce que esa información no influiría en la relación actual con su banco. A su vez, un 44,8 % de las personas no muestra interés por conocerlo. Estos datos ponen sobre la mesa la importancia de la transparencia del sector bancario, lo que debe traducirse en una ciudadanía mejor informada y que, en consecuencia, tome mejores decisiones financieras.
El juego, la industria sexual y las armas, los sectores que generan más rechazo
En un contexto de sensibilidad social y medioambiental creciente, la inversión con criterios éticos y sostenibles se convierte no solo en una demanda, sino en una oportunidad para el sistema financiero. Según el estudio de Triodos Bank, los sectores que lideran el listado de actividades en las que la ciudadanía no quiere que se invierta su dinero son la financiación de las apuestas y juegos de azar (72%), la industria sexual (64%), la industria armamentística (55%), la moda rápida (25,2 %) o los combustibles fósiles (23,9 %).
Estos sectores concentran el mayor nivel de desaprobación social, especialmente entre las mujeres, las personas mayores de 55 años y quienes tienen estudios superiores. Más del 70 % de las personas que participan en el estudio afirman que cambiarían de banco o se lo plantearían seriamente si supieran que su dinero se destina a financiar este tipo de actividades. De este grupo, un 46,7% buscaría, como alternativa, una entidad cuyas actividades se ajustan más a sus valores y preferencias.
La exigencia ciudadana en materia de ética y transparencia va en aumento y representa no solo un desafío, sino también una oportunidad de transformación para el sector financiero. Ante la pregunta “¿Cree que los bancos actúan de manera ética y transparente con sus clientes?”, el 52,8% considera que no lo hacen y que suelen priorizar sus propios beneficios. El 47,2% opina que sí existe una relación ética siempre o a veces, y el 41,9% cree que esa conducta depende de factores como una situación concreta, el perfil de la persona cliente o su nivel patrimonial.
En Cataluña, Baleares y Castilla y León hay más predisposición a dejar un banco que financia sectores controvertidos Al preguntar sobre su conocimiento del funcionamiento de las entidades, las personas de la Comunidad Valenciana encabezan el ranking, con un 38,3% que afirma saberlo. Le siguen Cataluña (32%) y la Comunidad de Madrid (31,71%). En cambio, Extremadura (20%), La Rioja (19,48%) y el País Vasco (18,07%) son las comunidades con menores niveles de conocimiento.
Extremadura es la comunidad autónoma donde la ciudadanía muestra mayor interés por saber en qué invierte el banco, con un 49,6% de personas que afirman estar interesadas, de forma activa o aunque no influya directamente en su relación con la entidad. Le siguen Navarra (47,79%) y Madrid (47,78%). Por el contrario, el interés es más moderado en comunidades como Aragón (34,94%), Cantabria (37,67%) y Castilla y León (38,29%). Aunque los porcentajes son más bajos en estos territorios, en todos los casos son cifras relevantes que muestran que una parte significativa de la ciudadanía desea mayor transparencia y tiene interés por conocer en qué tipo de proyectos, empresas u organizaciones invierte su banco.
En esa línea, en lo relativo a la predisposición a cambiar de entidad si supiesen que financia sectores controvertidos, los datos reflejan que la ciudadanía catalana es la que la muestra en mayor medida, con un 49,6% de personas que optaría por una entidad más alineada con sus valores. Le siguen Baleares, con un 47,5%, y Castilla y León, con un 44%. En el otro extremo, La Rioja (35,9%), Castilla-La Mancha (36,6%) y Canarias (38%) son las comunidades con un menor porcentaje de personas que cambiarían de banco por este motivo.
Desde Triodos Bank se insiste en que la transparencia debe ser un pilar del sistema financiero, y que es posible una banca que actúe al servicio de las personas y el planeta. Triodos Bank solo financia proyectos con impacto social, medioambiental y cultural positivo y apuesta por fomentar un modelo financiero basado en sensibilidad social y medioambiental y la inversión con criterios éticos y sostenibles. Para garantizarlo, aplica estrictos criterios de exclusión que impiden financiar actividades relacionadas con la industria armamentística, el juego, la pornografía, el tabaco, los transgénicos o la energía nuclear, entre otros sectores considerados dañinos para la sociedad o el medioambiente. Estos estándares mínimos aseguran que el dinero de sus clientes no contribuya al deterioro del planeta ni al sufrimiento de las personas, reforzando así la coherencia entre valores y decisiones financieras.