El primer estudio que se realiza en España sobre el abogado de empresa ('in-house', en la jerga jurídica), realizado por el Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) y la consultora demoscópica GAD3, revela un perfil profesional consolidado, con alta cualificación, gran implicación estratégica en las compañías y una visión clara sobre los retos, "una figura imprescindible para entender el entramado legal, ético y digital del tejido empresarial actual", subraya el informe.
Tiene una edad media de 46,9 años y cuenta con una larga trayectoria: un 60 % cuenta con más de 11 años en esta posición. En su mayoría (7 de cada 10), proceden de despachos, lo que revela un recorrido híbrido entre la abogacía tradicional y el entorno corporativo. Ocho de cada 10 trabaja exclusivamente como in-house, y el 68 % lo hace en grandes empresas, con especial presencia en sectores como el financiero, tecnológico, energéticoy de infraestructuras. Además, el 82% está colegiado como ejerciente.
En cuanto a la configuración de los departamentos jurídicos, el 34 % trabaja en equipos amplios, con más de diez personas, pero un 16 % desarrolla su labor en solitario, lo que pone de relieve la diversidad de estructuras y la versatilidad que exige el rol.
El 78 % ocupa posiciones de alta responsabilidad: el 39 % como director jurídico y el 39 % como abogado sénior. Pero se detecta una brecha de género en los cargos de dirección: aunque las mujeres representan el 42 % de los abogados sénior, solo el 35 % lidera el departamento jurídico, frente al 44 % en el caso de los hombres.
La participación en la toma de decisiones también es significativa: el 42 % de la abogacía in-house interviene activamente en la estrategia empresarial, el 26 % forma parte del comité de dirección, y el 23 % ejerce como secretario del consejo. Su creciente relevancia dentro de las organizaciones se refleja también en una participación cada vez más activa en decisiones estratégicas de alto nivel, con un 30% de los abogados de empresa implicados directamente en la definición de la estrategia corporativa. Además, su rol se encuentra en transformación, con funciones que se extienden a áreas empresariales clave como las relaciones institucionales (20%),la sostenibilidad (17%) y los recursos humanos (17%), donde su conocimiento jurídico aporta valor añadido desde dentro de la estructura empresarial.
Confidencialidad, inteligencia artificial y ciberseguridad: las tres alertas principales
La protección del secreto profesional es una de las preocupaciones más señaladas por el colectivo. El 52 % considera que está poco o nada protegido, y un 30 % afirma haber experimentado vulneraciones de la confidencialidad en sus comunicaciones. Este dato se alinea con la percepción de riesgo creciente vinculada a la ciberseguridad: el 86 % manifiesta una preocupación alta ante esta amenaza, especialmente en sectores como el tecnológico, el de medios o el de la construcción.
Los resultados del estudio plantean además una reflexión de fondo sobre el papel del abogado de empresa en un entorno cada vez más expuesto a riesgos tecnológicos, toda vez que nueve de cada diez profesionales de la abogacía-in house expresan una preocupación elevada por los riesgos cibernéticos y un porcentaje importante asegura haber visto comprometido la confidencialidad de sus comunicaciones.
Eugenio Ribón, decano del ICAM, recuerda que garantizar la confidencialidad entre cliente y abogado no es una cuestión interna de las compañías ,sino un elemento estructural del Estado de Derecho: “Desde el ICAM queremos subrayar con toda claridad un principio irrenunciable: el secreto profesional es un pilar esencial del ejercicio de la abogacía, también —y especialmente— en el ámbito de la empresa. Proteger la confidencialidad de las comunicaciones entre abogado y cliente no es un privilegio corporativo, sino una garantía democrática. Es la base sobre la que se construye la confianza, la independencia y la eficacia del asesoramiento jurídico, tanto en el despacho como en el seno de las organizaciones empresariales”. “Como venimos haciendo sin ninguna tibieza, rechazamos cualquier interpretación que relativice o limite injustamente el derecho y la obligación al secreto profesional”.
Además, la digitalización es uno de los vectores de cambio más relevantes en el ejercicio de la abogacía de empresa. Según revela el estudio, un 27 % de las asesorías jurídicas ha comenzado a incorporar herramientas de inteligencia artificial (IA), con mayor presencia en sectores como el farmacéutico, tecnológico y audiovisual. Aunque la implantación todavía es desigual, los datos apuntan a un proceso sostenido de integración de estas tecnologías en la práctica legal in-house.
En materia de sostenibilidad, el 63 % de los abogados de empresa asegura que su compañía aplica ya criterios ASG en su estrategia jurídica. Se trata de un ámbito que gana relevancia al compás de las nuevas exigencias normativas, especialmente en sectores como el financiero, alimentario y energético.
El estudio también arroja luz sobre una cuestión menos técnica, pero no menos relevante: la salud emocional. Solo un 44 % trabaja en entornos con políticas activas de bienestar. Un 32 % señala que hay una intención, pero sin una estrategia clara, y una cuarta parte indica que su empresa no promueve el bienestar emocional. La brecha es más acusada en compañías de menor tamaño.
Una figura en transformación
“Los datos hablan por sí solos: estamos ante una figura profesional en plena transformación”, afirma el decano del ICAM, Eugenio Ribón. “De un rol tradicionalmente técnico, vinculado a la gestión del cumplimiento, hemos pasado a un perfil cada vez más implicado en la toma de decisiones, en la estrategia corporativa, en la innovación legal y en la gestión del riesgo. Esta evolución no es casual: responde a un entorno jurídico y económico cada vez más complejo, más regulado y más interconectado”, añade.
“El abogado de empresa está en un punto de inflexión. Aquellas organizaciones que no lo integren plenamente en su estrategia están renunciando a una ventaja competitiva clave”, advierte Narciso Michavila, presidente de GAD3. “El estudio refleja con claridad que, aunque el 42% de los abogados in-house ya participa en decisiones estratégicas, aún queda un largo camino por recorrer para consolidar su papel como pilar de la estrategia", apunta.
Para la diputada del ICAM responsable de abogacía de empresa, Ana Buitrago, el estudio pone en valor uno de los atributos que caracterizan a este colectivo: la versatilidad: “el abogado in-house tiene que ser una persona rigurosa y creativa, abierta a aprender metodologías para mejorar su capacidad de innovación. También, estar curtido en la calibración de riesgos y en la detección de oportunidades. Además de conocer su negocio y el sector, debe saber de gestión de proyectos, de tecnología, sin olvidar su función jurídica. Es un perfil muy exigente, con una formación y experiencia amplia y diversa”.