De acuerdo con el seguimiento de los procesos concursales publicados en el BOE que realiza Iberinform, el tejido empresarial registró en abril una disminución interanual del -3,5% de las insolvencias empresariales. En el conjunto del año acumulan un incremento del 12% con respecto al mismo periodo de 2024.
El concurso de acreedores es un procedimiento judicial previsto para gestionar y administrar el patrimonio de una empresa que no puede hacer frente a sus deudas. Con él se pretende que el mayor número posible de acreedores cobren sus créditos, así como asegurar la continuidad de la empresa. La concursalidad empresarial tiene efectos perturbadores sobre el tejido productivo. Cuando una empresa entra en concurso, desencadena una serie de consecuencias como la pérdida de empleos, la interrupción de cadenas de suministro y la disminución de la confianza de los inversores. Además, como proveedores o clientes de otras compañías, las empresas afectadas pueden llegar a generar un efecto dominó sobre el riesgo de crédito, la liquidez y la solvencia empresarial.
Por sectores, en el conjunto de 2025 predominan las insolvencias en el comercio (25% del total) y en los sectores de construcción e inmobiliario (18%), seguidos de la industria manufacturera (14%), servicios a empresa (12%) y hostelería (11%). Los mayores incrementos se registran en los subsectores de químico (386%), industria extractiva (150%), alojamiento (100%), sanidad (71%), energía (67%) y comercio de electrónica y TIC (42%). La concursalidad registra las mayores mejorías en los subsectores de industria textil (-50%), industria de consumo duradero (-42%), industria de electrónica y TIC (-29%), educación (-22%) e industria de metalurgia (-20%).
La concursalidad empresarial se concentra en Cataluña (27% del total), Madrid (22%), la Comunidad Valenciana (13%) y Andalucía (11%). Los mayores crecimientos en el conjunto de 2025 se han registrado en Extremadura (164%), Baleares (64%), Andalucía (32%), Castilla La Mancha (27%) y Murcia y Navarra (29%). La concursalidad registra las mayores mejorías en Ceuta (-50%), Castilla y León (-45%) y Aragón (-21%).
Por tamaño, el incremento de la concursalidad ha crecido un 28% entre la mediana empresa. Por antigüedad, las tasas más elevadas de crecimiento se sitúan entre las empresas de 6 a 10 años (21%) y las empresas de 0 a 5 años (15%).
Intrum: el 52% de las empresas no ve una recuperación rápida de ingresos
Tras un sólido crecimiento en 2024, la economía española arranca 2025 con buenas perspectivas. El FMI prevé un avance del PIB del 2,5% este año y del 1,8% en 2026, demostrando el dinamismo de España entre las mayores economías avanzadas y una posición destacada frente al promedio de la Eurozona. Un impulso que, sin embargo, no percibe parte del entramado empresarial, inmerso todavía en importantes desafíos. El débil crecimiento de sus socios europeos y la incertidumbre geopolítica, marcada por una nueva guerra comercial liderada por EE. UU., han vuelto a situar la gestión de flujo de caja en el centro de sus preocupaciones.
Así lo refleja la nueva edición del Informe Europeo de Pagos de Intrum 2025: el 52% de las compañías españolas considera que sus ingresos no se están recuperando tan rápido como cabría esperar, a pesar de la mejora del contexto económico, como la caída de la inflación o la estabilización de los tipos de interés.
A pesar de la posición destacada de nuestra economía frente a la europea, esta cifra sitúa a España entre los tres países donde este sentimiento entre empresas es más acusado, por encima de la media de Europa (47%) y en línea con Austria (52%) y Hungría (52%). En el lado opuesto, con un menor porcentaje de compañías cuyo ritmo de recuperación es más lento del esperado, estarían República Checa (43%), Alemania (43%), Bosnia (43%) Eslovenia (43%), Portugal (43%) o Eslovaquia (42%).
Pese a esta sensación generalizada, el informe también ofrece señales positivas: el porcentaje de compañías que afirma que sus ingresos han crecido por encima de lo esperado muestra una tendencia ascendente en los últimos 3 años, con un 30% de organizaciones que tienen esa percepción, frente al 29% de 2024 y el 24% de 2023 y 2022.
“Las compañías españolas han demostrado resiliencia, pero aún conviven con importantes riesgos financieros. La volatilidad del entorno y la presión sobre la liquidez obligan a estar más alerta que nunca. Es fundamental anticiparse a posibles tensiones y reforzar los mecanismos internos de control financiero para no comprometer la continuidad del negocio”, señala Enrique Tellado, CEO de Intrum en España.
A la hora de valorar el desempeño del negocio en distintas áreas clave, las empresas españolas muestran una evolución desigual. La innovación y la eficiencia operativa destacan como los ámbitos donde más compañías han superado sus propias expectativas: un 55% valora mejor de lo esperado el desarrollo de nuevos productos y servicios, y un 46% afirma lo mismo respecto a su eficiencia operativa.También en las ventas e ingresos totales (35%) y en los beneficios brutos (35%) hay un porcentaje relevante de empresas que se sitúan por encima de lo previsto, aunque estas cifras se equilibran con una proporción similar de compañías cuyo desempeño ha sido en línea con lo esperado.
En el otro extremo, se sitúa la variable del tiempo que tardan en cobrar sus operaciones de venta, que se consolida como una de las áreas con peor evolución. Aunque un 38% considera que ha ido mejor de lo esperado, hay un preocupante 32% que reconoce resultados peores a los previstos, lo que sitúa esta variable como una de las más desajustadas del informe.
"El retraso en los pagos sigue siendo uno de los grandes obstáculos para el crecimiento empresarial. Cuanto más se alargan los plazos de cobro, más se resiente la capacidad de las empresas para invertir en su crecimiento, pagar a sus proveedores o contratar talento. Teniendo en cuenta el contexto en el que nos encontramos, emprender estrategias adaptadas de gestión de riesgos y cobros es fundamental para evitar tensiones futuras", indica Tellado.
Según el informe, un 23% de las organizaciones españolas considera que podría cerrar en un plazo de dos años si su situación económica no mejora pronto. Esta preocupación es especialmente acentuada entre las pymes, donde la proporción alcanza el 28%, frente al 12% en el caso de las grandes corporaciones.A
plicando estos porcentajes a los últimos datos de Eurostat sobre el número total de empresas en España, se estima que más de 971.300 compañías y unos 3,6 millones de trabajadores podrían estar en riesgo.Esta fotografía demuestra que, pese al contexto de crecimiento, sigue siendo urgente reforzar la salud financiera de las empresas, garantizar la cultura de pago y apostar por soluciones que permitan asegurar la viabilidad del tejido empresarial.