26 Sep
26Sep

Miguel Ángel Valero

Tras varios meses de calma Trump vuelve a activar la maquinaria tarifaria. En este caso, se trata de un nuevo gravamen sobre la importación de fármacos patentados o comercializados con marca. El anuncio realizado por la red social de Trump, Truth, carece de un paraguas legal claro, porque aún está en curso la investigación de la sección 232 sobre productos farmacéuticos.

Pero si nadie lo remedia, los aranceles farmaceuticos entrán en vigor el 1 de octubre y alcanzarán nada menos que el 100%, la tasa más elevada hasta ahora aplicada por Trump.

Este movimiento afectaría de forma menos significativa a los productos procedentes de Europa, que mantendrían un arancel del 15%, ni a los medicamentos genéricos, que seguirían exentos. Los respectivos acuerdos con Japón y con Reino Unido deberían proteger sus exportaciones farmacéuticas, que no serán tratadas peor que la Unión Europea. 

Según informes sobre el consumo de medicamentos en EEUU, el 90% de los fármacos prescritos son genéricos, aunque el 87% del gasto se concentra en medicamentos patentados. Por ello, asumiendo el porcentaje de gasto como proporción para las importaciones de productos no genéricos, el arancel promedio teórico se incrementaría del 19% al 21,6%. No obstante, también se ha señalado que los productos de empresas que inviertan en fábricas dentro del país podrían quedar fuera de la lista arancelaria, por lo que el aumento de 2,5 puntos representaría el escenario más extremo. 

Como viene siendo habitual con Trump, tras el anuncio de una medida tan espectacular, vendrá la negociación, y es probable que la lista definitiva de medicamentos afectados sea inferior a ese 87%.

Además, Trump anunció nuevos aranceles a la importación de camiones de gran tonelaje, muebles de baño y muebles de cocina, aunque éstos no tendrían un efecto material en el arancel promedio. 

A la espera de la arquitectura legal de los nuevos aranceles sobre los medicamentos, continúan las investigaciones sobre aproximadamente el 12% de las importaciones de 2024, destacando especialmente las realizadas sobre semiconductores y productos electrónicos (ordenadores, dispositivos de consumo, teléfonos móviles, etc.). 

La Administración de Trump ha iniciado investigaciones para introducir aranceles sobre las importaciones de robótica, maquinaria industrial y equipamiento médico. Esta investigación llevada a cabo por el Departamento de Comercio se enmarca en la conocida Sección 232 y permite imponer aranceles sobre productos específicos para salvaguardar la seguridad nacional. Este mismo recurso fue el utilizado anteriormente para establecer gravámenes sobre automóviles, acero y aluminio. Actualmente, están también en curso investigaciones sobre las importaciones de aeronaves, minerales críticos y camionetas, entre otros bienes.

Aunque la intensidad del arancel sobre los medicamentos es excepcionalmente alta —la más elevada como producto individual—, parece que representa la fase final de la guerra arancelaria, entrando en una etapa menos incierta e incluso con posibilidad de reversión de algunos de los aranceles más agresivos.

Europa consigue menos aranceles en automoción

Porque, al tiempo que se anuncian esos aranceles del 100% sobre fárnacos, EEUU rebaja los aranceles sobre los automóviles y componentes procedentes de la Unión Europea (UE) a un 15%, con efecto retroactivo desde el 1 de agosto. El mes pasado, ambas regiones alcanzaron un acuerdo preliminar en el que EEUU redujo el arancel general recíproco a un 15%, inferior al 30% que había amenazado imponer al bloque comunitario. Sin embargo, el acuerdo incluía una cláusula que mantenía los automóviles europeos con un arancel del 27,5% (25% + 2,5% anterior a Trump), hasta que la UE eliminara sus aranceles sobre productos industriales estadounidenses y concediera acceso preferente a bienes agrícolas y mariscos. 

Tras cumplir con estas condiciones, la UE ha desbloqueado la reducción de los gravámenes a la industria automotriz al 15%.

El caso TikTok

Por otra parte, EEUU y China han convertido TikTok en un campo de batalla. Para Donald Trump, no se trata de una aplicación de vídeos cortos, sino de un arma estratégica. Su objetivo es claro: controlar primero la propiedad y, sobre todo, el algoritmo que decide qué contenidos ven millones de personas cada día.

El razonamiento es doble. Por un lado, EEUU apela a la seguridad nacional: no puede permitir que un rival geopolítico como China tenga acceso a los datos de sus ciudadanos. ByteDance, la matriz de TikTok, mantiene vínculos con el Partido Comunista, lo que convierte la aplicación en un riesgo evidente. Pero la verdadera razón va más allá: TikTok moldea comportamientos sociales y políticos, y en un país como EEUU, eso significa también capacidad de influencia electoral.

Durante las negociaciones celebradas recientemente en Madrid, Trump y Xi alcanzaron un preacuerdo que marca un punto de inflexión. La filial estadounidense de TikTok quedaría bajo control mayoritario de inversores norteamericanos, con ByteDance manteniendo solo una participación minoritaria. El algoritmo que determina el contenido que consumen millones de usuarios pasaría a estar bajo supervisión estadounidense, y el consejo de administración tendría mayoría de miembros de EE. UU. Además, se ha concedido más tiempo a ByteDance para cerrar la operación antes de que entre en vigor la amenaza de prohibición. 

Se trata de un pacto que no resuelve todo, pero que muestra hasta qué punto ambos líderes entienden que TikTok es mucho más que entretenimiento.Un ejemplo de su poder lo vimos en Rumanía, donde un candidato antisistema logró imponerse gracias al empuje de miles de vídeos con respaldo ruso. Y en EEUU, Harvard Kennedy School analizó más de 56.000 vídeos durante las presidenciales de 2024, mostrando cómo la red se convirtió en terreno fértil para mensajes tóxicos, racistas y conspirativos, especialmente entre votantes trumpistas. 

Otro estudio, éste de Sage Journals sobre 16 millones de vídeos, confirmó que el contenido más radical atrae menos usuarios, pero genera mayor interacción. Así nacen las “cámaras de eco”, donde los usuarios solo ven reforzadas sus propias creencias.

Estamos entrando en la era de la desinformación. La información circula a una velocidad vertiginosa: en cuestión de segundos se comparte, se manipula o incluso se fabrica desde cero. Cada vez se dedica menos tiempo a contrastar, a verificar si lo que leemos o vemos es real o inventado. Y son precisamente esas dinámicas las que alimentan las redes sociales que hoy marcan el pulso de la opinión pública. Algoritmos diseñados para premiar lo que más engancha priorizan la emoción frente al rigor.

Para Trump, esa dinámica es clave: necesita que el universo MAGA no sea percibido como una burbuja, sino como la realidad dominante. Su problema es que Xi, y también Rusia, quieren lo mismo. En un mundo donde el poder ya no se mide solo en ejércitos o dinero, sino en percepciones y narrativas, la batalla por TikTok revela el nuevo terreno de disputa global.

"Controlar TikTok significa controlar un pedazo de la opinión pública mundial. Trump lo sabe y Xi también. Y en esa pugna, lo que está en juego no es una aplicación, sino quien moldea la realidad que consumimos a diario", subraya el analista Pablo Gil en The Trader.

Más inflación y alza del proteccionismo

Los aranceles son inflacionistas. Y la inflación, a nivel global, experimentó un notable repunte tras la pandemia y los posteriores shocks logísticos y energéticos, alcanzando picos cercanos al 9% a finales de 2022 por los efectos de la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania

Aunque desde entonces se ha moderado, con proyecciones del FMI que sitúan la inflación mundial en torno al 4,2% para finales de 2025, los ecos persistentes de esa fase inflacionaria aún impactan en el comercio internacional. Porque nuevos riesgos geopolíticos pueden volver a repuntar los precios. 

El efecto más claro de la inflación a nivel mundial es el encarecimiento de diferentes insumos, como la energía y las materias primas. ¿Cómo se traslada a la economía global? Por el propio precio de producción, pero también por el aumento de los costes logísticos. A su vez, al elevarse los costes y los precios finales, se reduce el volumen comercial, afectando especialmente a las economías menos competitivas.

También la inflación tiene una estrecha relación con los tipos de cambio. Normalmente, cuando un país sufre una inflación elevada, su moneda tiende a depreciarse. Esta depreciación puede tener efectos contrapuestos: 

  • Favorece las exportaciones al hacer los productos más baratos en el mercado internacional.
  • Encarece las importaciones y puede alimentar la espiral inflacionaria, como ocurre con países muy dependientes del petróleo o gas extranjero.

Esta volatilidad genera incertidumbre en los contratos internacionales.

Los constantes ajustes en los precios y el encarecimiento del transporte intensifican también la fragmentación económica.  Esto, a su vez, aumenta los efectos negativos, ya que, en un mundo fragmentado, la subida de precios se aferra más en los países con mayores rigideces que se adaptan menos a introducir productos de otros países, generando un creciente proteccionismo.

La guerra comercial y los aranceles también incrementan los costes, no solo en productos finales, sino también en componentes intermedios esenciales. 

La volatilidad en los tipos de cambio aumenta la incertidumbre para empresas, incentivando la fuga de capitales. La contracción de la inversión extranjera directa en economías emergentes es atribuible en gran parte al aumento de barreras comerciales y la incertidumbre derivada de la inflación.

Una de las respuestas es el mencionado incremento de las barreras comerciales. Los aranceles protegen la industria local de los precios externos, pero encarecen las importaciones. Este fenómeno se ha agravado con la reciente intensificación de aranceles por parte de EEUU. Históricamente, la imposición de nuevas barreras comerciales ha ocasionado caídas globales en el volumen comercial, como ocurrió durante la Gran Depresión tras la Ley Smoot-Hawley de 1930.

La posibilidad de nuevos aranceles genera incertidumbre comercial que afecta directamente el rendimiento de la industria manufacturera. Las empresas globales valoran por ello cada vez más la diversificación geográfica para mitigar riesgos. 

Nuevas perspectivas y estrategias de adaptación

Las respuestas ante un contexto de inflación y de contracción comercial y económica no son sencillas para los bancos centrales, que tienen que ir adaptando sus políticas de forma constante:

  • La primera respuesta suele ser subir los tipos de interés, ya que ayuda a controlar la inflación, pero en cambio reduce la inversión y afecta economías con problemas de crecimiento e incluso en situación de recesión.
  • En el lado contrario, bajar los tipos incentiva la economía, pero aumenta la inflación. 

Este difícil equilibrio conlleva que se adopten de forma simultánea otras políticas de forma complementaria como las fiscales, que deben orientarse a inversiones públicas y reformas estructurales que restauren el crecimiento, y estructurales, como reformas laborales que busquen reducir rigideces, liberalicen sectores claves o incentiven a la innovación.

La inflación global muestra que el futuro del comercio global pasa por una globalización más resiliente:

  • Cadenas de suministros más cortas, regionalizadas y diversificadas, lo que se denomina nearshoring. 
  • Otra respuesta es el friendshoring, que consiste en mantener la externalización pero dentro de países aliados, evitando tensiones geopolíticas.
  • Soberanía estratégica en sectores clave: la inflación derivada del aumento de costes externos ha llevado a reforzar el tejido productivo interno en sectores como la la energía o los semiconductores.
  • Reindustrialización verde y digital, ya que en este incremento de la producción local hay un importante énfasis en nuevas herramientas tecnológicas, como la automatización o la inteligencia artificial, pero también de criterios sostenibles. La inversión en industrias limpias, energías renovables y cadenas de valor circular es una cada vez una mayor prioridad.

La inflación global ha provocado transformaciones profundas en el comercio internacional, generando especialmente efectos negativos, pero también oportunidades emergentes. La pérdida de competitividad en países con alta inflación y la volatilidad de los tipos de cambio, afecta la estabilidad de los contratos y las cadenas de suministro.

Sin embargo, también ha impulsado una reconfiguración estratégica: muchas economías están apostando por cadenas de valor más resilientes, producción local y regional, y una mayor diversificación de mercados. Así, la inflación global, pese a sus tensiones, está acelerando cambios hacia un modelo comercial menos vulnerable a choques externos.

Impacto en la maquinaria

Las tensiones geopolíticas y la nueva política arancelaria de EEUU están dejando efectos negativos en el dinamismo del sector de maquinaria, siendo especialmente significativos en Europa. Se trata de un área de actividad que depende en gran medida de las cadenas de suministro transfronterizas y, por lo tanto, es muy sensible a los cambios en las políticas comerciales mundiales. Además, requiere financiación para importantes gastos de capital, a menudo durante muchos años, y la incertidumbre actual está retrayendo la inversión. 

Un estudio de Crédito y Caución ha revisado a la baja las previsiones de crecimiento global en este sector, que caerá este ejercicio 0,6 puntos con respecto a las previsiones iniciales de marzo, y 1,9 puntos en 2026, situándose en el 1,4% en 2025 y en tan solo un 0,8% el próximo año.

Entre las regiones, Asia-Pacífico tendrá un rendimiento más sólido que Occidente, con una tasa de crecimiento cercana al alrededor del 3%, mientras que se estima que en Europa la producción de ingeniería mecánica se contraiga y no registre una recuperación sustancial antes de 2027. 

El principal motivo es que las exportaciones europeas dependen en gran medida del mercado estadounidense, lo que está generando un fuerte impacto en los principales países productores como Alemania, que representa más del 45 % de la producción de ingeniería mecánica de la zona euro. 

De hecho, el estudio de la aseguradora de Crédito prevé que la producción disminuya más del 2% en Francia y Alemania este año. En este contexto, también se espera un aumento de las insolvencias, que están experimentando una tendencia creciente desde 2024. 

A medio y largo plazo, el sector de la maquinaria tendrá que hacer frente a retos como la volatilidad de los precios y disponibilidad de las materias primas como el aluminio, el cobre y el acero. Por otra parte, la apuesta de las empresas por la automatización de procesos y los robots industriales podría estimular la demanda de equipos de maquinaria relacionados.

Automoción: preocupan los aranceles de EEUU, y los de China

La transformación de la automoción y la movilidad continúa en 2025, aunque con un crecimiento más racional y conservador ante los nuevos retos que han irrumpido en el camino. Las tensiones comerciales internacionales, tanto con EEUU como con China, han agitado todavía más el ecosistema y el camino hacia la transición energética. 

La edición de este año del Barómetro Auto Mobility Trends de Coche Global, muestra una desaceleración en el ritmo de la transformación con la aparición de señales de alerta. Las inversiones se racionalizan con un 44% de las empresas que prevé aumentar su inversión global durante 2025, la cifra más baja en toda la serie que recoge el Barómetro en un claro síntoma de la inflexión en el sector.

Las empresas apuestan por medidas de ajuste como la finalización de contratos temporales (47,6%) y la reducción o paralización de inversiones (24%).

Entre los nuevos desafíos destacan el desembarco de marcas chinas y las nuevas barreras arancelarias en un sector altamente globalizado. El 67% de las empresas percibe las marcas de China como una amenaza, aunque para otra parte suponen una oportunidad de negocio.

En paralelo, los aranceles impuestos por la UE a los coches eléctricos chinos preocupan al 33% del sector, mientras que los establecidos por EEUU tienen un impacto significativo, especialmente en fabricantes (50%) y proveedores (40%).

Las señales de fatiga también se aprecian en el ámbito laboral, donde el empleo se estabiliza con un crecimiento más moderado como refleja el descenso hasta el 31% del porcentaje de empresas que prevé aumentar su plantilla este año. En paralelo, persiste la necesidad de incorporación de nuevos perfiles profesionales ligados a la transformación tecnológica y la sostenibilidad para un 38% de las compañías.  


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