Carlos Balado
Profesor de OBS Business School y director de Eurocofin
Para que una economía pueda crecer y ser competitiva es imprescindible que sus empresas obtengan beneficios; también que existan entidades financieras capaces de proporcionar financiación de forma estable y segura y que esa actividad, obviamente, produzca beneficios.
Las empresas, incluidos los bancos, que no obtienen rentabilidad no pueden cumplir su función económica básica, que es satisfacer al inversor que está arriesgando su dinero.
Los beneficios de los bancos españoles proceden fundamentalmente de su actividad de captar depósitos y ofrecer créditos, con la que obtienen un margen de intermediación. Sin embargo, durante seis años, desde febrero de 2016, momento en que el Euribor entró en terreno negativo, a marzo de 2022 los tipos negativos frenaron este margen. En abril de 2022 los tipos de interés empezaron a subir hasta alcanzar en septiembre de ese año el 4,5%, lo que ha permitido el aumento de los resultados y la mejora de la rentabilidad, que ya empieza a igualarse al coste de capital.
A un banco se le evalúa en el mercado por la relación entre la tasa de rentabilidad y el coste de capital, y si la primera no es mayor que la segunda el impacto en la cotización es desfavorable. Aumentar beneficios es, por tanto, esencial para mejorar la rentabilidad exigida.
En cualquier caso, el aumento de los resultados de los bancos no solo llega a los accionistas, sino que tiene una repercusión inmediata y directa en toda la economía del país, pues más del 50% de estos beneficios se destina al pago de impuestos soportados. En el ejercicio 2023 éstos crecieron un 70% con respecto al año anterior. Para ver su dimensión en el conjunto de la economía, equivaldría por ejemplo al doble de los presupuestos dedicados a Educación.
Por tanto, bien a través del pago de impuestos o bien por medio de la financiación, desde un punto de vista estrictamente económico los bancos son uno de los principales contribuyentes al estado de bienestar en España.