Miguel Ángel Valero
Cómo leer un balance sin ser economista, de Ricardo Martín de Almagro (Almuzara, 144 páginas) es un notable ejercicio de divulgación. El autor, nacido en Córdoba en 1994, es graduado en Derecho y Administración de Empresas por la Universidad de Córdoba, máster en Banca y Regulación Financiera por la de Navarra, y en Economía por la UNED. En Almuzara también ha publicado Esto no estaba en mi libro de historia de la economía.
En 144 amenas páginas, el lector descubre que un balance es una imagen estática de la actividad de un negocio en un momento determinado, que muestra cómo está la empresa. "Es una fotografía en un día concreto del año", como insiste Ricardo Martín de Almagro.
La contabilidad, en cambio, lo que hace es revelar cómo evoluciona ésta, y proporcionar información para tomar decisiones en función de tres datos clave:
En ese sentido, un hecho contable es cualquier actividad que genera derechos de cobrar algo u obligaciones de pagar.
La cuenta de resultados muestra el flujo, la evolución de la salud financiera de la empresa.
El autor centra la atención en tres conceptos. El primero, si una empresa tiene más gastos que ingresos está destruyendo más valor del que está generando. El resultado son las pérdidas.
El segundo es el Ebitda (un indicador financiero que muestra el resultado operativo de la empresa antes de restar los intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones), porque "es una forma de saber si el negocio funciona".
El tercer concepto fundamental es la liquidez, porque indica la capacidad que tiene la empresa de cumplir con sus obligaciones a corto plazo.
Algo muy importante, y que no suele figurar en este tipo de libros, es que el empresario debe practicar una separación radical entre la situación financiera de su empresa y sus finanzas personales.