Miguel Ángel Valero
'El viaje circular', de Joan Montañés Xipell (AdN, 319 páginas) no es un libro fácil de leer. Empezando por el argumento: el geógrafo francés Jean-Claude Chigot lleva tres años recorriendo el mundo para encontrar su centro, por encargo del presidente de la República, François Mitterrand, dentro de los actos para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa.
Cuando se dispone a regresar a París sin haber encontrado el centro del mundo, este científico, racionalista, cartesiano y experto en geografía humana descubre un hangar de Pascual Hermanos en Almenara, Castellón. Allí conoce al tabernero local, ya octogenario, Virgilio Bonet, experto en 'mundología', con el que recorrerá la provincia, , 'le petit pays des petits châteaux'.
El creador del blog 'Los días del trencadís', cofundador de la revista satírica Gurb. autor de la novela La peste del azahar, de la obra de teatro El concilio del arroz, y del Examen oral d'històries, una especie de memorias, con 30 años de viñetas de humor político y de cronista cultural en la Comunidad Valenciana, escribe una odisea repleta de acertijos en la que el último de los ilustrados emprende la búsqueda del centro del mundo.
En realidad, quiere darse "de bruces ante una de esas verdades reveladas que solo se manifiestan mediante la experiencia empírica". La búsqueda del centro del mundo utiliza el método especulativo, porque "¿para qué ha de realizar suposiciones fantásticas cuando puede disfrutar de una sencilla explicación objetiva?".
El problema es que, en este proceso, el protagonista parece haberse convertido "en turista de un ideal, un trotamundos contemplativo y un hedonista que daba tumbos de aquí para allá sin más objetivo vital que dejarse asombrar".
Y aquí aparece una frase atribuida a Bismarck: "el único factor inalterable de la historia es la geografía". Aunque el protagonista defiende lo contrario: ""la geografía ha sido, es y será uno de los factores más mudables de la historia".
Entonces aparece el barón de Montesquieu: "El carácter del espíritu y las pasiones del corazón son extremadamente diferentes en los diversos climas". Lo que no significa que "la geografía decide el destino de las naciones de un modo determinante y determinista".
Pero sí que "de todos los agentes fluctuantes a los que está sometido el planeta, el género humano, con sus instintos, representa el factor más enigmático y engorroso a la hora de descifrar alguna pauta de tipo universal. El hombre es más poliédrico que el meteorito que acabó con la vida de los grandes saurios y los ecosistemas antediluvianos. Y mucho más letal que la alteración térmica del clima que hoy derrite los glaciares y eleva la cota de los océanos".
Menos mal que Chesterton sentencia que "la aventura podrá ser todo lo alocada que se quiera, pero el viajero, para llevarla a cabo, habrá de ser cuerdo".