Miguel Ángel Valero
Claire Kilroy, autora de cuatro novelas (entre ellas, Tenderwire y The DevilI Know), Premio Rooney 2004, vuelve a la ficción más de diez años después con Soldier Sailor (AdN, 223 páginas, traducción de Mar García Puig). Se trata de una dura novela que retrata los primeros días de la maternidad a través del monólogo de una mujer a su bebé, Sailor.
'Soldier Sailor' trata sobre una madre que habla a su hijo dormido y le explica lo que sucedía durante esos años en los que era demasiado pequeño para entender o recordar lo que sucede a su alrededor. Le habla de su amor, pero también de lo difícil y aislante que fue para ella cuando la maternidad puso fin a su antigua vida.
En ese sentido, muestra el choque entre el amor feroz por una nueva vida y un cambio sísmico en la identidad que provoca la maternidad. Es un retrato innegociable de las emociones crudas y tumultuosas de una madre primeriza, mientras su matrimonio se resquebraja precisamente por las tensiones generadas por las exigencias de la maternidad y el escapismo del marido/padre, que se refugia en el trabajo para desentenderse del drama.
'Soldier Sailor', título que hace referencia a una canción infantil en inglés, narra la intensidad de la maternidad, una de las experiencias más extraordinarias.
Al mismo tiempo, cuestiona el compromiso: "el matrimonio no fue lo que yo esperaba. Cuando te comprometes con otra persona, te quedas completamente vendido a ella. Pones tu bienestar al mismo nivel que el suyo".
Ý subraya la carga de la maternidad: "No hay nada que una madre no sea capaz de hacer para proteger a su hijo del dolor. Mataría a otros, mataría a su marido, se mataría a sí misma".
En un momento de la novela, la protagonista sonríe a su bebé mientras mentalmente redacta su nota de suicidio, situación que solo supera cuando aparece un amigo.
Porque una madre no hace más que preguntarse "¿cómo puedes conseguir hacer algo bien?, ¿con tantos obstáculos en el camino?, ¿con tantas variables caóticas?".
Porque "echo de menos mi vida anterior como a un amante. La añoro con locura". "Las nuevas madres cuentan estas cosas con sorpresa, entre risas, como si fuera gracioso, cuando no lo es, y no nos reímos: estamos desconcertadas, anonadadas. Nuestra risa es la cara exterior de nuestra incredulidad".
"Las madres ponen en riesgo su vida para da luz a sus bebés. Soportan un dolor insoportable, sus entrañas desgarradas, luego se recomponen sin importar el estado en que se encuentren, sin importar cuánta sangre hayan perdido, y cuidan a sus bebés", explica la protagonista.
"No hay nada más valioso que traer una vida al mundo y luchar para mantenerla viva. Desde fuera, una mujer acunando a un recién nacido parece tranquila. Una nueva madre no está en paz, sino en un estado agitado de alerta máxima. Decidimos que está tranquila para abandonarla. Para poder contemplar la superficie brillante, admirar su belleza y marcharnos", reprocha.
El problema de la maternidad es que "la dinámica ha cambiado: antes nosotras tratábamos de complacer a nuestros padres, y ahora somos nosotras las que tratamos de complacer a nuestros hijos".