Miguel Ángel Valero
Las cartas siguen saliendo de la Casa Blanca, con el 1 de agosto como nueva referencia para la entrada de los nuevos aranceles. En esta ocasión, destaca la misiva enviada a Brasil con un arancel del 50%, la primera con un cambio significativo al alza. Las razones no parecen ser estrictamente comerciales, ya que EEUU mantiene un superávit comercial de 5.500 millones$ con el país sudamericano.
En esta carta, de carácter personalizado, se plantean dos reclamaciones a la administración brasileña. Por un lado, se critica la investigación judicial contra el expresidente Jair Bolsonaro –afín políticamente a Trump–, calificándola de “caza de brujas”. Por otro, se cuestiona la reciente decisión del Tribunal Supremo brasileño, que establece que las plataformas de redes sociales son responsables del contenido publicado por los usuarios y deben eliminar de inmediato cualquier material relacionado con discursos de odio, mensajes antidemocráticos o actos ilegales. Esta medida representa una amenaza regulatoria a las grandes tecnológicas estadounidenses en Brasil, que seguramente tendrían que afrontar elevadas multas.
Más allá de la llamativa carta brasileña, las otras han sido enviadas a países con un peso poco representativo en las importaciones americanas como Libia, Irak, Argelia, Moldavia, Brunéi, Filipinas y Sri Lanka.
Esta estrategia epistolar –que ya suma 22 cartas– parece ser una forma encubierta de extender el plazo de negociación, como lo demuestran los casos de la India y la Unión Europea, que han superado el límite sin recibir carta ni enfrentar un aumento tarifario.
Pablo Gil: el orden creado tras la II Guerra Mundial se tambalea
Con amenazas arancelarias a una docena de países y una nueva fecha clave fijada para el 1 de agosto, el sistema comercial mundial vuelve a enfrentarse a una encrucijada. Trump ha comenzado a enviar cartas personalizadas —supuestamente redactadas por él mismo— a sus principales socios comerciales, notificándoles las tarifas que se les impondrán si no se llega a acuerdos bilaterales en las próximas semanas.
Japón, Corea del Sur y Malasia ya han recibido sus cartas: se les aplicará un 25 % de aranceles a partir de final de mes, una carga que sin duda impactará en el comercio y el crecimiento global. En otros casos, los aranceles se han reducido ligeramente respecto al primer anuncio de Trump, pero siguen siendo muy elevados, y además vienen acompañados de la amenaza de ser aumentados aún más si hay represalias contra EEUU.
La UE, por su parte, aún no ha recibido la suya, pero es ahora mismo el principal foco de incertidumbre comercial. Y si no hay acuerdo antes del 1 de agosto, Trump ya ha amenazado con aplicar un 25 % generalizado sobre todos sus productos.
En paralelo, se mantienen las advertencias contra los países BRICS, especialmente si avanzan en abandonar el dólar como moneda de pago.
"Pero, más allá de las negociaciones inmediatas, o las fechas límite que varían al son de los caprichos de Trump, la pregunta de fondo es: ¿qué modelo de comercio global emergerá en la próxima década?", señala el analista Pablo Gil en The Trader. Las respuestas no son unánimes, pero los expertos coinciden en que se abren cuatro posibles caminos para el sistema comercial internacional:
Mientras tanto, los principales socios de EE. UU. corren contrarreloj. La ventana se ha corrido del 9 de julio al 1 de agosto, y en lugar de una desescalada, el escenario que se impone es de continuidad arancelaria, más que de retirada.
Para Pablo Gil está claro que "la guerra comercial no es solo una disputa por impuestos a la importación. Es una señal clara de que el orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial se tambalea. Si prevalece la cooperación —algo que de momento parece lejano— aún se puede reconstruir un sistema basado en reglas comunes. Pero si cada potencia escribe sus propias cartas y fija sus propias normas, nos dirigimos hacia una época de fragmentación duradera, donde el coste real lo asumirán las empresas, los consumidores… y la estabilidad global".
Gran Thornton: las ventas internacionales, en el nivel más bajo desde 2023
La creciente incertidumbre que rodea a la economía global impacta ya de forma directa en las perspectivas de los empresarios españoles. Con un panorama internacional condicionado por la guerra arancelaria y la escalada bélica vivida en Oriente Próximo, los directivos enfrían sus previsiones de negocio exterior. En el último año, el porcentaje de líderes empresariales que confía en incrementar su facturación internacional ha caído 10 puntos, hasta situarse en el 42%, lo que supone el nivel más bajo desde 2023.
Así lo acredita la última edición del International Business Report (IBR), el informe elaborado por Grant Thornton que mide las expectativas y preocupaciones de las empresas del middle-market (en España, entre 50 y 250 trabajadores), tanto a nivel nacional como global. El análisis, referente al segundo trimestre del 2025, refleja que el 46% de los empresarios nacionales encuestados prevé incrementar sus ventas al exterior en el próximo año. Supone una leve mejora respecto a los resultados del primer trimestre, pero son niveles que siguen alejados de los registrados a finales de 2024, cuando más de la mitad de los ejecutivos nacionales contemplaba incrementar sus exportaciones.
En los últimos meses, el comercio internacional se ha visto condicionado por la batería de aranceles puesta en marcha por EEUU. El International Business Report demuestra que estos fenómenos están teniendo ya un impacto visible en las previsiones del tejido empresarial. A nivel global, seis de cada diez empresarios consideran que la incertidumbre económica (cinco puntos más respecto al trimestre anterior) representa una barrera de crecimiento y un 53% (seis puntos más) teme el impacto de los conflictos geopolíticos en su negocio. Mientras, casi la mitad de los líderes empresariales españoles muestran su inquietud por la inestabilidad global.
Ramón Galcerán, presidente de Grant Thornton en España, aseguró que “el complejo contexto internacional supone un desafío para las empresas españolas. Es por ello que nuestra recomendación para las empresas del middle-market es que se adelanten y cuenten con una estrategia sólida para afrontar de forma efectiva posibles disrupciones internacionales”.
En este sentido, la encuesta de Grant Thornton ya muestra cierto estancamiento de las expectativas de negocio de los líderes empresariales nacionales debido a la persistencia de la inestabilidad global. Aunque el 57% aún confía en aumentar sus ingresos el próximo año, este indicador acumula ya cuatro trimestres consecutivos a la baja. Una evolución similar a la registrada por las expectativas de rentabilidad: un 51% confía en mejorarla, lo que supone ocho puntos menos que justo hace un año.
Esta visión contrasta con la que mantiene el conjunto global de los directivos. En este apartado, dos tercios espera aumentar sus ingresos, y el 63%, aumentar la rentabilidad. Ambas cifras se mantienen además sin apenas cambios respecto al trimestre anterior.
La rebaja de las perspectivas del middle-market nacional también se deja notar en el empleo. Después de registrar una notable mejora en el primer trimestre, el porcentaje de dirigentes que confía en aumentar su plantilla cae de nuevo y se sitúa en el 43%. Pese a sumar 196.000 nuevos cotizantes, la afiliación a la Seguridad Social ofreció ciertos signos de ralentización en el mayo más discreto en la creación de empleo desde 2013.
De igual forma, existe cierta inquietud respecto a la escasez de pedidos y la demanda. Cuatro de cada diez dirigentes nacionales muestran su preocupación respecto a este indicador, que a nivel global afecta al 50% de los ejecutivos. De hecho, también la mitad de los empresarios cuestionados a nivel global consideran que estas perturbaciones en la demanda se mantendrán durante los próximos trimestres.
En el caso de las empresas medianas españolas, esta preocupación por los futuros pedidos cae hasta el 37%. Es una prueba de que, pese a las actuales disrupciones, los directivos nacionales consideran que este fenómeno puede ser pasajero. Esta postura se replica cuando se les pregunta a los ejecutivos españoles sobre la marcha de la economía durante el próximo año. Tras la abrupta caída registrada en el primer trimestre, que coincidió con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el optimismo sube de nuevo. En total, el 67% confía en la mejora de la economía española; en el conjunto de la UE, el porcentaje cae hasta el 59%.
Pese a las dudas que arroja actualmente la economía global, las empresas medianas mantienen su apuesta por la digitalización de sus procesos. Las perspectivas de inversión en tecnología crecieron durante el segundo trimestre del año: un 61% de los directivos asegura que dedicará recursos a corto plazo a esta materia, en línea con los niveles del año pasado. De igual forma, la apuesta por las iniciativas I+D+i recupera terreno y alcanza al 53% de los directivos.
¿Qué tipo de tecnología resulta más atractiva actualmente para los líderes empresariales nacionales? Según el International Business Report de Grant Thornton, la Inteligencia Artificial (IA). Entre los directivos que tienen previsto invertir en tecnología, un 61% asegura que destinará recursos a herramientas de IA, un resultado que va en línea del resto de Europa (64%) y que pone de manifiesto el impacto real que está teniendo este tipo de tecnología en la operativa de las empresas medianas nacionales.
de IA, el International Business Report refleja cierta predilección por la ciberseguridad. Casi la mitad de los empresarios nacionales reconoce que destinará recursos a este tipo de tecnología, una apuesta que demuestra el interés que mantienen los directivos españoles en esta disciplina tras el aumento de las ciberamenazas a nivel internacional.
También crece el interés por el talento y las habilidades de los trabajadores. Casi la mitad de los directivos nacionales asegura que invertirá en este tipo de competencias en el próximo año, en un contexto en el que la preocupación por la falta de personal cualificado se mantiene en el entorno del 45-50% entre los empresarios españoles.
Columbia Threadneedle: la resiliencia de los mercados es "alentadora"
Anthony Willis, Senior Economist de Columbia Threadneedle Investments, recuerda que la primera mitad de 2025 "parece haber pasado volando en medio de un torbellino de noticias constantes, incertidumbre política, niveles de aranceles que aparentemente cambian a diario y numerosos dramas geopolíticos". Pese a ello, "la resiliencia de los mercados financieros ha sido impresionante. Hemos avanzado mucho en los últimos tres meses desde los mínimos provocados por las ventas vinculadas a los aranceles poco antes de Semana Santa. Hasta ahora, 2025 ha sido un periodo inquietante, pero, en última instancia, gratificante para muchos mercados financieros, a pesar de un entorno de incertidumbre política, económica y geopolítica".
La principal fuente de esta incertidumbre ha sido la nueva Administración del presidente Trump: "Los participantes del mercado financiero esperaban o confiaban en una repetición del primer mandato de Trump, que, a pesar de las persistentes tensiones comerciales con China, generó resultados favorables para los mercados gracias a la desregulación y a importantes recortes fiscales que impulsaron el sentimiento. Sin embargo, desde su investidura en enero, Trump ha generado preocupaciones tanto económicas como políticas, y la creciente incertidumbre sobre los aranceles ha causado una notable volatilidad en los mercados de renta variable, bonos y divisas".
"Hemos visto un flujo casi agotador de noticias desde la Casa Blanca, aunque los mercados financieros han comenzado a filtrar gran parte del 'ruido' a raíz del repliegue arancelario observado en abril, cuando una fuerte caída en la renta variable y en los bonos del Estado obligó a la Administración a dar marcha atrás en algunas de sus políticas arancelarias más extremas. Los mercados se han sentido respaldados por la solidez de los datos económicos y la ausencia de un deterioro significativo en las expectativas de beneficios empresariales", explica.
Tras un primer semestre muy activo, ¿qué podemos esperar de la segunda mitad del año? A corto plazo, los aranceles ocupan el primer lugar de la agenda, aunque el plazo límite del 9 de julio para negociar y evitar aranceles recíprocos se ha pospuesto al 1 de agosto, y los mercados parecen dispuestos a ignorar algunas de las cifras arancelarias que el presidente Trump continúa amenazando con imponer. Aunque no se espera que los aranceles estadounidenses tengan un impacto tan severo como se temía inicialmente, persistirá una sensación de incertidumbre, sobre todo teniendo en cuenta que el presidente Trump utiliza los aranceles como herramienta política preferente para ejercer presión o disuadir de lo que percibe como un trato injusto.
Si bien EEUU no ha logrado concretar los “90 acuerdos en 90 días” que Trump prometió durante la pausa en la aplicación de “aranceles recíprocos”, se espera que los países que se perciben como negociadores de buena fe continúen en conversaciones para llegar a “acuerdos comerciales”.
Si los aranceles acaban perdiendo protagonismo en la agenda, el tamaño de los déficits públicos podría captar de nuevo la atención, especialmente tras la aprobación por parte del Congreso del “gran y hermoso proyecto de ley” del presidente Trump, que recorta el gasto en prestaciones sociales y amplía los recortes fiscales de su primer mandato, lo que incrementa aún más una deuda nacional ya considerable. El techo de deuda se ha ampliado en 5 billones$, una cantidad astronómica, aunque en realidad equivale solo a dos años y medio de gasto público.
Los mercados de bonos se vieron profundamente alterados durante la peor parte de la turbulencia arancelaria en abril; cualquier gestión torpe de las finanzas públicas o de la trayectoria de deuda en EEUU o en otros países —como el Reino Unido— podría provocar nuevas subidas en las rentabilidades de los bonos soberanos.
"Las perspectivas, como siempre, son inciertas, y cabría decir que esta incertidumbre se ve amplificada por la naturaleza impredecible y poco convencional de la formulación de políticas bajo la Administración Trump. Esto afecta tanto a la economía como a la geopolítica, pero para los mercados financieros, la resiliencia demostrada frente a tal incertidumbre resulta alentadora".
Los fundamentos económicos siguen siendo razonables, y tanto empresas como consumidores se han adaptado bien al entorno de tipos de interés que se ha convertido en la “nueva normalidad”. El crecimiento de los beneficios empresariales parece sólido y la trayectoria de los tipos de interés en la mayoría de las economías apunta a la baja, aunque no mucho más. Sin embargo, los datos presentan cierta “niebla” como consecuencia de los aranceles: el primer trimestre registró un aumento de la actividad como resultado de que muchas empresas intentaron anticiparse a la aplicación de los aranceles. En el segundo trimestre, se produjo una reducción de esos inventarios, y de cara al tercero, persiste cierta ambigüedad sobre los niveles reales de demanda.
Del mismo modo, el impacto económico de los aranceles suele manifestarse con un desfase significativo, y la incertidumbre aumenta debido a que, mientras que la tasa arancelaria efectiva de EEUU se sitúa actualmente en torno al 13 % (frente al 2,5 % a comienzos de año), llegó a alcanzar el 26 % en determinados momentos de mayo. Por tanto, será necesario algo de tiempo para que los datos se estabilicen y permitan evaluar plenamente el impacto de los aranceles aplicados. Los riesgos al alza a partir de ahora contemplan que los aranceles estadounidenses se mantengan en torno al nivel base del 10 %, sin que se apliquen nuevos “aranceles recíprocos”.
Una transmisión limitada a la inflación permitiría a la Fed sumarse a otros bancos centrales en nuevos recortes de tipos. Este contexto debería ser favorable para el crecimiento, los beneficios empresariales y el apetito por el riesgo. El escenario más negativo, en cambio, implicaría una escalada de los aranceles, lo que desestabilizaría los mercados, cuya narrativa ha estado claramente orientada hacia la desescalada.
Además, un repunte de la inflación provocado por los aranceles obligaría a la Fed a mantener los tipos, y podría cobrar fuerza el discurso de la “estanflación”. Según el balance de probabilidades, el escenario positivo parece más plausible en este momento, pero en un mundo incierto conviene actuar con agilidad, y adoptar por ahora un enfoque moderadamente favorable al riesgo parece la estrategia más adecuada.
"Si los primeros cinco meses del mandato de Trump sirven de guía, habrá más sorpresas en política por el camino, lo que podría traducirse en una nueva oleada de volatilidad en los mercados. No obstante, mientras los fundamentales económicos y de beneficios sigan siendo favorables, cualquier episodio de volatilidad debería considerarse más bien una oportunidad de compra que un motivo para reducirla exposición al riesgo", concluye este experto.
Las actas revelan la división de la Fed
Por otra parte, las actas de la última reunión de tipos de la Fed revelan una división entre los gobernadores respecto al impacto de los aranceles sobre la inflación: mientras algunos consideran que éstos solo generarán un aumento coyuntural en los precios, la mayoría teme que sus efectos inflacionarios sean más persistentes.
Los responsables de política monetaria señalaron que aún existe una incertidumbre considerable, aunque había disminuido con respecto a la anterior reunión. La decisión de mantener sin cambios los tipos de interés –en el rango del 4,25% al 4,5%– fue unánime. Sin embargo, persisten las discrepancias sobre el rumbo de la política monetaria para lo que resta del año: 10 de los 19 miembros del Comité contemplan al menos dos recortes, uno anticipa solo uno, y siete no esperan ningún ajuste.