Miguel Ángel Valero
Estados Unidos y China comenzarán las negociaciones para reducir las tensiones comerciales el sábado 10 de mayo y domingo 11. Los Gobiernos de ambos países ya han confirmado las primeras conversaciones bilaterales desde que la Administración de Trump aumentó los aranceles en 145 puntos, lo que provocó represalias de 125 puntos por parte de China. Scott Bessent, secretario del Tesoro, que ha tomado el timón ante la errática evolución de los aranceles en la Administración de EEUU, y el representante de Comercio se reunirán con el viceprimer ministro chino para abordar la desescalada de las disputas arancelarias.
Las reuniones previstas tendrán como objetivo principal trabajar en una "desescalada" de las tensiones comerciales, en lugar de buscar un gran acuerdo definitivo en esta etapa. Se espera que los equipos de negociación discutan reducciones en los aranceles generales y aborden los gravámenes sobre los productos específicos. Según Bessent, "tenemos que desescalar antes de seguir adelante", reflejando la prioridad de reducir las fricciones como paso inicial hacia un entendimiento más amplio. Además, reconoce que la situación actual es insostenible y equivalente a un embargo.
Para Bruno de Moura Fernandes, jefe de Macroeconomía de Coface, van a ser "unas negociaciones muy difíciles". Porque Trump necesita reducir su déficit comercial con China y, al mismo tiempo, encontrar "una salida" para justificar unos aranceles más bajos a China. Pero acuerdos anteriores "no funcionaron bien".
Por su parte, China no quiere depender de EEUU, está diversificando sus fuentes de aprovisionamiento, y presentándose como 'el gran protector' del multilateralismo frente al ultraproteccionismo de EEUU. "Esa mejora de imagen facilita la captación de socios y la firma de acuerdos comerciales", señala el experto de Coface, que asegura que "como no es una democracia, China puede aguantar mejor que EEUU las consecuencias de una guerra comercial, como una mayor inflación".
El problema es que Trump llega a las negociaciones con China en inferioridad de condiciones, con un inicio de mandato marcado por los malos datos económicos, financieros y también en los mercados. Debe llegar con todas estas cuestiones resueltas a las elecciones de medio mandato, que se se efectúan el martes siguiente al primer lunes de noviembre cada dos años, en el punto medio de la legislatura de cuatro años de un presidente. En esos comicios se eligen los 435 escaños de la Cámara de Representantes, y un tercio de los 100 del Senado de Estados Unidos.
"Bajar aranceles no es perder la guerra comercial. Es una cuestión de cómo se comunica, puede presentarse como un logro en la negociación", precisa Bruno de Moura.
Coface empeora sus previsiones sobre la economía mundial
Las decisiones de Trump en sus primeros 100 días de su segundo mandato 'obligan' a Coface a rebajar su previsión de crecimiento del PIB mundial en seis décimas, hasta el 2,1%, frente al 2,7% estimado en febrero. España, en cambio, mejora tres décimas, del 2,3% al 2,6%, como se ha presentado en la 28ª edición de la Conferencia de Riesgo de País de Madrid de Coface, celebrada con la colaboración de CaixaBank y que ha reunido a unos 200 directores financieros y empresarios.
“El contexto actual, marcado por una elevada volatilidad y múltiples factores exógenos, subraya la necesidad de evaluar con rigor los riesgos que afectan a la actividad empresarial y a nuestras relaciones comerciales. Durante esta jornada, hemos podido concluir que el regreso del proteccionismo y el debilitamiento del multilateralismo están generando un nuevo mapa de relaciones internacionales, donde las empresas deben operar con una dosis extra de prudencia, resiliencia y visión estratégica. Nuestro papel como compañía especializada en la gestión del riesgo de crédito es, precisamente, dar respuesta a esta necesidad y acompañara a las empresas en el diseño de estrategias comerciales que permitan crecer con la mayor estabilidad posible”, ha destacado Guillermo Rodríguez, CEO de Coface en España y Portugal.
“Nos encontramos ante una incertidumbre fuera de lo común. Estamos inmersos en una guerra comercial en curso marcada por el anuncio por parte de EEUU de unos aranceles 'recíprocos' que están marcando el comercio internacional, ahora en periodo de tregua e inmersos en un proceso de negociación con varios países”, añade Bruno de Moura Fernandes. Según el análisis del jefe de Macroeconomía de Coface, los mercados más afectados por esta política serán “sus principales socios comerciales, que son los más expuestos: China, Canadá, México y también los países del Sudeste Asiático”.
Bruno de Moura vaticina una desviación del comercio mundial, ya que la sustitución de China como principal socio comercial de EEUU puede suponer una oportunidad para otros países, siempre y cuando lleguen a un acuerdo con esta gran potencia. Al mismo tiempo, un aumento de la competencia mundial, por la mayor competitividad de China en otros mercados de exportación. Otro efecto, “ya tangible”, es la caída del precio de las materias prima.
Pero la consecuencia más importante es “la fuerte desaceleración del crecimiento mundial”. La principal motivación de esta rebaja es, precisamente, la reducción de la previsión de crecimiento para EEUU en 1,6 puntos, del 2,2% al 0,6%.
Esto se va a traducir en una aceleración de los concursos empresariales: “Se esperaba que, con los recortes de los tipos de interés, las empresas tuvieran un respiro, pero este nuevo contexto hará que las insolvencias sigan siendo muy altas”.
Javier Rupérez, exembajador de España en EEUU, subraya en la Conferencia de Coface que “Trump no tiene otra ideología que el acceso al poder y el goce de su mantenimiento, con perfiles que tanto en lo nacional como en lo internacional no dejan de mostrar rasgos excluyentes y autoritarios”. Su propuesta “puede traer cambios radicales en la política doméstica de EEUU, y por supuesto, también en el marco de las relaciones internacionales, tal como hasta ahora estaban definidas”. “Es conocida la falta de aprecio que Trump siente por la OTAN, a la que ha llegado a calificar de 'organización obsoleta', y la declarada animosidad que siente contra la UE y sus miembros, a los que acusa de haberse aprovechado indebidamente de la ayuda americana. Todo ello configura un imprevisible escenario que reclama por parte del lado europeo el cuidado y el reforzamiento necesarios para garantizar la subsistencia de un conjunto de naciones que tienen la democracia por norma, la paz como objetivo y la disuasión como instrumento”.
Por su parte, Silvia Iranzo, profesora en el IE, avisa que el proteccionismo está llevando a la desglobalización y a una reconfiguración de las cadenas globales de valor. “Europa está armándose, como estamos viendo estos días, para enfrentar sola las nuevas amenazas internacionales, puesto que EEUU está cada vez más alejado y es difícil que las relaciones se encaucen a corto y medio plazo”.
El problema es que la UE ha quedado relegada a un segundo plano en el tablero internacional ante la debilidad que ha venido mostrando su competitividad en los últimos años, sobre todo a raíz de la pandemia, ya que algunos de sus países más fuertes no han logrado encontrar la senda de crecimiento económico de nuevo, como queda patente en un debate moderado por Mikel Aguirre, Head of Political and Single Risk de Coface en España y Portugal, y en el que han participado Gonzalo Bengoechea, profesor de Economía Política Internacional y vicerrector adjunto de profesorado e investigación de la Universidad Pontificia Comillas, y Judith Arnal, investigadora principal del Centre for European Policy Studies y el Real Instituto Elcano.
Para Gonzalo Bengoechea, la Unión Europea enfrenta en 2025 una serie de riesgos estructurales que amenazan su crecimiento económico y estabilidad futura: “uno de los más críticos es la creciente brecha de productividad con Estados Unidos, alimentada por el rezago en innovación tecnológica, especialmente en sectores como la inteligencia artificial, la computación avanzada y las plataformas digitales. Europa ha sido lenta en comercializar la innovación y escalar empresas emergentes; además, la dependencia de proveedores externos para materias primas críticas, tecnologías estratégicas y energía eleva la vulnerabilidad frente a crisis geopolíticas, como el aumento de tensiones con China o la volatilidad del suministro energético”. A todo esto se suman “amenazas internas, como el envejecimiento de la población, que reduce la fuerza laboral y presiona los sistemas de bienestar, y unos costes energéticos estructuralmente más altos que los de otras economías avanzadas, lo que afecta la competitividad industrial”.
Por su parte, Judith Arnal ha remarcado que la UE y sus estados miembros deben reforzar con urgencia sus capacidades estratégicas en tres ámbitos clave: la transición energética, la transformación digital y la defensa. “Esto plantea dos grandes retos. En primer lugar, es imprescindible que existan suficientes proyectos empresariales rentables en estos sectores. En segundo lugar, en un contexto de restricciones fiscales, será necesario distinguir claramente las fuentes de financiación para cada finalidad: el refuerzo de las capacidades de defensa deberá apoyarse prioritariamente en presupuestos públicos nacionales, y el sector financiero deberá desempeñar un papel central en la canalización de los recursos necesarios para la transición energética y la transformación digital”.
"Europa no puede depender 100% de EEUU, pero tampoco puede cambiar una dependencia por otra. Debe ser más autónoma", explica a dineroseguro.info Bruno de Moura. Aplaude que China y la Unión Europea han acordado eliminar de forma simultánea todas las restricciones mutuas a los intercambios entre los dos bloques, porque "es un momento muy oportuno para mejorar las relaciones con China".
Pero al experto de Coface la preocupa el auge del nacionalismo en Europa, no solo en Hungría o en Rumania, donde crece la influencia prorrusa, sino en grandes países como Francia, Italia o Alemania. "El poder y la influencia europeísta ha bajado mucho, mientras crece el sentimiento antieuropeo. Marine Le Pen hablaba de sacar a Francia del euro para tratar de imponer reformas en la Eurozona. Pero nuestro escenario no contempla una explosión de la UE", matiza.
Friedrich Merz ha sido investido como canciller de Alemania en la segunda ronda de votaciones del Parlamento tras la derrota inesperada en la primera vuelta. En el primer intento, el líder alemán tan solo obtuvo 310 apoyos de los 316 necesarios, a pesar de que la coalición entre los conservadores CDU/CSU y los socialdemócratas (SPF) sumaban 328 votos. Este hecho marca la primera ocasión desde la Segunda Guerra Mundial en la que un canciller no consigue los apoyos necesarios en una primera ronda. Horas más tarde, en una segunda votación, Merz consiguió finalmente proclamarse canciller al obtener 325 votos. Este episodio ha despertado preocupaciones sobre una posible fragmentación dentro de la alianza gubernamental, lo que podría complicar los esfuerzos para avanzar en la aprobación de medidas económicas clave.
Optimismo sobre España
Estos expertos destacan el papel de España, cuya economía seguirá por encima de la media de la Eurozona, ya que la industria seguirá mostrando mayor resiliencia y será una de las excepciones en Europa gracias al tirón del consumo privado y a las exportaciones de servicios, especialmente del turismo.
El jefe de Macroeconomía de Coface comparte ese optimismo sobre España: "No depende tanto del exterior, por lo que le puede afectar menos una guerra comercial; crece gracias a la inmigración, a la creciente inversión empresarial; el turismo, sobre todo el europeo, seguirá en expansión, planteando el problema de la capacidad de absorción de tanta demanda; el ciudadano gasta menos en alimentación, pero sale y viaja más, por lo que el consumo seguirá alto. Los motores de la economía española siguen muy sólidos y tienen el impulso de los fondos europeos, que compensarán la menor aportación de los socios como Alemania o Francia".
Columbia Threadneedle: la edad dorada prometida por Trump no llega
Anthony Willis, Senior Economist de Columbia Threadneedle, destaca que "durante su investidura, Trump prometió una nueva 'edad dorada' para los estadounidenses. Aunque heredó una economía en buena forma, en apenas tres meses la situación ha cambiado hacia una incertidumbre política comparable a la vivida durante la crisis financiera global o la pandemia. Las probabilidades de recesión oscilan entre el 40 % y el 90 %, según a quién se consulte".
"En estos primeros 100 días han ocurrido muchas cosas. Los acontecimientos recientes han puesto en duda la narrativa del 'excepcionalismo estadounidense' que ha impulsado el rendimiento superior de las Bolsas estadounidenses en los últimos años, especialmente de las grandes tecnológicas. Por momentos, la sensación ha sido que todo ocurre en todas partes y al mismo tiempo. La estrategia de inundar el espacio mediático con noticias y anuncios de políticas dificulta el seguimiento. Y el constante cambio de contexto complica la toma de decisiones de inversión con alto nivel de convicción.", explica.
En los mercados financieros, el rasgo dominante ha sido la implantación del régimen arancelario más alto desde la década de 1930. ¿Qué activos lo han hecho bien en este contexto? El oro ha subido casi un 19 %, al igual que muchos otros activos medidos en dólares, ya que la divisa se ha debilitado considerablemente. Refugios tradicionales como el dólar han perdido valor: su índice cayó un 9,08 % entre el 20 de enero y el 30 de abril, tras haber subido un 11,85 % en los cinco años previos.
La renta variable estadounidense recibió inicialmente a Trump con entusiasmo, esperando una repetición de su primer mandato: el S&P 500 registró su mejor comportamiento poselectoral, impulsado por la expectativa de menores regulaciones y recortes fiscales. Sin embargo, el foco de la nueva administración ha sido el déficit comercial, y la oleada de anuncios arancelarios ha generado incertidumbre en los mercados. Tras los anuncios, la volatilidad se disparó. Aunque hubo cierta recuperación en la segunda mitad de abril, suficiente para borrar las pérdidas tras el ‘día de la liberación’, el índice sigue un 8 % por debajo del máximo histórico del 19 de febrero.
La Administración Trump se ha mostrado indiferente ante los movimientos bursátiles. Scott Bessent, secretario del Tesoro, calificó las correcciones como 'sanas' y 'normales'. Las tensiones más importantes se vieron en el mercado de deuda pública, cuya turbulencia forzó la pausa en los aranceles recíprocos, que estuvieron en vigor solo 13 horas.
Trump quiere ahora pasar página en materia arancelaria y centrar la atención en aspectos más positivos de su agenda, en especial los recortes fiscales, que extenderían los aplicados durante su primer mandato. Sin embargo, para cuando esa medida se ponga en marcha, la economía estadounidense podría mostrar ya signos de ralentización, y está por ver si el mercado de bonos tolerará políticas que aumenten aún más el déficit presupuestario.
Con unos índices de aprobación del electorado a la baja, el presidente Trump querrá que algunas políticas favorables al voto sean prioritarias antes de las elecciones de mitad de mandato, en las que tradicionalmente el partido en la Casa Blanca pierde escaños. Una derrota, perder el control del Congreso a manos de los demócratas, probablemente generaría niveles mucho mayores de intervención de sus políticas y una resistencia mayor a la que estamos viendo actualmente.
Los próximos meses deberían revelar hasta qué punto Trump está comprometido ideológicamente con los aranceles. Problemas en las cadenas de suministro, estantes vacíos o productos más caros pueden empeorar aún más el ánimo del consumidor.
La actual prórroga arancelaria de 90 días vence el 9 de julio. El mercado espera que esta moratoria se extienda o se renegocie con muchos países. "Aun así, seguiremos con el nivel de aranceles más alto en 90 años. Es más probable que veamos acuerdos llamativos, pero con poco contenido sustancial, especialmente con países como Corea del Sur, Japón o India. Los acuerdos con la UE y China parecen mucho más complejos. Estamos muy lejos de la era de libre comercio que terminó con el inicio del mandato de Trump 2.0. Un retorno a un tipo arancelario efectivo inferior al 3 % —como el disfrutado en años recientes— parece hoy lejano", señala.
Cualquier impulso económico derivado de la relocalización industrial tardará años en materializarse. Sustituir productos fabricados en el extranjero llevará tiempo, y los mayores costes laborales internos implicarán subidas de precios. Muchas empresas n otrasladarán su producción hasta ver mayor estabilidad y previsibilidad.
El futuro inmediato de la renta variable de EE.UU no dependerá únicamente de los aranceles. La evolución del S&P 500 podría estar igualmente influida por la capacidad de las grandes tecnológicas para rentabilizar sus inversiones en inteligencia artificial, a pesar del débil comportamiento del sector en lo que va de año. Apostar contra EEUU ha sido una estrategia fallida en los últimos años.
Solo el tiempo dirá si esta etapa de Trump marca un giro definitivo hacia un país más aislacionista y un nuevo orden global. A pesar de toda la incertidumbre, EEUU sigue llamado a liderar el crecimiento entre las economías del G7, tanto este año como el próximo. "Si estos 1.361días son solo un bache, cabe esperar que el dinamismo y espíritu emprendedor de EE.UU. prevalezcan a largo plazo. Incluso con un presidente aislacionista, esas fortalezas seguirán presentes, aunque una América cerrada será más pobre económicamente, al igual que el resto del mundo. Eso significa que o bien se cerrarán acuerdos llamativos para los titulares o bien el proceso se alargará, aumentando el riesgo de un daño significativo a la economía global, y especialmente a la de EE. UU. Ya se están reportando caídas sustanciales en los volúmenes de envío desde China a EEUU, con buques anclados frente a Los Ángeles esperando poder descargar mercancías chinas, posiblemente a tarifas más bajas", añade el experto de Columbia Threadneedle.
A medida que los inventarios en EE. UU. se reducen, hay advertencias sobre estantes vacíos y subidas de precios. Un escenario que probablemente golpeará aún más la confianza del consumidor y, en consecuencia, los índices de aprobación presidencial.
Las políticas de Trump pueden terminar siendo transitorias para algunos socios comerciales, pero los escenarios posibles varían desde una guerra comercial total (y recesión) hasta un comercio 'libre' con tarifas mucho más altas de lo que hemos visto en 90 años. Por tanto, habrá impactos en el crecimiento y la inflación en EEUU, así como resultados específicos en otros países. Incluso si hay desescalada, la ventana de 90 días para negociar implicará daños a las cadenas de suministro. Además, ya se están observando impactos en los datos de confianza empresarial y del consumidor, y el arancel global del 10% ya está implementado y se mantendrá.
La recuperación de los mercados la semana pasada se debió a un mayor optimismo sobre los aranceles y al cambio de postura de Trump respecto a Jay Powell. Dado que los mercados han estado muy débiles, cualquier noticia positiva concreta sobre acuerdos comerciales o desescalada puede impulsar el sentimiento. "Sin embargo, es crucial que lleguen noticias firmes pronto, ya que la falta de comercio entre las principales potencias económicas tendrá graves consecuencias económicas, no solo para EEUU y China". concluye Anthony Willis.