Miguel Ángel Valero
El Banco Central de Brasil ha vuelto a mover ficha. En una decisión que ha sorprendido por su magnitud, aumentó su tipo de interés clave en 50 puntos básicos (pb) hasta el 14.75%, situándola en el nivel más alto desde 2006. Este movimiento pone de relieve la urgencia por contener las presiones inflacionarias que aún persisten en el país, muy importante para grupos españoles como el Santander o Mapfre, entre otros.
Aunque la inflación ha retrocedido mucho desde sus picos alcanzados en abril de 2022, cuando la tasa interanual llegó a superar la cota del 12%, la tendencia reciente vuelve a despertar la preocupación, con una subida desde el 3.69% de hace un año al 5.53% de abril de 2025. En este contexto, el endurecimiento tiene un doble objetivo: controlarlos precios y reforzar la credibilidad de la política monetaria.
Al subir los tipos de interés, el Banco Central busca enfriar el consumo y la inversión mediante un encarecimiento del crédito. Además, un tipo de interés más elevado contribuye a atraer capital extranjero, lo que puede fortalecer al real brasileño y aliviar parte de las presiones importadas sobre los precios.
Pero no todo son ventajas. Este tipo de decisiones tiene efectos colaterales importantes. El crédito más caro impacta directamente en la actividad económica, lo que podría ralentizar la recuperación si no se acompaña de medidas que estimulen la productividad o la inversión en sectores clave.
Lo más relevante de esta decisión es el mensaje que envía: el banco central no está dispuesto a permitir que las expectativas inflacionarias se desanclen. En un contexto global todavía incierto, con tensiones geopolíticas, precios volátiles de materias primas y ajustes en las políticas monetarias de otros grandes bancos centrales, Brasil opta por actuar con firmeza.
"La subida de tasas en Brasil es una muestra clara de que la lucha contrala inflación sigue siendo prioritaria. El desafío estará en calibrar bien el equilibrio entre contener los precios y no frenar en exceso la actividad económica. Los próximos datos de inflación y crecimiento serán clave para anticipar si esta subida es un paso aislado o el inicio de un nuevo ciclo de endurecimiento monetario más prolongado", subraya el analista independiente Pablo Gil en su blog The Trader.