¡Manda huevos, Adelino!

Miguel Ángel Valero

La fotografía de Lucía Valero retrata el orgullo de Adelino, el creador de El Ancla del Lago (éxito que espera reeditar con su última creación, el restaurante Mirador de Narcea, calle Francos Rodríguez, 81, en la madrileña Dehesa de la Villa, 918 669 768), por haber revolucionado la Casa de Campo con su propuesta de 'mandahuevos'.

En marzo de 1997. Congreso de los Diputados. Durante la sesión parlamentaria, el presidente del Congreso, Federico Trillo, emplazó a una votación sobre el siguiente enunciado: "Rúbrica de la disposición transitoria segunda. Se suprime la referencia a las tarifas de conexión para desarrollar el contenido resultante de la tramitación previa en el Congreso de los Diputados. Por último, también por razones de técnica legislativa, una disposición derogatoria que prevé expresamente la abrogación del Real Decreto Ley del que trajo origen este Decreto Ley".  Trillo pulsó por error el botón que abría su micrófono a todo el hemiciclo y se le escuchó decir bien claro y con tono de hastío aquello de "manda huevos". La expresión pasó a formar parte de los anales de frases célebres de los políticos y además la puso de moda.

27 años después, la hace viral El Ancla del Lago, con tres apabullantes propuestas: gulas, jamón, o chistorra. De nuevo, Adelino y Luis García, los impulsores del restaurante que ha revolucionado la oferta gastronómica en torno al lago de la Casa de Campo, demuestran que la cantidad no está reñida con la calidad.

Son platos contundentes, generosos, que no escatiman (no hay que rebuscar entre las patatas para encontrar la ansiada gula), muy bien acompañados (las rodajas de las patatas son gruesas y sabrosas, bien hechas).

El festín comienza con una cerveza bien tirada (algo cada vez más complicado de encontrar en Madrid), un servicio tan amable como impecable, y, para abrir boca, un paté con mermelada de naranja para chuparse los dedos y no parar de mojar pan.

Luego, los mandahuevos, de los que optamos por dos: gulas y chistorra, pese a que el de jamón era también atractivo a la vista y al paladar.

Una selección de chuletas y de entrecot culminan la faena gastronómica, redondeada por unas excelentes filloas.

¡Manda huevos, Adelino!